IX

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No se si la suerte acompañaba de vez en cuando a Cordelia, ya que al día siguiente no la necesitaban después de una pequeña reunión en la mañana. Por eso, dijo que iría a pasear fuera del castillo y que volvería lo más pronto posible.

Se puso un vestido sencillo con una canasta vacía que tal vez regresaría llena cuando llegue.

Iba a salir en un carruaje normal que la va a llevar cerca de un camino en el cual que tendría que caminar a donde vive el vizconde Lotteshu

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Iba a salir en un carruaje normal que la va a llevar cerca de un camino en el cual que tendría que caminar a donde vive el vizconde Lotteshu. Claro que el carruaje normal esta en el pueblo, por ende tendría que usar el carruaje del castillo para llegar al pueblo o caminar... preferiría caminar.

Cuando salió de su habitación, ya dispuesta para salir del castillo. No camino mucho cuando se encontró con McKenna frente a frente.

—Lord McKenna —Cordelia dio una reverencia.

—Lady Cordelia —McKenna le devolvió la reverencia— Es un gusto verla en este hermoso día.

—El gusto es mio, —Cordelia le dio una sonrisa— aunque me hubiera gustado que fuera en otras circunstancias.

—¿Por qué lo dice? —pregunta Lord McKenna curioso.

—Voy al pueblo un rato —dijo tranquila— Si me disculpa.

Nunca pensó que iba a tener un contratiempo en sus planes, pues Lord McKenna quiso saber si lo podía acompañar. No pudo decirle que no, ya que al parecer sus deberes podían esperar.

Hizo algunas compras acompañada por Lord McKenna como semillas de flores, tierra de hoja que van a dejar al castillo, algunos dulces, etc. Se parecían divertir, Cordelia le daba a probar algunos dulces que ella le gustaba o le decía que libros le gustaba leer en su tiempo libre y McKenna le respondía con una que otra anécdota de su reino, así intercambian cosas equivalentes a lo que estaban diciendo.

Toda gente que conocía a Cordelia, se acercaba a hablarle y preguntarle por la persona que estaba al lado, ella decía que es un extranjero y que le ayudaba a conocer más este continente.

Estaba tan divertido ese momento que Cordelia casi olvida su objetivo del día, algo muy raro ¿Así se sentía pasar tiempo con un amigo?

—Muchas gracias por si tiempo —llego el carruaje que lleva al castillo— Ese es suyo.

—¿No vienes? —McKenna parecía sorprendido.

—Voy a visitar una amiga primero —dijo con una sonrisa.

—¿No querrá que la acompañe? —parecía preocupado— Puede ser peligroso para usted, después de todo es parte de la familia Trovi y hermana de su majestad.

—Soy su hermana, pero recuerde que dicen que soy bastarda —recalcó Cordelia— y gracias por su ofrecimiento pero ¿No le parece extraño que lleve a un hombre extraño a donde mi amiga? No le he hablado de usted, creerá que es un pretendiente y no quiero malos entendidos, eso causaría rumores... no necesito otro rumor falso que ronde sobre mi y que le afecte a usted también ¿No cree?

La bastarda de los Trovi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora