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El segundo día de la recepción está pasando rápidamente, no se ha cruzado con el emperador Sovieshu o la emperatriz Rashta. Claro que son los únicos con los que no se ha cruzado, varias personas del imperio del Oriente la han visto y todavía siguen susurrando cosas de ellas, la ignoran o al fin la tratan como un par, lo último es solo porque vieron que esta siendo muy popular la belleza de la joven Cordelia.

A ella no le importa eso en estos momentos, pensaba en lo que iba a decir ante Lady Krista cuando todo esto termine. Decir que lo de Colibrí es una fundación para ayudar a las personas no es tan difícil de decir, ya que se rumoreaba en el imperio de Oriente, gracias al emperador Sovieshu, que Cordelia tenía una fundación para ayudar a los niños del pueblo.

—¿Escapando de la alta sociedad? —Cordelia conoció la voz de Yunim y se dio la vuelta para verlo.

—Sir Yunim, algo así. —Cordelia miró las flores algo cansada— Aún no me acostumbro a todo esto.

—¿A qué se refiere? —pregunta él algo confuso.

—A la atención, nunca creí que por confirmar mi título recibiera tanta atención —lo que dijo Cordelia era verdad, ahora tenía que tener más cuidado en poder controlar su Red.

—¿Cree que en algún momento se acostumbre? ¿O es que no le gusta? —pregunta Yunim algo sorprendido, nunca había visto a alguien de la alta sociedad huyendo de la atención, a no ser de un rumor que no le conviene— Si son por la propuesta de mano de los hombres de mi guardia, le prometo que hablaré con ellos para...

—No, no es que no me guste. —es cierto que Cordelia ya debería estar casada y con las propuestas de mano, Navier le hablo una vez que debería pensarlo... algo que no a hablo más desde que se sabía que el Gran Duque Kaufman iba a venir— Es solo que estoy abrumada, tanto tiempo pasando en las sombras de alguien más hizo olvidarme de la luz que podía mostrar.

Sir Yunim entendió algo en ese momento, Cordelia quería mostrar su verdadera cara pero no se daba cuenta todavía y al no hacerlo, no sabe que paso dar. Tal vez no noto el cambio que estaba pasando en ella porque no la conocía en el imperio de Oriente, aún así, recordó en su llegada al imperio de Occidente, ella siempre estaba detrás de Navier o cerca para cuando lo necesitaba y caminaba por el lado más oscuro de los pasillos, como si no quisiera llamar la atención junto a que se aislaba en su habitación.... aunque lo último no había que culparla porque tenia su herida muy reciente.

—¿Y usted que hace aquí? —pregunta Cordelia con curiosidad.

—Vengo a ver a los guardias y ver si esta bien el cambio que hicieron. —miró para todos lados antes de seguir hablando— Cuando la vi, decidí a pasar un rato para verla.

—Gracias Sir Yunim, —en ese momento llegó para revolotear alrededor de Cordelia— Ahí estas ¿Dónde te habías metido? No te vi en toda la mañana.

Cordelia levanta su mano para que Luz se pose en uno se sus dedos para luego posarse en su hombro.

—Esa ave te adora —dijo Yunim.

—Es extraño ¿No es así? —Cordelia sonrió— Creo que debería irse a ver a los guardias, no quiero que le llamen la atención por mi culpa.

—Tiene razón, y creo que, si es que tiene tiempo, pasar a vernos. —dijo Sir Yunim algo incomodo— A varios le subiría la moral verla, aunque sea unos instantes.

—Lo pensaré pero pronto tendré que cambiarme —dijo Cordelia.

Se despidieron ella fue a su habitación a cambiarse a un vestido azul, Navier quería que ocupará uno azul para andar de la misma gama de colores que ella y su hermano, ella aceptó gentilmente, claro que ella decidio no deslumbrar mucho. Al terminar de vestirse, se sento en una de las ventanas a esperar a su hermano y en ello pensó en todo lo que estaba pasando con la sirvienta Delis y Lady Krista. Había varios puntos que tenia que resolver, sabía que en algún momento tiene que volver al imperio de Occidente para que información puede recolectar.

La bastarda de los Trovi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora