XXV

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—¿Qué dice? —pregunta Cordelia a Heinrey.

Cordelia estuvo pensando desde que llegaron los guardias y el día siguiente, puliendo su plan para decirle al Rey Heinrey. Si él lo aceptaba, ella le diría a Navier parte del plan.

—Es una buena idea —dijo Heinrey— ¿Cuándo empezaríamos?

—A penas consigas tu parte.

—Si mando un mensaje con el Marqués Falhan, mañana, a más tardar en la hora de almuerzo, tendré todo listo.

—Bien, arreglare las cosas para tener todo listo mañana temprano.

Cordelia prefería asegurarse estar lista antes de almuerzo, por si acaso.

—¿Va a venir con nosotros hasta el palacio, Duquesa Cordelia? —pregunta el Rey.

—Iré con ustedes, pero aun no sabré si podré darle consejos, Rey Heinrey. —dice Cordelia— Tengo mucho que estudiar de su imperio.

—Le daré los libros más completos que necesite para cuando llegue la hora en que decida.

Cordelia le dio una reverencia y fue a contarle a Navier la parte del plan que necesitaba saber.

—Gracias por ayudarnos, hermana —dijo Navier.

—Ya no me tiene que decir de esa forma, su majestad —dijo Cordelia.

—Podrás ser mi prima. —Navier la abraza— Pero no quita todo lo que crecimos juntas como hermanas, tu siempre lo vas a hacer.

Cordelia se conmovió ante aquellas palabras, necesitaba escuchar esas palabras. Acepto el abrazo muy alegre.

—Empaca lo más esencial —dijo Cordelia separándose.

***

Todo salio perfecto, en la mañana, Cordelia se fue en un carruaje con sus cosas y nadie la detuvo. Cuando ya llegaron a la zona que tenían que bajarse del carruaje, Cordelia abre la parte de abajo de donde estaba sentada para que Navier salga, lo mismo hizo con Heinrey.

—Llegamos —dijo Cordelia.

Esta es la parte de Heinrey, busco un guardia para llevar Navier a salvo hasta donde tuvieran que ir después a caballo, así se encontrarían después a McKenna esperándolos en un carruaje.

Al momento en que Heinrey explicaba que no iba ir con ella, Cordelia saca de las correas del carruaje en el que estaba a un caballo de color café claro con una mancha blanca en la frente y patas.

Aun no puedo creer que confundieron a mi caballo con uno que empuja carruajes. Pensó Cordelia.

Cualquiera que supiera lo básico de caballos, sabría que ese caballo no es para carruajes.

Dejando eso de lado, Cordelia no fue con Navier, es menos raro que un hombre almuerce con una mujer que con dos mujeres con edades cercanas.

Dejo a Navier en el carruaje mientras se iba Heinrey.

—Estaré más cerca de lo que crees por cualquier cosa ¿Está bien? —dijo Cordelia.

—Cuídate, hace con suerte un mes tienes esa herida. —dice Navier en voz baja— Se te complicará cabalgar.

—Ya pensé en ello.

La verdad, solo lo dijo para calmar a Navier. La primera hora de cabalgata de Cordelia, le dolió bastante, pero se pudo mantener a un buen ritmo. Incluso, cuando llegaron al punto de encuentro, hizo una pequeña carrera con Navier.

La bastarda de los Trovi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora