Capítulo 28

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Malena
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-Y yo os declaro, marido y mujer.

Miré a Pablo siendo incapaz de borrar la sonrisa de la cara. Por unos instantes me convertí en la chica más afortunada del planeta. Nos acabábamos de casar, algo íntimo, nada escandaloso. Queríamos hacer una celebración, pero al ser tan jóvenes preferimos esperar. Lo importante fue que nos dimos el sí quiero y nuestra nueva vida comenzaría a cobrar sentido.

Me acerqué a él y poco a poco fuimos acortando la distancia hasta que nuestros labios se tocaron. Nos dimos un beso corto, una prueba más de que lo nuestro era real. Nos casamos en Sevilla, por petición mía, tras estudiarlo preferí que nuestras familias no estuvieran presentes. Queríamos volver a casarnos, hacerlo algo más grande, pero no mucho. Nunca me gustaron las bodas excesivas, pero aquel acto fue mucho más allá que una simple unión entre dos personas. Lo hicimos por él, por Alejo. Queríamos tenerlo con nosotros, quizás éramos muy jóvenes para criar a un niño tan pequeño, pero la conexión que existían entre nosotros nos daba esperanzas. Supimos desde el primer momento que no sería algo fácil, pero a mí me bastaba con que funcionase.

-Ya estamos casados-dijo él dándome un toquecito en la nariz.

-Pues sí-sonreí-, quien me lo iba a decir a mí-reí.

Pablo me abrazó y besó mi cabeza mientras yo cerré los ojos y disfruté de aquel pequeño momento. Juntos ante las adversidades, juntos ante todo pronóstico.

-¿Creo que deberíamos llamar a nuestras familias?-se acomodó el pelo y yo rodé los ojos.

-No seas aguafiestas, ya lo haremos esta noche. Ahora vamos a disfrutar de nosotros-dije colocando mis manos en su torso, me elevé hasta que nuestras bocas quedaron a la misma altura y lo besé-. Nos espera una suite en el mejor hotel de Sevilla. ¿Acaso te lo quieres perder?-empleé un tono seductor, él sonrío con cierta picardía.

-Por nada en el mundo, mi comandante-su boca se estrelló con la mía, me agarró del cuello con posesión y profundizó en el beso.

Me dejé besar mientras estaba viviendo mi propia película de ensueño. Todo comenzaba a cobrar sentido y al fin estaba disfrutando de mi vida. Comencé a hacer lo que yo quería y no lo que los demás esperaban. Me prioricé, cambié el chip y entonces fue cuando aprendí a volarme. Me miraba en el espejo y me gustaba lo que veía, me veía guapa, me veía radiante, con otras vibras. Fue esa felicidad extrema la que llegó a mi vida para hacerme mejor. Vivir con Pablo en Sevilla fue un sueño, los dos nos complementábamos de maravilla y la convivencia fue demasiado fácil. Teníamos nuestros roces, al final pasábamos mucho rato juntos, pero logramos solventar todo tipo de discusiones.

-Te quiero-susurré con mi boca pegada a la suya.

-Te quiero-me correspondió un con dulce beso en los labios.

Nos separamos y le dimos las gracias a Pedri y a Alexia por haber sido nuestros testigos. La pareja fueron nuestro mayor apoyo y aunque la decisión de no contárselo a nuestras familias fue nuestra, ellos fueron quiénes nos ayudaron a tomarla. No fue fácil, más que nada porque para mí mis padres eran muy importantes y ocultarles cosas hacía que me sintiese mal. Pablo, sin embargo, no tenía una buena relación por lo que a él no lo suponía un problema mayor. Pero yo, yo estuve batallando varias noches mi decisión. Fueron noches sin final, pensando una y mil veces en que era lo mejor. Y tras meditarlo creí conveniente no contarlo, disfrutar los dos del momento y más adelante hacer una ceremonia formal con todos nuestros familiares y amigos.

Abandonamos el juzgado y nos despedimos de nuestros amigos. Ellos iban a poner rumbo al aeropuerto para volver a Barcelona. Dolía tener a Alexia lejos, pero al final hablábamos todos los días y algún que otro fin de semana, cuando Pedri no jugaba en casa venía a verme a Sevilla.

Endless Nights ▪︎ PABLO TORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora