XI

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Cordelia tuvo más trabajo de lo previsto porque el emperador enfermo y se quedaron donde estaban hasta que se sintiera mejor para viajar.

—Lady Cordelia, necesito que me informe lo que ha pasado en mi ausencia —dijo Navier después de ver Rashta se avalanzaba al emperador.

—Si, su majestad —dijo Cordelia acercándose a ella.

Esos días fueron tan duros como para la emperatriz como para Cordelia. Ella tuvo que ayudar bastante a Navier para que no tuviera tanta carga de trabajo mientras Sovieshu se recuperaba, eso redujo el tiempo que podía pasar con el Gran Duque Kaufman, incluso ahora menos porque Lord McKenna estaba ganando amistad con ella y eso requería tiempo.

Pronto tenía que ir a la casa de Cristal para el evento de la duquesa de Tuania. Cordelia supo que ella invito al Gran Duque Kaufman, algo que era de esperarse porque ya habían recorrido rumores de que él y Cordelia pasaban tiempo juntos paseando en los jardines en varias ocasiones.

Esto tal vez ayudaría a la uniones diplomáticas y que el emperador Sovieshu no tenga un mal entendido con el Gran Duque.

—Kaufman —Cordelia lo llamo cuando estaba yendo a la casa de Cristal— que sorpresa que lo encuentre justo antes de llegar.

—Lo mismo digo —dijo con una sonrisa— ¿Sabe de que trata estas invitaciones?

—Es más que nada conversar y poder estar tranquilos un rato —Cordelia omitió algunas cosas— ¿Vamos?

El asintió y estuvieron hablando mientras llegaban al lugar. Por primera vez, a Cordelia no le importo las miradas que se posaron en ellos, o más bien en el Gran Duque, ya que es un hombre difícil de ignorar y nadie lo había visto con una pequeña en su rostro. Sólo aparecía cuando Cordelia hablaba con él.

Se sentaron cerca de la emperatriz y antes de poder decir o hablar de algo, apareció el Duque Ergi con Lady Rashta.

¿Qué hace ella aquí? Pensó Cordelia.

Ella no se dio cuenta pero el Gran Duque Kaufman supo que no tomó bien la aparición de Lady Cordelia, aunque no se notará disgustada. También en que analizó de manera disimulada al Duque Ergi, algo que no comprendía.

Paso el rato, agradecian a Lady Cordelia por mantener las flores y el lugar hermoso para los eventos. El Gran Duque Kaufman hablaba d eventos en cuando para decir uno que otro comentario.

Todo parecía estar bien hasta que salió el tema de los amantes.

—De hecho, me quedé impresionada cuando oí que la Duquesa de Tuania tiene cinco amantes —Cordelia dejó el té que iba a tomar al escuchar eso— pero como no es algo extraño, es como haber entrado a un nuevo mundo....

Cordelia miró a la Duquesa de Tuania y luego se inclino hacia su majestad para susurrarle.

—¿Interrumpo? —pregunta.

—Espera un momento —respondió con el mismo tono bajo.

—¿Dije algo inapropiado? Lo siento... —dijo Rashta.

Por primera vez, se dio cuenta de lo hipócrita que está siendo Lady Rashta ¿Cómo defendería a la Duquesa sin que el emperador la regañe nuevamente?

—Lo siento Duquesa —dice el Duque Ergi— Aún esta familiarizada con los modales algo forzados que se requieren por la alta sociedad. Repite las cosas exactamente como las escucho.

—Familiarizada o no, hay modales básicos ¿No cree, Duque Ergi? —preguntó Cordelia— y si me permite preguntar ¿Dónde escucho ese rumor? De seguro fue dentro del palacio, me gustaría saber quien fue para resolver esa falsedad.

La bastarda de los Trovi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora