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Antes de poder abrir el pequeño armario en donde se encontraba su ropa, la puerta se abrió.

—¡Hola, señor Xiao! —una suave y chillona voz le habló. Zhan miró y se encontró a una pequeña niña, ésta tenía una bendeja en manos.

—¡Oh, no! Señor Xiao, ¿por qué está de pie? ¡Debe estar en cama! —la niña dejó lo que tenía en manos y se acercó al pelinegro con una gesto de preocupación, lo tomó de una de sus manos y lo guió de vuelta hacia la cama e hizo que se sentará —. ¿Por qué no descansa más? Usted es muy lindo señor, ¡para mantenerse así debe descansar y cuidarse! —Zhan seguía sin reaccionar, ¿quién era esa pequeña niña?

La niña tomó el plato que estaba en la bandeja, que por cierto contenía gelatina, y la acercó hasta Zhan. Éste lo tomó y finalmente habló.

—Hola, pequeña —saludó con una sonrisita —,¿Qué haces aquí? ¿Cómo te llamas?

—¡Oh, soy una mala educada! —la niña exclamó mientras ocultaba su rostro entre sus dos manos —, ¡lo siento! Me llamo Mei, Lin Mei, soy la sobrina del doctor Lin, el médico guapo —lo último lo dijo con una sonrisa casi inocente. Zhan la miró un poco divertido.

—Yo soy Xiao Zhan, pequeña Mei —comentó mientras su sonrisa se agradaba aún más y sus ojitos se volvían en media lunas.

—¡Usted se parece a un tierno conejo! —Mei no dudó en decirlo mientras brincaba. Zhan sólo negó suavemente —. Entonces mi tío no me mintió cuando dijo que atendería a un chico súper lindo —el rostro de Zhan se puso un poco rojo al escucharlo, ¿en serio su doctor pensaba eso sobre él?

—¿cuántos años tienes, pequeña Mei? —preguntó Zhan intentando controlar su sonrojo.

—Tengo siete —la niña respondió mostrando sus dedos —, y no estoy tan pequeña, ¡incluso muy pronto tendré un lindo novio para luego casarme con él! —la niña hizo una pose de diva y Zhan sólo la observaba con diversión.

El pelinegro podría jurar que si la niña estuviera a su lado cada día su vida tal vez dejaría de ser tan miserable, tal vez así olvidaría que se sentía tan roto y vacío.

[,,,]

—No, yo no quiero que se vaya —la niña, casi corriendo se acercó a la puerta y se sentó en el suelo mientras recargaba su pequeña espalda contra ésta.

Zhan la miró un poco triste. Tampoco quería irse pero debía. Pasaban las diez de la noche y temía que YiBo no lo encuentre en casa, de lo contrario no le iba ir tan bien que digamos.

Lentamente Zhan se acercó hasta la pequeña, en una posición de cuchillas se pudo en frente de ella.

—Volveré dentro de una o dos semanas, Mei, por ahora debo irme —Zhan le sonrió. Con un puchero, Mei negó —. Debo volver a casa. Ya es muy tarde, tú misma dijiste que debía descansar y eso haré cunado llegue —siguió. La pequeña castaña volvió a negar.

—Señor conejo debería descansar aquí. Si le pasa algo mi tío estará para cuidarlo y sanarlo.

Pasando casi media hora porfin la pequeña había cedido.

—¿me promete que volverá? —la niña alzó su dedito meñique y le mostró a Zhan. Zhan, imitandola unió sus dedos murmurando un “lo prometo”.

[...]

Suavemente dejó las llaves en la pequeña mesita que estaba cerca a la puerta, miró hacia adentro y todo estaba oscuro. Aliviado soltó todo el aire que tenía retenido por miedo a que YiBo hubiera llegado mucho más antes que él.

Se cambió los zapatos, dejó su abrigo en uno de los sofás y se dirigió a la cocina.

Después de haber tomado sus medicinas volvió a recoger su abrigo, pero vaya sorpresa que se llevó cuando vio a su marido cerrando la puerta.

Inconscientemente empezó a temblar, y su respiración se volvió irregular. Zhan empezaba a odiar que su cuerpo reaccionara de esa forma ante YiBo, odiaba sentirse tan. poca cosa ante él.

YiBo finalmente lo miró con su típica mirada fría y sin ninguna expresión en su rostro.

Zhan se sentía demasiado pequeño y vulnerable ante la mirada de YiBo. La misma sensación de siempre cada que está al lado de su "familia" y marido.

—¿A dónde fuiste? —YiBo preguntó con el ceño levemente fruncido al ver el abrigo de Zhan el el sofá.

—Y-yo... —Xiao sólo bajó la mirada y retrocedió un paso.

YiBo, al ver el movimiento de Zhan se acercó hasta éste. Quedando a un paso de distancia siguió cuestionando.

—Te hice una pregunta —volvió a decirlo con ese tono frívolo.

—A u-un lugar —susurró.

Pasando unos segundos escuchó una risa sarcástica para luego sentir una mano fría tomándolo fuertemente del mentón y elevándolo. YiBo lo miró directamente a los ojos.

—¿Acaso fuiste de puta con mi primo? —YiBo preguntó con una sonrisa de lado mientras ejercía presión en su agarré.

Zhan tembló aún más.

—N-no.

—¿Piensas llorar? —Wang preguntó cuando vio los ojos de su esposo ponerse rojos.

—Y-YiBo, me lastimas.

YiBo no le hizo caso, sin querer se había perdido en los ojos del pelinegro. Éstos estaban tristes, podía notarlo, pero también notó que estaban mezclados con un miedo indiscriptible.

La humedes que sintió recorrer sus dedos lo sacaron de sus pensamientos. Volvió a mirar el rostro de Zhan y vio que éste estaba llorando.

Bruscamente lo soltó y es ahí cuando escuchó un sollozo por parte de Zhan.

—Me tienes harto —fue lo último que dijo antes de subir las gradas. Una fea sensación se estableció en el pecho del castaño.

Zhan sólo espero a que YiBo se perdiera entre las escaleras para luego dirigirse a uno de los cuartos de baño de la planta baja.

Al llegar se miró al espejo, “patético” Es lo único que pensó de sí mismo al ver su rostro bañado de lágrimas.

Su mentón dolía, pero le restó importancia.

Siempre fue así, ya debería estar acostumbrado, ¿no?

 Miserable || YiZhan ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora