Capítulo 3

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Camila O'kelli

Soy fatal madrugando, es en lo único que jamás nadie pudo conmigo, ni siquiera las monjas que me educaron.

Decían que tenía el espíritu de la pereza, y que se estaba apoderando de todo mi ser, la verdad, por respeto no les dije nada, pero... Menos mal ya no continuo allá.

Suss me había levantado antes de irse, ella se fue primero para su trabajo, ya que le toca ayudar a acomodar el restaurante, antes de su apertura, en cambio yo; tenía entendido que ella debía estar a las 8 am a la casa, para conocer a la señora, lo único extraño es que los niños no estarán en esta, ya que ellos llegan a la una de la tarde

Así que me arreglé y tomé un taxi que me llevara directo a la casa.

Al llegar, no era una casa común y corriente, era la mansión más grande de todas las que había visto, esta cierra la calle, ¡parece un castillo!, es gigante.

Me trae malos recuerdos, trato de timbrar pero algo me lo impide, retrocedo y deseo correr, no quiero volver a esta vida, solo sufro al ver tanta riqueza.

Así también viví yo.

>>Viví encerrada por muchos años, como si alguien o algo me hiciera daño<<, no querían que  explorará nuevas alternativas y cuando lo hice, escogí otro tipo de carrera, y lo que más temían era, que al dejarme estudiar lo que quería, me iban a exigir algo a cambio, aunque no espere que fuera a casarme y a mi temprana edad.

Solo soy una joven de 20 años , todavía tengo pensamientos inmaduros, soy virgen, soy muy aniñada, me gusta ser consentida y consentir.

Suss ya lo dijo, una dulce flor.

Pero eso no quita que tenga carácter. Todas las personas tenemos uno, y el mío es horrendo.
Camino en dirección contraria, no quiero estar en este lugar, hasta que alguien me freno.

—¡Señorita! ¿Usted a qué viene? — uno de los vigilantes me mira con molestia y duda, creerá que yo vengo a... — Si usted espía a la familia para hacer algo malo, llamaré a la policía.

—No... Etto. No, yo.  —por Dios, me invade el miedo, porque no hablo claro, además, ellos no saben quien soy yo y tampoco lo sabrán. — Disculpa, tengo entrevista con la señora Paul — tome respiro y solté las palabras, mostré el folleto y la perfecta caligrafía de aquella señora.

—Si es su letra, sígame, la acompañaré. —caminamos hasta llegar a un mini carro de golf, es muy parecido a éste, en la mansión de mi abuelo es a pie y el que tiene auto, que llegue en este o camine una hora, pero estos... ¡Que elegancia!, me encantan, me senté en estos y espere a que él condujera, al llegar a la casa, el portón es de vidrio, pero este está tallado con unos hermosos ángeles. Esta casa está realmente linda.

Yo quería estar lejos de este tipo de personas y en las que me pone la señorita Sussy, pero me va a escuchar.

—Bienvenida, siga adelante, ya llamaron a la señora. En unos momentos la atenderán.

Asentí y continúe caminando hasta llegar a una enorme sala, revisó  la hora ya eran las 8:30, cómo pasa el tiempo; mire detalladamente cada cuadro, me fascina el arte, de hecho, me encanta pintar lienzos, y más si son en mi jardín, bueno, era porque hasta la mansión de mi madre la perdimos.

Mire una escultura lo más exótica, jamás la había visto, pero sé que mi abuelo tiene una rara como esta, pero no son la misma.

—¿Te gusta? — pego un brinco y me giro para mirar a la persona que me había —¡Ah disculpa!, no pensé que te fuera asustar, es que te vi tan fascinada en mis esculturas.

Una niñera para mis Hijos © ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora