Capítulo 23

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Malena
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-Tati, tengo miedo-me abracé a ella alargando el momento.

No quise irme con Pablo porque aquello suponía estar junto a sus padres y a mí me entró el pánico. Su madre me miraba fijamente, buscando constantemente una desaprobación hacia mi persona. Era una mujer seria y estirada, me miró por encima del hombro nada más verme. Vestía de forma elegante, se notaba que tenían un poder adquisitivo bastante elevado. En definitiva, Tatiana y yo no fallamos en cuanto a nuestra intuición acerca de la familia de Pablo.

-Va a salir todo bien-mi prima esbozó una amplia sonrisa.

-Estoy cagada-hice pucheros mientras le suplicaba con la mirada-. Tienen pinta de la que tú y yo sabemos...

-Sé tú misma Malen. Lo demás da igual.

Mi prima me dio un beso muy tierno en la mejilla y tras despedirme de ella me monté en el coche con Pablo y sus padres. Conducía él, yo por petición suya me senté en el asiento del copiloto y sus padres iban detrás. Ni siquiera me atreví a mirarlos, me dio la sensación de que eran una pareja muy seria y muy reservada. No hablaron durante todo el trayecto, el silencio reinó y a mí me estuvieron matando los nervios.

A cenar íbamos y no me pude negar, casi que me obligaron a ir y mi problema fue que yo ya había cenado antes del partido y hambre no tenía. Pensaba en comida y me entraban ganas de vomitar. Cada minuto que pasaba se iba haciendo más largo, deseé huir, no estar allí. Pero la realidad era muy distinta a lo que yo deseaba. Siempre tuve la duda, siempre quise conocer a sus padres, hasta que les vi la cara y entonces fue cuando me acojoné.

-Ahí hay un hueco para aparcar-dijo el padre de Pablo en un tono bastante autoritario.

Me aclaré la voz y suspiré. La verdad es que me entró pánico porque el momento se acercaba y yo no tenía nada claro. Mi cabeza daba vueltas, comencé a pensar cosas sin sentido y me agobié.

En cuanto el coche se detuvo me bajé, miré a mi novio el cual me tranquilizó con una sonrisa. Me acerqué a él por inercia, buscando un refugio, deseando no quedarme sola ante el enemigo. Porque desde el primer minuto los calé, Pablo era el hijo mimado, el que siempre tuvo de todo, sus padres tenían devoción por él y yo era un estorbo en sus vidas.

Me dio la sensación de que su madre era de esas típicas suegras que no soportan que su hijo tenga pareja. Me miró de forma altiva, por encima del hombro y haciendo continuas muecas de desaprobación. A mí la situación comenzó a resultarme bastante tediosa.

-Amor-le agarré del brazo y susurré-, tengo un problema-me mordí el labio inquieta.

-¿Pasa algo?-me retiró el pelo de la cara y sonrió.

-Que yo he cenado antes del partido y ahora mismo pues como que no tengo hambre-puse ojos de corderito para ablandarlo-. Pienso en comer y me entran arcadas.

-No te preocupes, seguro que mis padres lo entienden-juntó sus labios con los míos y me dio un beso muy tierno.

Sonreí atontada perdida, sus besos conseguían evadirme por completo de la realidad aunque solo fuera por unos segundos.

Pasamos dentro del restaurante y la verdad es que me entraron los nervios. Su padre me comenzó a mirar de una forma más diferente, como con algo más de afecto, pero su madre seguía igual de distante o incluso peor.

-¿Qué estudias querida?-preguntó ella colocándose la servilleta sobre su regazo.

-Medicina-sonreí nerviosa.

-Anda mira, por lo menos ha elegido algo con futuro. Esperemos que no lo dejes-me sonrió de una forma muy estremecedora.

Sonreí porque en aquel momento no supe que hacer y la sonrisa fue la mayor de las excusas. Cuando no sabía que hacer o que decir decidí sonreír.

Endless Nights ▪︎ PABLO TORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora