Capítulo 6

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Malena
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Las yemas de sus dedos acariciando mis mejillas mientras la lluvia caía con intensidad sobre nosotros. Quise paralizar el tiempo, quise permanecer allí toda mi vida. Me sentí llena de luz tras días sumergida en un severo apagón. Nuestras respiraciones chocaban entre ellas mientras que el cielo oscuro que reinó aquella noche en Barcelona fue testigo de nuestra más sincera conexión. Sus dedos acariciaron mis labios, lo cuales deseosos de más se separaron ligeramente. Pablo se agachó lo suficiente como para que nuestros labios volvieran a rozarse. Mi mano se perdió en su nuca, di rienda suelta a la pasión sin ser consciente de lo que estaba haciendo. Mi boca tomó la delantera, mi mente decidió darse un descanso y al fin pude disfrutar.

-Pablo, yo...

-Shhh. Mejor no digas nada.

Asentí y cerré los ojos. Sus manos se aferraron a mis caderas y de un ligero movimiento hizo que nuestros cuerpos se rozasen. Mi boca se perdió de nuevo en la suya. Las miles de mariposas despertaron y comenzaron a revolotear por mi estómago llenándome de sensaciones nuevas. Sus besos me transportaban a otra dimensión y fue entonces cuando me di cuenta que por mucho que tratase de olvidarlo, Pablo era el único que conseguía poner mi mundo patas arriba.

-Tengo frío-murmuré frotando mis brazos.

-Creo que nos merecemos una ducha caliente-apartó un mechón de mi cara y sonrió sin dejar de mirarme los labios.

-Vamos dentro.

Le agarré de la mano y tiré de él. Le hice un mini tour por la casa, subí las escaleras rápido, temía que alguien pudiera vernos. La casa estaba a rebosar. De nuevo Tristán se pasó invitando a gente. Una barbacoa a medio día que se convirtió en una fiesta llena de universitarios desesperados hasta las tantas de la noche. Suspiré cansada y recuperé la respiración en cuanto llegamos a la primera planta. Solté a Pablo y caminé hasta mi habitación. Mi cuerpo reaccionó a él antes de lo que imaginaba. Mi corazón latía desbocado y mi respiración se volvió irregular. Él causaba ese efecto en mí y yo siempre estuve encantada de experimentar sensaciones nuevas.

-¿Tienes baño en la habitación?

-Eh si...bueno no...quiero decir sí-se notó a kilómetros que estaba nerviosa, no pude evitarlo-. Sí tengo, pero lo comparto con Tatiana. El baño es lo que separa nuestras habitaciones-aclaré.

Él asintió, no dijo nada más. Se dedicó a observar cada rincón de mi habitación. La inspección a su antojo y hasta me atrevería a decir que sonreía al ver cada chorrada que había en ella. Me quedé mirándolo, apreciándolo, aquella vez fue la primera que me afirmé a mí misma que me gustaba o por lo pronto, me estaba volviendo a gustar.

-¿Te quieres duchar tú primero? Así bajas antes con los demás-comencé a sacudir un cojin, estaba demasiado nerviosa como para estar pendiente de lo que quería hacer.

-Y, ¿por qué querría volver a abajo con los demás?-alzó las cejas, yo me quedé perpleja.

-Pues entonces lo que prefieras, yo te pediría que te aclarases porque la sensación de estar mojada me produce repelús-cara de asco automáticamente entrando en el chat.

-Pues dale, entra tú primero. Bajo un momento a por mi mochila.

-Como quieras-mostré más entereza.

Me acerqué al armario y saqué unos vaqueros cortos, un top violeta de tirantes y la ropa interior. Me metí en el baño y cerré con pestillo. Le di al play a mi playlist favorita y comencé a bailar moviendo las caderas. En soledad solía ser mucho más atrevida que cuando salía de fiesta. Mis amigas siempre me dijeron que tenía ritmo,  que bailaba de lujo y que me tenía que soltar más. Pero lo cierto es que me daba vergüenza que me miraran, en mi casa estaba yo sola y nadie se percataría del ridículo. Metida en mi burbuja como siempre, pero allí dentro era muy feliz.

Endless Nights ▪︎ PABLO TORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora