41

2.6K 259 33
                                    

Zhan se encontraba mirando la ventana. El cielo estaba nublado, el viento era muy fuerte y eso era una señal de que lloverá.

Alguien había entrado sin haber llamado a la puerta, Zhan dirigió su mirada y al ver de quien se trataba sintió miedo, era YiBo.

Con pasos intimidantes YiBo se acercó hasta poder quedar al aldo de Zhan. Wang había quedado tan cerca que Zhan empezó a temblar.

—Mañana por la mañana te trasladarás al hospital privado de mi familia —YiBo avisó con un tono serio. Zhan abrió la boca pero no dijo nada; no podía contradecirlo. Sólo se limitó a asentir.

Wang iba a hablar pero los golpes en la puerta lo interrumpieron. Dando una mirada de desaprobación respondió con un “adelante”.

Wang, al ver de quien se trataba le restó importancia y volvió a centrarse en su esposo.

—Sabes que detesto que no me respondan, así que responde como se debe —entre dientes, YiBo advirtió a Zhan. Nuevamente Zhan se sintió pequeño ante su marido.

—E-está bien. Estaré listo —casi de inmediato Xiao contestó mientras lentamente se alejaba de Wang.

El castaño sólo miró su acción con burla para luego marcharse sin decir nada.

La castaña, quien hace unos momentos había entrado a la habitación, lo miró un poco desconcertada y se acercó lo suficiente como para ver qué Zhan temblaba.

—Hermano, ¿qué pasa? —preocupada preguntó mientras se sentaba al aldo de Zhan. Un poco temerosa acercó una de sus manos a las de Zhan. Antes de poder tocar las del contrario éste los alejó bruscamente.

Zhan, después de unos segundos se dio cuenta de lo que había hecho.

—Y-yo... Perdón —se disculpó el pelinegro mientras hacía una leve reverencia.

Seon negó.

—No, Zhan, no tienes porqué pedir perdón —comentó mientras ponía una de sus manos en el hombro de Zhan. Xiao, al sentir el tacto se sobresaltó levemente —. Zhan, hermano, ¿por qué tiemblas? ¿Pasa algo? —preguntó. Zhan bajó la mirada y negó.

—No pasa nada, estoy bien —contestó. Seon sólo suspiró y asintió.

—Llevas más de cuatro días en este hospital, ¿te sientes cómodo? —Seon preguntó —. Si quieres puedo pedir tu traslado al hospital de nuestra familia —insistió.

Nuevamente Zhan negó.

Los Xiao, al igual que los Wang, poseían un hospital privado donde tenían a los mejores doctores y eran atendidos con mucho cuidado. Pero lastimosamente, Zhan tuvo pocas oportunidades de visitar el hospital de los Xiao, y eso fue hace muchos años atrás.

A partir de los siete años Zhan era responsable de su salud. Si enfermaba o tenía algún malestar era él quien debía hacer todo lo posible por recuperarse y estar sano. Era pequeño, muy pequeño como para entender que sus padres ya no lo cuidarían como lo hacían con su hermana.

Mientras tanto era a Seon a quien más atención y cuidados le daron. Cada que ella tenía algún pequeño malestar era llevada inmediatamente al hospital privado de los Xiao y atendida rápidamente.

Una vez, Seon y Zhan enfermaron a la misma vez. En ese entonces el pelinegro tenía ocho años, pero a los señores Xiao eso no les importó, sólo se llevaron a Seon al hospital por una fuerte fiebre y dejaron solo al pequeño, que por cierto estaba más enfermo que Seon. Para la mala suerte de Zhan, sus padres estuvieron ausentes por más de tres días, cuidando a su querida hija y olvidándose de él.

Desde ese entonces Zhan tuvo que aprender a cuidarse a sí mismo porque nadie más lo haría. Eso tuvo que aprenderlo a la fuerza.

[...]

Pacientemente Zhan esperó a la enfermera que anteriormente le había dicho que lo ayudaría a cambiarse para su traslado ya que no podía hacerlo debido a su brazo derecho.

Faltaban pocos minutos para que dieran las ocho de la mañana. YiBo ya estaba por llegar.

Un sentimiento de miedo se apoderó de Zhan. Si no estaba listo para esa hora tal vez no le iría tan bien.

Lentamente se puso de pie y se dirigió al pequeño armario. Unos minutos después, con mucho esfuerzo, logró por fin ponerse las prendas de abajo.

Con un poco de frustración miró la camisa que debía ponerse. Sería un gran trabajo.

Antes de poder tomar la camisa una fuerte punzada de dolor en la cabeza hicieron que por poco caiga, pero antes de caer se apoyó en una pequeña mesa que se encontraba cerca.

Los golpes en la puerta lo sacaron de su pequeño trance.

Zhan pensó que se trataba de la enfermera pero no fue así. Unos segundos después de dar permiso la puerta se abrió y una delgada figura entró, no era la enfermera, era Seon.

—Buenos días, Zhan —la castaña saludó con una sonrisa que de inmediato se borró al ver a su hermano muy pálido y de pie —. No. Zhan, ¿por qué estás de pie? ¿Estás bien? —rápidamente se acercó hacia Zhan y lo ayudó a tomar asiento. Zhan sólo asintió.

—Y-yo... Estoy bien —respondió mientras jugaba con sus dedos.

Seon lo vio detenidamente. Zhan se encontraba sin camisa y por ende estaba desnudo.

Su cuerpo, Seon recorrió con la mirada el cuerpo de Zhan. En ese momento se dio cuenta que todas las críticas que alguna vez hizo al cuerpo de Zhan eran falsos, bueno, los sabía desde un principio.

El cuerpo de su hermano era muy lindo; piernas largas y muy formadas. Una cintura delgada y pequeña. Sus hombros eran no tan anchos y delgados, ni hablar de la clavícula que se le marcaba.

El cuerpo de Zhan era perfecto.

Poco a poco Seon entendía porqué YiBo lo eligió a él y no a ella.

 Miserable || YiZhan ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora