Capítulo 29: A Rey muerto...

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Las jornadas de viaje fueron largas y agotadoras pero debíamos ir a un ritmo ligero para llegar cuanto antes a la capital y así terminar con el maldito problema. Al final llegamos a las puertas de Orzammar y nunca me había alegrado tanto de ver semejante portón ante mí.

Alistair, Oghren y yo nos dirigimos sin más dilación a la sala del cónclave donde estaban reunidos los nobles mientras los demás se dirigían hacia la casa de los Guardas Grises para descansar y prepara la vuelta a la superficie.

-Freyja yo voy con vosotros- dijo Hilda.

Los cuatro nos dirigimos a la sala del conclave.

-Señores del conclave esta discusión no lleva a ninguna parte- se oían las voces detrás de las puertas de la sala.

Decidimos interrumpir sin más era un asunto la mar de urgente y me importaba tres nugs si se ofendían. La gente comenzó a alzar la voz cuando entramos en la sala del conclave. Todos decían la guarda ha encontrado a Hilda Aeducan.

-Dejemos hablar a la Guarda ¿Qué noticias nos traes? – pregunto el guardián del conclave.

-Caridin estaba atrapado en el cuerpo de un golem – conto Oghren – forjo una corona para el rey de su elección, la Guarda le dio la liberación que aguardaba des de hace mil años destruyo el Yunque del Vacío y se suicidó.

-¿Debemos aceptar la palabra de un borracho y de una Guarda Gris que todo el mundo sabe que está a sueldo de Harrowmont o a la asesina de mi hermano? – pregunto con amargura el príncipe Bhelen.

-Yo no lo asesine, fuiste tú para ocupar el trono de nuestro padre – le dijo Hilda.

-Silencio – grito el guardián del conclave - Esta corona es obra de un Paragón y lleva el sello de la antigua casa de Ortan. Dinos Guarda ¿a quién escogió Caridin?

-Harrowmont – respondí.

Mentí sobre la verdadera respuesta de Caridin pero la verdad no hubiera ayudado a nadie ya que al final era yo quien decidía puesto que él me había dado permiso.

-Agradezco tu honestidad guarda, has actuado con mucha elegancia a lo largo de este tortuoso proceso – dijo Harrowmont.

Entonces el guardián corono a lord Harrowmont como nuevo monarca enano lo cual Bhelen no se tomó muy bien, se levantó en armas contra él. La pelea fue bastante igualada hasta que Hilda lo flanqueo y le corto la garganta mientras le decía al oído.

-Esto es por nuestro hermano, nuestro padre y por mí –

-Admito que no creía que Bhelen se atreviera a levantarse en armas y que tantos le siguieran – se lamentó Harrowmont – pero la mayoría de Orzammar ha visto como es en realidad y espero que podamos contra esta rebelión.

-Lord...quiero decir mi Rey – dijo Hilda haciendo una reverencia.

-Pequeña Hilda ojala hubiera una manera de que te pudieras sentar en el trono de tu padre – se lamentó.

-No os aflijáis majestad – le respondió ella – para mí ya es pago suficiente que se haya hecho justicia con mi hermano y que mi nombre sea limpiado. Ahora me gustaría ayudar a la Guarda a acabar con la Ruina.

-Cuando toda esta pesadilla termine venirme a ver, me gustaría que fuerais mi embajadora en la corte de Ferelden es la única manera que veo que puedes estar involucrada en la corte de Orzammar de momento –

-Me parece bien-

-Majestad – dije – creo que seréis un buen rey, tengo fe en vos.

-Empezare a movilizar al ejército cuanto antes – dijo el rey – permitirme que os envié comida y lo que necesitéis antes de partir.

-A nuestras armaduras y armas no les vendría mal una puesta a punto –

-Todo lo que necesitéis –

Todos nos dirigimos a la casa de los Guardias Grises donde nos esperaban los demás y un herrero enviado por Harrowmont, la casa estaba llena de comida, cataplasmas curativas, pociones de lirio...todo cuanto necesitáramos para nuestra vuelta.

-No se vosotros pero yo me muero de hambre – les dije a mis compañeros.

Después de darle las armaduras al maestro herrero para que las repare comimos la suculenta comida que nos habían servido preparando.

Alistair y yo nos fuimos a la habitación, en ella había una bañera de piedra enorme alimentada con aguas termales.

Empezó a desnudarme cuando vi que Alistair no dejaba de mirarme.

-¿Qué? – pregunte.

-Simplemente estoy disfrutando de la vista – dijo con voz picarona.

-Tu...-dije negando con la cabeza – llevas demasiada ropa.

Sonriéndome abiertamente se miró a sí mismo.

-Tienes mucha razón, esperaba que me ayudaras – dijo extendiendo sus brazos hacia mí.

El ligero toque de sus dedos era enloquecedoramente excitante. Trabaje instintivamente los cordones de sus pantalones de algodón, pero me detuve a mitad de camino para frotar mi mano contra la dureza que se escondía dentro de sus pantalones. Vi cómo se sacudía de placer ante mi tacto y gimió agarrándome por los hombros.

-No volvamos hacer eso hasta los pantalones estén fuera –

Le dedique una mirada un tanto malvada mientras continuaba desabrochando los cordones del pantalón y los tire hacia debajo de su cintura Alistair volvió a gemir cuando volví a rozar su virilidad al sacarle la ropa interior. Sentí su mirada clavada en mí mientras mis dedos recorrían su longitud.

-Tus pantalones ya no nos molestan – le dije.

-Eres realmente una pequeña provocadora-

-Bueno si quieres que me detenga....-

-No, no he dicho eso pero por que no aprovechamos esa magnífica bañera que tenemos detrás de nosotros-

Nos metimos en la bañera y mi cuerpo dolorido lo agradeció pero lo que más me apetecía era sentir Alistair dentro de mí.

Alistar se abrió camino des mis pechos hasta mi garganta para acabar reclamando mis labios. Le obligue a sentarse y me puse encima de el a horcajadas mientras guiaba su virilidad hacia mi interior.

-¿Tanta prisa tienes? – Pregunto – no me has dejado ni siquiera tocarte.

-Llevo demasiadas semanas sin notarte dentro de mí –

-Entonces no voy a ser yo quien te detenga – me dijo.

Enterré su palpitante miembro dentro de mí y empezó a moverme, lenta pero rítmicamente, notaba como poco a poco alcanzaba mi clímax así que empezó a acelerar el ritmo mientras Alistair me apretaba contra si jadeando de placer hasta que los dos llegamos al orgasmo.

Después de unos minutos sin movernos simplemente degustando el placer de estar juntos salimos de la bañera y nos metimos en la cama. Para mí no había nada mejor que aquel momento por unos minutos al día me sentía plenamente segura....

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