Capítulo 17

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Malena
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Comencé a recoger mis cosas tranquilamente, primer día de universidad superado, o al menos así pensé en aquel momento. Metí el portátil en el bolso y miré a mi alrededor. La verdad es que me abrumó ver a tanta gente, había un par de chicas que me sonaban de vista, pero por lo demás todos eran meros desconocidos.

-¡Hombre, Malenita!-aquella voz me resultó tan familiar y a la vez tan distante.

Tuve la certeza de haberla reconocido, de haberla escuchado en otra ocasión, pero por otro lado supe que si me giraba me tendría que enfrentar a alguien que no me caía bien. La curiosidad me mató y me acabé girando. 

Carlos.

Suspiré y coloqué una sonrisa falsa en mi rostro y me acerqué. No me apeteció hablar con él, pero tampoco quise parecer una maleducada. Sonreí y fui acortando la distancia deseando que no comenzará a hablarme de Pablo.

-No esperaba verte aquí-murmuré un poco a la defensiva.

-Ni yo a ti la verdad, aunque ahora que recuerdo, Pablo me lo comentó-sonrió y a mí me dio repelús.

-Genial-ironicé.

Nos quedamos mirándonos y no supe donde meterme. Si es que no me tenía que haber girado. Lo último que quise fue dejarme engatusar por el mejor amigo de Pablo, el cual era conocido por sus grandes dotes de manipulación.

-Esta noche vamos a salir algunos de clase, ¿te apuntas?-se pasó la mano por el pelo de una forma un tanto ridícula y yo me vi en la obligación de negar con la cabeza.

-No puedo, pero gracias por contar conmigo-sonreí de nuevo falsamente.

-¿En serio que no puedes?-y allí mismo dejó salir su maravillosa personalidad, su intención en aquel momento fue convencerme de algo que yo no estaba dispuesta a hacer.

-Es que es el cumpleaños de mi tío-mentira, todo era mentira, pero necesité quitarme a ese individuo de encima.

-Oh, vaya-lo noté decepcionado-. Quizás a la próxima-colocó su mano en mi hombro haciéndome sentir incómoda.

Me aparté con disimulo y aproveché que se puso a hablar con un tío con rastas para huir. Respiré tranquila minutos después cuando ya estaba bastante alejada de la facultad. Solo deseé en aquel momento estar en el coche con Tatiana y contarle como me había ido el día, quizás con suerte tenía algún plan chulo para hacer por la tarde.

Fui a cruzar en cuanto el semáforo se puso en verde, al final de la calle logré identificar el Range Rover de mi tío que solía ser utilizado con frecuencia por Tat.

-¡Pero, ¿tú eres gilipollas?!-grité en cuanto un coche frenó a centímetros de mí.

Miré el vehículo, casi desesperada y con la respiración agitada del susto. Me llevé la mano al pecho en un intento de recuperar la compostura. Del coche se bajó un chico moreno, con el pelo trenzado y que me resultaba familiar, tan familiar como que lo reconocí al instante.

-Lo siento, ¿estás bien?-dijo en un perfecto acento francés.

-Sí-asentí dulcemente.

Él sonrió y yo también lo hice. Y fue entonces cuando me pregunté si es que yo tenía la mala costumbre de atraer a todos los futbolistas del Fútbol Club Barcelona. Porque aquel chico que casi me atropella era ni más ni menos que Jules Kounde.

-¿De verdad?-se preocupó, noté cierto temor en su mirada.

-Sí, estoy bien-traté de sonreí, pero aquello no se parecía ni de lejos a una sonrisa-. Ahora si me disculpas tengo que irme.

Endless Nights ▪︎ PABLO TORREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora