Capítulo 24

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Malena
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-No tenía que molestarte Pablo-dije abrazándome a él.

-Siempre he querido tener un pequeño detalle contigo y no veía el momento-su dedo pulgar acarició mi mejilla provocando que esbozara una sonrisa.

-Es un viaje que tenía muchas ganas de hacer contigo-sonreí, quizás demasiado, pero él me hizo querer sonreír siempre.

La cena con sus compañeros no fue del todo bien. Y nunca solían ir bien. Siempre hubo mucha tensión entre ellos, sobre todo cuando una chica era el motivo de disputa. Que si Eric y Gavi peleados por mi amiga Olivia, que si Pedri se acabó enterando de que Alexia iba a publicar un libro donde él era el protagonista, que si la novia del Balde se enteró que estaba con otra a la misma vez, Ferrán y Nico enfrentados por Salma. Aquello en vez de parecer una reunión de compañeros de equipo parecía una versión futbolística de la isla de las tentaciones. Estaba tan incómoda que Pablo tuvo que fingir estar indispuesto para poder irnos a su casa tranquilamente. Y en parte lo agradecí, me caían bien sus compañeros, menos cuando se comportaban como auténticos críos.

Y Pablo que era un sol conmigo aprovechó el momento para regalarme un viaje a París. Los dos solos, en Nochevieja, cuatro días disfrutando de nuestro amor. Ya estaba contando los días para poder irnos. Y es que no hubo nada que me hiciera más ilusión que estar con él a solas.

-Ya quiero que sea veintinueve de diciembre-me acerqué y le di un beso corto en los labios.

-Todavía quedan dos meses-dijo él haciendo que nuestras narices se rozasen.

-Bueno déjame soñar, ¿no?-reí-rodeando con mis brazos su cuello.

-Yo te dejo soñar todo lo que quieras-sus labios atacaron los míos.

Nos dejamos caer en la cama, los besos nos cesaron, poco a poco fuimos dejándonos llevar y acabamos uniéndonos una vez más.

Pablo•••••••••

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Pablo
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Los pequeños rayos de luz que entraron por los pequeños agujeros de la persiana me despertaron. Malena se encontraba acurrucada en mi pecho. Acaricié su pelo mientras los miles de recuerdos con ella pasaron a cámara lenta por mi mente. Con ella lo tenía todo y no me veía otra forma que no fuera con ella. Siempre tuve claro que al encontrarla a ella ya había encontrado al amor de mi vida.

Comencé a darle besitos por toda la cara, quise despertarla, quise que me regalara una de sus maravillosas sonrisas. Besé sus labios y entonces fue cuando lo hizo, sonrió, todavía con los ojos cerrados. Acarició mi espalda mientras que nuestros labios ya se sabían de memoria los gustos del otro.

-Buenos días-dijo haciéndose la remolona.

-Buenos días mi comandante-dije besando de nuevo sus labios-. Me voy a la ducha, ¿te quieres unir?

Endless Nights ▪︎ PABLO TORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora