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Era la primera vez que Xiao Zhan caminaba con el castaño. Después de conocerlo, o al menos después de su boda nunca antes habían caminado juntos, pero, ¿por qué ahora? Era lo mismo que el pelinegro se preguntaba.

Zhan había sido prácticamente obligado por el castaño a hacer esa caminata, Zhan no podía negarse, no podía decir que “no” porque sabía como Wang reaccionaría. O es lo que Xiao pensaba.

Xiao Zhan sólo se limitaba a mirar el suelo, pensaba que si miraba a algún lado molestaría a YiBo.

—¿Xiao Zhan? —una voz de una mujer mayor lo llamó. Zhan casi de inmediato reconoció aquella voz y rápidamente miró a la mujer que estaba pasando  su lado. YiBo sólo miró de reojo con su típica mirada fría.

Zhan, al ver que la señora le sonreía, sin pensarlo dos veces la abrazó siendo correspondido.

—Pequeño Zhan, ¿cómo has estado? —preguntaba la mujer mientras palmeaba y acariciaba la frágil espalda de Xiao.

Zhan no respondió, simplemente quería disfrutar de aquel abrazo y esa calidez que en ese momento sentía.

Pasando un par de minutos por fin Xiao se separó con los ojitos llorosos.

—¡Señora Ming, la extrañé tanto! ¿Cómo ha estado? —Zhan preguntó con una pequeña sonrisa. Sus ojos después de mucho tiempo volvieron a tener un poco de brillo el mismo de hace mucho tiempo atrás.

La señora simplemente asintió diciendo que estaba bien mientras tomaba una de las  delgadas manos del pelinegro, poco después de hacer dicho acto su rostro cambió a una de preocupación y sorpresa.

—Zhan, ¿por qué estas tan delgado? —sus ojos mostraron angustia —¿qué pasa?. ¿Estás bien?, ¿qué pasó con tu brazo? —preguntó mirando su brazo derecho, el cual estaba enmacillado desde hace días debido al accidente y fractura que tuvo.

El pelinegro sólo negó con una pequeña sonrisa. La señora hizo una mueca, conocía esa sonrisa. Esa sonrisa era de las que Zhan siempre daba cuando estaba triste o deprimido: era una de esas falsas.

—Estoy bien, señora Ming, no es necesario que se preocupe.

La señora negó y suspiró.

—¿cuánto tiempo ha pasado, Zhannie?, ¿cómo está tu familia?. ¿Aún sigue su trato hacia ti? —preguntó mientras acariciaba el liso y suve torso de aquella delgada mano.

Zhan por un momento dudó en responder, ¿ellos realmente estaban bien?

—Ellos están bien, señora Ming. Seon muy pronto tendrá un bebé —sonrió —. Ha pasado mucho tiempo, más de lo que usted se imagina. Pasó más de ocho años.

Cuando Zhan tenía 23 años, la señora Ming tuvo que trasladarse de lugar, y por ende había dejado de verla, quien por cierto era una mujer de buen corazón.

Señora Ming era una mujer que vivía sola, no tuvo la oportunidad de casarse ni tener hijos, y por eso es que para ella Zhan era como su niño.

Un par de segundos después Zhan sintió la mirada pesada de YiBo. Temeroso quiso despedirse de la señora para poder irse, pero ésta se adelantó.

—¡Oh! ¡Qué descortés de mi parte, joven! —de dirigió al castaño mientras lo miraba con un gesto de asombro —. Disculpe, soy Ming Yue, pero puede decirme Ming —se presentó mientras extendía una de sus manos. YiBo miró su rostro para luego mirar sus manos. Dudoso las estrechó.

—Wang YiBo —respondió cortante.

Ming, al ver que no continuaría hablando decidió hablarle nuevamente.

 Miserable || YiZhan ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora