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Aún con la sensación de incomodidad en su pecho, Zhan entró a la habitación del hospital. Ya era noche, así que no había mucho movimiento en el lugar, pero aun así había mucho ruido y las luces del pasillo estaban más que encendidas.

La habitación estaba oscura, pero la pequeña lámpara que estaba al lado de un sofá estaba encendida. Zhan no pudo saber de quién se trataba, pero sabía que sólo una persona lo esperaría de esa forma y ese era su marido.

Con las manos temblorosas encendió la luz. Era tarde, no mucho, pero había sobrepasado el límite de tiempo que YiBo le había dado para que esté fuera del hospital.

Cuando la luz se encendió grande fue su sorpresa ver a una persona de bata blanca, y un pequeño cuerpo que éste abrazaba. Ambos estaban dormidos.

Dudoso se acercó hasta las dos personas y vio a su doctor personal, Yan Yang. Al lado de el hombre de bata estaba un niña pequeña. Ambos estaban muy abrazados, algo muy tierno para Zhan.

Sonrió.

Olvidó y dejó de sentir esa sensación horrible que lo acompañó todo el camino de regreso al hospital.

Tomó una manta qué estaba cerca y abrigó a ambas personas.

Se dirigió al baño con pasos sueves e intentado hacer el menor ruido posible, pero por un momento perdió el equilibrio y chocó con la lámpara que estaba cerca del su cama.

Con los ojos entreabiertos Yang miró a Zhan. Al verlo inmediatamente se puso de pie y se acercó a Xiao.

—¿Está bien, Xiao Zhan? —preguntó preocupado.

—Estoy bien, no pasa nada. Perdón por despertarlo —respondió con cierta pena.

Yang sonrió y negó.

—Quien debe pedir perdón soy yo. Perdóneme por quedarme dormido. Debería estar esperándolo para darles sus pastillas.

Zhan negó rápidamente.

Yang sonrió.

Zhan era la ternura en persona.

Una suave voz llamó la entecion de ambos. Miraron al sofá y vieron que la niña había despertado.

Restregando sus ojos la niña se acercó hasta el par de hombres. Cuando reconoció a la persona que estaba con su tío sonrió.

—¡Señor conejo! —exclamó dando brincos y con los brazos hacia arriba pidiendo que la levanten. Zhan la miró un poco confundido, pero un par de segundos después sonrió y levantó a la niña, con mucho esfuerzo, pero lo hizo.

—Pequeña Mei, ¿cómo has estado? —su sonrisa se agrandó aún más al ver a la niña acariciando sus cabellos negros.

—Yo he estado muy bien, señor conejo —respondió la niña mirando con ojos brillantes el rostro de Zhan. Era la más hermosa.

—Eso es bueno. Ha pasado tiempo desde que te vi —sonrió bajándola. La niña hizo un puchero de desagrado, pero después de ver al pelinegro dando un suspiro de cansancio se sintió mal. Había hecho que Zhan se cansara.

El doctor vio el semblante un poco agotado de Zhan y rápidamente se preocupó.

—¿Está bien, Xiao Zhan? —tomó el brazo del delgado al ver que se tambaleaba.

Zhan sintió un leve mareo.

Con una leve sonrisa asintió.

—Estoy bien. Estoy bien.

El de blanco no se convenció.

—Señor conejo no está bien —comentó la niña tomando la mano de Xiao y guiarlo con ayuda de su tío hacia la cama —. Es mi culpa —empezó a llorar mientras acariciaba la mano del mayor.

 Miserable || YiZhan ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora