59

1K 161 40
                                    

Había pasado tres meses desde la desaparición de Xiao Zhan. Wang YiBo estaba más que irritado y enojado por no poder encontrarlo. Los Xiao estaban de la misma forma, más que todo la señora Xiao, la cual se la pasaba ordenando a su esposo a que acelere las cosas y contrate más gente para encontrarlo.

Todo era un caos, menos para Zhan y Yang.

—¡Guao! Es realmente hermoso, Zhannie —confesó Yang. Zhan lo miró sonriendo.

—¿En serio? —preguntó acercándose un poco más a Yang. Éste asintió.

—Sí, lo digo en serio —sonrió mientra seguía admirando la pintura casi terminada.

—Quiero pintar más cosas —comentó limpiando las machas de pintura de sus manos. Yang asintió.

—¿Te parece bien si mañana vamos a punta de la montaña? Desde allí arriba el paisaje es mucho más hermoso.

Zhan hizo una mueca, una que Yang conocía muy bien.

—No, Zhan. No me digas que no. Conozco ese gesto tuyo. ¿La pereza es tu segundo nombre? —preguntó riendo. Zhan asintió.

—Es el primero, Yang —ambos rieron.

Yang se sentó en uno de los sofás que estaban en el taller de pintura qué él mismo había preparado para Zhan. Zhan imitó su acción.

—¿Puedo invitar a Ziyi y Lu? —preguntó Zhan todavía sonriendo más.

—No —no tardó en responder. Zhan lo miró confundido. Al ver que iba a hablar, Yang siguió —. Ya las invité —empezó a reír.

Zhan se relajó.

—Tú realmente eres malo conmigo, Yang —Zhan hizo un puchero. Yang sólo tomó un poco de pintura y la puso en la nariz del menor. Zhan hizo lo mismo.

Y así empezaron a manchar todo su cuerpo.

Ambos riendo.

Todo era casi perfecto.

Para Zhan todo había cambiado para bien.

Se sentía muy bien y feliz al lado de Yang.

Era un sueño cumplido. Por más tonto que suene, eso era lo que Zhan anheló desde pequeño; la felicidad.

En sólo tres meses había conseguido más de lo que un día imaginó tener; unas amigas, casi hermanas, que lo querían mucho, y un amigo que lo amaba.

Ya tenía una familia en donde era aceptado y querido. Ésa era la familia que siempre quiso tener.

[...]

—Lo sentimos, señor Wang —los hombres de traje negro bajaron la cabeza. Sabían que Wang los mataría si lo miraban a la cara por no tener nada de pistas.

—¡¿Es posible?! —gritó enojado —. ¡¿Cómo es que no pudieron encontrarlo?! ¡No creo que sea tan bueno para esconderse! —Wang estaba tan alterado que arrojó su café a las personas que tenía en frente. Éstos sólo bajaron aún más la cabeza.

—Lo sentimos, señor. Hemos buscado noche y día, pero cada que parecemos encontrar una pista los otros compañeros que fueron contratados por el señor Xiao- —calló al escuchar el estruendo de un cristal romperse.

YiBo había arrojado el vaso de whisky qué tenía en su escritorio.

—Ese maldito Xiao —habló entre dientes más enojado.

 Miserable || YiZhan ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora