VI

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—Lady Cordelia —el Gran duque Kaufman llamó la atención de Cordelia.

No puede ser. Pensó ella.

Se dio la vuelta y le dio una reverencia.

—Gran duque Kaufman, es un placer verlo en esta mañana tan hermosa —Cordelia dio una sonrisa amable ocultando su nerviosismo.

—Lo mismo digo para usted —se acercó un poco más, ya que los separaba una mesa del jardín— ¿Cómo está su mano?

Cordelia miró su mano vendada un momento, le picaba pero más allá de eso, no sentía mucho dolor al respecto.

—Está bien —dijo para no causar más problemas— Claro que no tendría esta herida si no fuera por mi imprudencia.

—Lo más probable —no dejo de mirar su mano herida— un acto valiente pero imprudente.

—Si usted lo dice, aunque sabía que no lo iba a dañar —Cordelia pensó un momento— aún pienso por qué lo hice.... cambiando de tema ¿Desea dar un paseo?

—Si, estaría bien.

Se dedicaron a pasear un rato, ya que ambos tenían trabajo que hacer, él para asistir al banquete especial y ella ver que el salón del banquete este bien. Hablaron un poco más de Luipt, se podía ver cómo Cordelia le parecía interesante lo que decía el Gran duque Kaufman.

—Lady Cordelia, su majestad Sovieshu la busca —dijo una sirvienta.

—Voy para allá... —respondió Cordelia y espero que la sirvienta se fuera para decir algo más— Creo que extendimos lo que más se pudo este paseo.

—¿Te veré en el banquete real?

—Me vera en la entrada si es que cruzamos caminos, pero en el banquete no voy a estar. —dice Cordelia intentando no sonar que lo quería evitar— Ya fue una sorpresa para mi haber estado en la cena de ayer.

—Entonces ¿La veré mañana?

La pregunta le alegro mucho a Cordelia.

—Si usted quiere, que así sea.

El gran duque hizo una reverencia y Cordelia hizo lo mismo para irse.

Ahora su felicidad se mostró en preocupación ¿Qué querrá su majestad? ¿Le castigará por lo de ayer?

—¿Me buscaba, su majestad? —al llegar Cordelia, vio a Rashta al lado de Sovieshu.

—¿Hay alguna posibilidad de que Rashta este en el banquete?

Cordelia se quedó pensando un momento en la pregunta de su majestad, tantos sentimientos involucrados le costó tener una idea clara.

—Es difícil ya hacer un espacio incluso a los candidatos que dudaban en venir —dijo al fin— la única opción es que pida el puesto de alguien de la lista para su amante.

—Ya veo... puedes irte.

Cordelia dio una reverencia y se fue del lugar sin más que decir. Al cerrar la puerta, pudo respirar.

****

Ya todos estaban en el banquete especial, Cordelia los recibió uno a uno con una reverencia en la entrada.

Ya todos estaban en el banquete especial, Cordelia los recibió uno a uno con una reverencia en la entrada

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La bastarda de los Trovi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora