Capítulo 27

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Malena
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-¡Lenita!-Alejo gritó mi nombre en cuanto me vio.

Me agaché para recibirlo, ya que en cuanto me vio echó a correr. Lo recibí entre mis brazos y le di un beso en la cabeza mientras disfruté del contacto. Lo eché tanto de menos durante mi estancia en Sevilla. No hubo día que no pensara en él. Todas las noches miraba nuestras fotos y esperaba que mis tíos y mis padres estuvieran teniendo el valor de afrontar la situación lo mejor posible. Mi tía estaba desolada, la peor forma de acabar el año llegó, entró en una depresión muy fuerte, de la cual estuvimos convencidos de que no saldría. Tristán abandonó el ejército al año de haber comenzado, el mundo de las drogas lo nubló y a punto estuvo de matar a Rubén a puñetazos. Iba hasta arriba de cocaína y por poco nos causa más de un problema. En un centro de desintoxicación y al borde de la muerte. Y luego Tatiana que un día decidieron arrebatarle la vida por culpa de los malditos celos. No hubo justicia y no hubo paz en mi familia. Porque a pesar de saber que Rubén estaba en el cárcel y que hasta el juicio estaba bajo el régimen de la prisión permanente revisable, el dolor seguía y por mucho que supiéramos que estaba entre rejas, nadie nos iba a devolver a Tatiana.

Y dolía pensar que la vida era tan injusta, ella no iba a volver, ella no decidió marcharse. A ella le arrebataron lo más preciado que tenemos dejando en este mundo un niño de tres años que no tenía culpa alguna. Perdió a su madre y a la misma vez perdió a su padre.

-He venido en el coche con Pedri-dijo emocionado-. Ha sido muy guay-me miró con los ojos brillosos y sonreí.

-¿Se te ha hecho muy largo el viaje?-pregunté y él negó con la cabeza mientras hacía morritos.

-He venido durmiendo casi todo el tiempo-dijo orgulloso-. ¿Es verdad que Pablo y tú os vais a casar?

Reí y alcé la mirada para mirar a Pablo, el cual levantó los brazos excusándose y comenzó a reírse.

-Sí, bueno, queremos que tú vivas con nosotros. Siempre y cuando tú quieras-le despeiné y él entrecerró los ojos.

-Creo que sí, quiero vivir con vosotros-dijo esbozando una sonrisa.

-¿De verdad?-pregunté y él asintió.

-Sí, Pablo es muy guay y a ti te quiero mucho. Y sé que a mamá le encantaría que tú fueras mi segunda mamá, siempre me dijo que si le pasaba algo acudiera a ti.

Sonreí y volví a abrazarlo. Cerré los ojos y mi mente se inundó de la viva imagen de mi prima. No es que dejara de doler, pensar en ella abría cada vez más una herida que solo quería cicatrizar. Pero comprendí que superar no es olvidar. Que la muerte nos sorprende de una día para otro y por mucho que duela, no podemos hacer nada. Aprendí a que dejase de doler, a no llorar y a sonreír. Tatiana estaba con mi abuela y sé que juntas me estaban dando las fuerzas para continuar.

-¿Podemos ir a cenar al Telepizza?-preguntó cambiando de tema.

-Claro, pero todavía falta mucho para cenar. ¿Te parece bien que vayamos a merendar churros con chocolate?-alcé las cejas y él me sonrió con picardía.

Asintió con la cabeza y salió corriendo. Me reí mientras negaba con la cabeza y me levanté del suelo. Caminé hasta donde se encontraba Pablo, el cual estaba apoyado en el marco de la puerta mirándome de una forma muy sensual.

-¿Qué tal el viaje?-coloqué mis manos en su pecho y sonreí.

-Agotador, esta noche me vas a tener que dar un masaje-colocó sus manos en mi cuello y me besó los labios.

Ganaron el último partido del año quedando así primeros en la tabla. Todo parecía cobrar sentido, Pablo estaba jugando algo más, en los últimos dos partidos estuvo de diez y aprovechó su cesión para mejorar. Ambos sabíamos que su futuro futbolístico eran algo incierto, pero estábamos convencidos de que la vida le iba a deparar lo mejor del mundo. Ya estábamos cansados de sufrir, solo queríamos disfrutar de la vida sin penas y sin dolor.

Endless Nights ▪︎ PABLO TORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora