Malena
•••••••••••-¿Alejo no debería de haber llegado ya?-fue lo primero que dijo Pablo nada más llegar a casa.
-Hola amor, yo también estoy bien-coloqué los brazos en jarra mientras me reía.
-Perdona, es que no me gusta que salga tan tarde-Pablo se acercó y besó mis labios-. No ha llegado, ¿no?
-No, pero tranquilízate-puse mis manos en sus hombros y le rogué con los ojos calma-. Tiene dieciseis años, le damos total libertad para salir. No te agobies.
-Tengo un mal presentimiento Malena, nos ha salido el niño kinki-suspiró el cántabro y yo tuve que aguantar la risa.
-No ha salido pijo como nosotros, pero que se le va a hacer. Bastante tenemos ya con que se haya tatuado medio brazo falsificando tu firma.
-No me lo recuerdes-se llevo la mano dramáticamente a la frente.
No pude evitar echarme a reír. Otra cosa no, pero Pablo en ocasiones se pasaba de intenso. Aunque a mí me gustaba y mucho que se preocupara por Alejo. No fue fácil criarlo, siempre tuvo un carácter muy fuerte y muy suyo, quizás distaba mucho de como como éramos Pablo y yo, pero si algo tuvimos claro durante toda su crianza fue que le dejaríamos ser él mismo. Y poco a poco fue consolidando su personalidad, quizás distaba mucho a como éramos nosotros, pero lo único que hicimos fue darle la libertad que tanto él quería. A Pablo le gustaba denominarlo "kinki de barrio" y la verdad es que no se alejó mucho, con dieciseis años ya se tatuo el brazo entero. No sé como, pero consiguió calcar la firma de Pablo y se tatuó. Todavía recuerdo la cara del futbolista en cuanto vio al niño con el brazo tatuado. A mí se me pasó el disgusto en cuanto vi el rostro de mi prima en el antebrazo. Admito que en ese momento lloré, Alejo siempre tuvo muy presente a su madre.
Mi móvil sonó de repente, Pablo me miró asustado. Con la mirada traté de darle tranquilidad y lo conseguí. Si algo tenía nuestra relación eran esos pequeños gestos que nos hacían ser una pareja muchísimo más sólida y cercana. Él sabía tranquilizarme a mí al igual que yo a él. Casi nunca discutíamos y si lo hacíamos siempre lo hacíamos desde la calma y el entendimiento. En ocasiones solía alterarme y le gritaba demasiado, sobre todo al principio de la convivencia, pero luego aprendí a no pagarlo con él y desde entonces nos fuimos consolidando como pareja.
Descolgué el teléfono algo inquieta, no tenía guardado aquel número, cualquier otro día no lo hubiera cogido, pero tras la insistencias de mi marido no me quedó otro remedio.
-¿Si?-pregunté apoyando la mano que tenía libre en el respaldo del sofá-. ¿Cómo?... Sí, sí, vamos enseguida. Gracias por llamar.
-¿Qué pasa? ¿A dónde vamos?-preguntó Pablo alterado.
-Cámbiate de ropa y en el camino te lo cuento-me llevé las manos a las sienes y me las masajeé intentando aguantar las ganas de gritar.
El cántabro me hizo caso y subió a cambiarse de ropa. Mientras tanto yo me entretuve cambiando las cosas de un bolso a otro, me gustaba salir por la noche con un bolso más pequeño. Manías, supongo. Pablo bajo al cabo de unos minutos, se dio prisa, para ser él. Mira que yo tardaba lo mío, pero él se tiraba muchísimo más rato arreglándose. Alejo se desesperaba, siempre le metía prisa y Pablo se alteraba con muchísima facilidad. Siempre le gustó hacer las cosas con calma.
ESTÁS LEYENDO
Endless Nights ▪︎ PABLO TORRE
FanfictionElla perdió su DNI, él lo encontró. Un fin de curso inolvidable, un primer beso que les marcó. Santander y Sevilla contectados por Barcelona. Y en reencuentro dulce, en el peor de los escenarios.