Capítulo 16: Lobos

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Claramente esas ruinas tenían un estilo elfico, seguramente fueron anteriores a la ocupación del imperio cuando los elfos todavía tenían una sociedad avanzada y lengua y cultura propios.

Se podía entre ver la belleza de aquel lugar y me intrigaba saber que albergaría una construcción de tal magnitud, seguramente debía ser para algo importante.

Empezamos a descender por una escalera, claramente las ruinas estaban incrustadas casi en su totalidad bajo el bosque, el aire estaba viciado y el olor a putrefacción estaba presente en cada rincón.

-Tenemos que ir con cuidado pueden haber trampas - surgió Zev.

-Leiliana tu conmigo delante - le dije a mi amiga.

Ella asintió con la cabeza y a cada paso que daba observaba su camino para detectar si había algún tipo de mecanismo oculto, los demás nos seguían a varios pasos de distancia.

Las ruinas eran todo un laberinto y tuvimos varias confrontaciones con alimañas propias del bosque como con hombres lobo que intentaban proteger a colmillo fulminante.

Wynne sugirió que debíamos descansar y yo secunde la moción, habíamos salido al alba del campamento de los elfos y la noche se había cernido sobre nosotros ya hacía varias horas.

-Cuando encontremos una sala que podamos atrancar la puerta para descansar con mas seguridad nos detendremos hasta el momento tenemos que seguir avanzando - le dije a Wynne.

No tardamos mucho tiempo en encontrar una sala que parecía bastante intacta y poseía una gran puerta de roble bastante gruesa para que costara derribarla. Construimos una barricada con lo que encontramos en la sala y entre Wynne y Morrigan levantaron un campo de fuerza en torno a la puerta.

-Seguramente no los detendrá pero se lo pensaran dos veces en volver a envestir la puerta - dijo Morrigan.

La sala era demasiado pequeña y poco ventilada para encender una hoguera, así que no nos despojamos ni de las armaduras ni las capas para intentar mantener todo el calor posible.

Comimos en silencio intentando pasar desapercibidos en las ruinas, repartimos los turnos de guardia, Alistair y yo tomamos el primero y volvimos a revisar los tratados.

-Si los elfos se unen a nuestra causa solo faltara ir a Orzammar, creo que los enanos serán los más difíciles de convencer hurgan en las montañas, quieren riquezas, se desentienden de los problemas ajenos- le dije a Alistair.

-A ellos también les afectan los engendros tenebrosos -

-Pero no de la misma manera, nosotros solo nos preocupamos cuando hay una Ruina ellos siempre viven con la amenaza de la corrupción, es normal que cuando se producen las Ruinas sean reticentes en prestarnos ayuda-

-Es en los hombres en quienes se tiene que poner fe - me dijo Alistair con voz melancólica.

-Los hombres... nuestra raza es débil. La raza del hombre se desvirtúa, la sangre del Hacedor está más que agotada. Nuestro orgullo y nuestra dignidad harto olvidados. Es por culpa de los hombres que se producen las Ruinas, por nuestro afán de control por todo lo que pisamos y lo que queremos poseer...-dije con rencor.

-Así que ¿Abandonaremos a su fatal destino? ¿Los abandonaremos a su suerte? Somos Guardias Grises Freyja es nuestro deber, esta misión nos ha sido encomendada y si nosotros no encontramos la salvación nadie lo hará - me dijo Alistair en tono de reprimenda.

-Perdóname. Me pudo el desánimo, a veces siento que voy a desfallecer tu...tú me das fuerzas para continuar - le dije tomando su mano.

-Yo siempre estaré aquí para levantarte - me dijo dándome una encajada en mis hombros.

Esta es mi historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora