Endless Nights ▪︎ PABLO TORRE

Prólogo

Aquel grito desgarrador que corrompió su mente desde el primer minuto en el que vio a su prima llorar. Una llamada devastadora consiguió desestabilizar a toda una familia, meses luchando en contra de aquella orden judicial. Meses llenos de incertidumbre, tratando de cuidarse, de mantener la mente serena y sobre todo de mirar por el bienestar de él. El ambiente estaba tenso, las lágrimas no cesaban y la angustia estaba más presente que nunca.

Un cielo despejado fue testigo de la ruina de una familia común afincada en Barcelona desde hacía aproximadamente tres años. Apenas se veían pájaros sobrevolar los cielos, todo estaba en silencio como si la masacre fuera conocida por todos.

Malena apoyó su espalda en el marco de la puerta, con los brazos cruzados observó el panorama. Los gritos de Alejo, los lloros de Tatiana, sus padres luchando en contra de su voluntad y aquel infierno se situaba tras la puerta principal. Pellizcó sus labios muerta de la impotencia, conteniéndose la rabia y rezando por ver a su prima bien. Ella supo desde el primer momento que el camino no iba a ser fácil, pero confiaba en que más pronto que tarde todo pudiera volver a la normalidad.

-Tatiana no alargues más el momento por favor-su padre, cansado de la situación, incitó a su hija al peor de los finales.

Malena no pudo evitar emocionarse al ver como su prima se aferraba al pequeño Alejo. Vio como Tatiana le daba besos al pequeño de tres años por toda la cara mientras estaba a punto de darle un ataque de ansiedad. Malena no tuvo otro remedio que girarse y obviar aquella situación, le rompía el alma ver a su prima en aquella situación. Tatiana para ella era mucho más que una prima, se criaron como hermanas y verla así no era nada agradable.

-¡Tatiana!-Malena se abrumó ante el grito de su tío-. Por favor-sentenció.

Tatiana se levantó con su hijo en brazos y llorando a moco tendido se acercó hasta la puerta seguida de todos sus familiares. La cancela se abrió y allí pudo observar a su peor pesadilla. Su expareja, la asistente social, los abogados y un despliegue policial de la hostia.

-No me quiero ir con papá-sollozó Alejo aferrándose al cuello de su madre-. ¡No quiero!

-Mamá va a ir a buscarte, ¿vale? Te amo Alejo, te amo mucho-Tatiana depositó un largo beso en la mejilla de Alejo.

Con un nudo en la garganta le entregó el niño a la asistente social. Vio como su expareja trató de coger a su hijo, pero este pataleó y gritó rechazando cualquier afecto que no fuera el de su madre. Tatiana se tiró al suelo, llorando y gritando, buscando una via para no perder a su hijo. Malena y su madre se arrodillaron al lado de la castaña y dentro de la medida posible trataron de animarla o al menos, conseguir que su respiración fuera regular.

Montaron al niño en el coche, llorando y gritando aquella palabra que tanto sacia a una madre, mamá, y al parecer los gritos del niño no sirvieron para nada. El coche desapareció dejando un escenario roto, lleno de rabia y tristeza.

Mientras tanto, al otro lado de la acera, Pablo y Carlos caminaban sin rumbo fijo. Salir por salir y ver que les deparaba la tarde. El sol azotaba con fuerza aquella tarde, demasiado calor, el sudor resbalaba por sus espaldas. Pablo se chupó los labios hidratándoselos y frunció el ceño al oír aquellos gritos desgarradores. Los gritos de una madre a la que le acababan de arrebatar lo más grande de su vida, a su hijo.

-¿Esa no es la tía con la que te liaste en el fin de curso de cuarto de la ESO?-preguntó Carlos colocando su mano derecha en forma de visera.

-¿La que está tirada en el suelo? No soy capaz de verle la cara-Pablo entrecerró los ojos para intentar ver mejor, para intentar afianzar la vista.

-No imbécil, la chica de al lado, la que la está sosteniendo en brazos. Que sí tío, que es la que perdió el DNI-Carlos insistió, lo que provocó que ambos se acercaran al meollo.