Capítulo 15

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Dylan Paul

Han sido días  de mucho tormento; trataba de distraer mi mente por completo, pero no. Nada salía bien, y mis primos no ayudaban mucho que digamos. 

Trato de satisfacer mi necesidad, pero no logró obtenerla, quería otra cosa... 

Pero ella es prohibida, además. Ya tiene quien la haga feliz. 

Me asombro que ella estuviera triste. Será que él la trató mal, por que si es así, lo mataré, ella merece ser feliz, merece el cielo completo. Merece... 

—Alguien que la proteja, que esté a su lado, que le brinde tanto cariño hasta que ella se sienta empalagada, necesita un verdadero apoyo, no económico, bueno sí también, pero un apoyo en cuanto a problemas y que se puedan solucionar, no que le brinden más. Y tampoco que la mantengan triste. 

Me había encerrado en mi despacho, había pensado tanto en la manera en cómo la ignoro, en la manera en cómo la trato de mantener lejos de mi, ella ya estaba ocasionando demasiadas cosas en mi, no se si es por lo joven, o por qué yo llevo mucho tiempo sin una mujer, en el sentido de tenerla en casa. 

A las otras es unas cuantas horas y no más, pero ella está casi toda la semana, y en prendas muy llamativas, algunas veces en traje de baño, otras en... 

Negué rápidamente, recordar el momento que ella salió corriendo, ya que estaba totalmente mojada, no sabía el motivo, bueno, hasta que escuche los gritos de mis hijos, supe el motivo, su blusa estaba totalmente pegada a sus senos, sus pezones estaban totalmente erectos, aquella noche me satisfacía en su nombre. No lo pude controlar, ya no lo estoy soportando, pero tampoco quiero destruir su labor que ha tenido  con mi familia y con los niños, hasta puedo decir que conmigo. 

No quiero que se sienta incómoda en la mansión, por eso decidí apartarme de la tentación, ella es una maldita tentación. 

Alex y Frank tenían razón, no lo iba aguantar más. 

Salgo del despacho y subí a mi habitación, mire que ella iba ingresando a las escaleras que llevan a la azotea de la mansión, debe querer distraer la mente, siempre he notado eso, la agobia mucho algo, pero es un problema bastante fuerte. 

Empuño mis manos, decidí subir, tal vez ella esté necesitando con quien hablar, aunque sea un poco, algo habrá de servir 

La seguí, hasta llegar a la azotea, ella se acerca a las barandas, toma estas y mira el cielo, cierra sus ojos, respira el aire, detalle que las lágrimas salían. 

—¡No otra vez!... No quiero huir más. — abrí mis ojos, ¿de quien huye? 

—¿Está todo bien? —ella pega un brinco, la había asustado, sonreí de medio lado, metí mis manos en mi pantalón, no se por que, pero me siento como un joven. 

Eso creo que lo está causando ella. 

—Señor Paul, ¡me ha asustado! —ella se voltea hacia otro lado y comienza a limpiarse, tome su mano y la gire a mi, la pego contra mi cuerpo 

—Llora todo lo que quieras, pero no lo hagas sola, eso es peor — sus hombros comienzan a temblar 

—Yo... —comienza a llorar con fuerza, sus sollozos conmueven mi corazón, la abrace con más fuerza, es tan frágil, que no merece sufrir de este modo. 

Quién le puede hacer tanto daño a una mujer como ella. 

—Tranquila — comencé a acariciar su cabello, que suave se siente, ella se aleja de mí, y me mira a los ojos, sus ojos brillan, se ven tan cristalinos 

Una niñera para mis Hijos © ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora