Capítulo 8

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Pablo
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-¿Te ha contestado?-Nacho interrumpió en mi habitación con una sonrisa pícara en la cara.

-Sí-alargué la vocal, él comenzó a reírse-, ahora por favor si no es mucha molestia quiero estar solo.

-Una última cosa y te dejo en tu cueva-apoyó su espalda en el marco de la puerta, se pasó las manos por el pelo despeinándose-. ¿Dile que le hable a su prima de mí?

-¡¿Te gusta Tatiana?!-grité, he de reconocer que grité bastante.

-No me gusta, quiero iniciar el proceso de conocerla. Me parece una chica muy interesante.

-Habla con Tristán-sugerí con bordería.

-Tristán es imbécil-masculló enfadado.

Algo pasó entre ellos y como siempre no me enteré del drama. Quise investigar un poco, pero me di cuenta que aquello no iba conmigo y que no saberlo tampoco significaba un drama en mi vida. Podía vivir perfectamente sin saberlo.

-Ya veré que hago-cedí-. Ahora piérdete, quiero estar solo.

Mi primo asintió con la cabeza y se marchó cerrando la puerta de mi habitación. Suspiré y de nuevo leí el mensaje de Malena. Aquel que me confirmaba lo que tanto tiempo estuve esperando. ¿Una primera cita? Quizás no pude catalogarlo así, pero sentí que quedar con ella aquel día sería especial. Durante mi estancia en Estados Unidos no hubo día que no pensara en ella, fue increíble la sensación que me producía pensar en ella. Fue como tenerla cerca a pesar de estar a tantos kilómetros. La sentía conmigo y fue algo realmente hermoso.

Pero antes de iniciar algo con Malena tuve que hacer frente a mi mayor miedo, Elsa. No es que tuviera miedo de dejarla, lo tenía bastante asumido y sabía que lo nuestro no iba a ninguna parte, pero ahora bien, su reacción era lo que me preocupó. Durante el periodo de tiempo que la estuve conociendo me di cuenta de que ella estaba sintiendo más que yo y eso me producía miedo. Lo último que quería era causarle dolor. Elsa fue importante, pero no lo suficiente como para poner mi mundo patas arriba.

Además que conocer a Malena era lo primordial y en mis planes no estuvo jugar a dos bandas en ningún momento. Ella se merecía que la quisieran bien, de verdad, sanamente y con Elsa en el camino la estaba fallando. Mi principal objetivo aquella tarde fue cortar de raíz lo que tuviera con ella, porque quería comenzar algo con Malena sin mentiras.

El timbre sonó y segundos más tarde escuché mi nombre salir de un berrido de Carlos. Suspiré profundamente y me bajé de la cama, necesitaba hacerlo, debía hacer las cosas bien. Aunque mi cueva no era tan secreta, los pasos subiendo las escaleras cada vez sonaban con más fuerza.

-Pablo-su voz se hizo notar en cuanto apareció tras la puerta.

-Pasa Elsa-suspiré.

La morena me hizo caso, en su cara vi intenciones mucho más allá, intenciones muy distintas a las mías. Desde el primer momento supe que le iba a hacer daño. Y durante un buen rato estuve buscando el método perfecto para hacerlo, pero en todas las opciones siempre la acababa viendo llorando.

-No, Elsa no-le sujeté las manos en cuanto se acercó-. Hoy tampoco me apetece.

-¿Entonces para que me has llamado?-mosqueada se cruzó de brazos.

-Para hablar, nunca te he llamado para otra cosa. Si ha surgido me he dejado llevar, pero ya sabes que no soy así-me alteré, mi voz sonó más inquietante.

-¿Me vas a dejar?-alzó las cejas, él enfado se fue transformando en frustración.

-Sí-suspiré-, pero tampoco éramos nada.

Endless Nights ▪︎ PABLO TORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora