Capítulo 18

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Dylan Paul

—Tú me gustas, bueno, es más que un gusto — ella me mira a los ojos. Me tomo de las mejillas, siento mi corazón latir fuertemente — Me he enamorado de ti — le sonrió abiertamente. Nos besamos con suavidad.

—Sé que es rápido pero... Te amo Camila, de verdad que te amo a ti. Y solo a ti.

La acuesto suavemente en la cama, soy la primera persona en conocer todo su bello cuerpo, y si, era tal y como me lo imaginaba, uno muy bien cuidado, deportivo y muy moldeado, sus senos redondos, son unos lindos melones rosas, sus glúteos son muy suaves, me puedo perder en su cuerpo por días y jamás me cansaría.

Esto que vivo con ella es rápido pero único, jamás había vivido algo como tal, es la primera vez que digo un te amo, un sentimiento de amor profundo que me costó mucho encontrarlo.

Quise a Emily, ella me dio a mis hijos, pero Camila, ella es mi luz, ella en verdad me ha enseñado infinidades de cosas que jamás podré encontrar con cualquier persona.

A pesar de mi edad, apenas las comienzo a conocer.

Beso su cuello mientras ella enmarca su espalda, dejándome pasar por su pecho. Saboreando cada rincón de su cuerpo. Deleitando mi mirada en ella. La tomó del cuello e introduzco uno de sus senos a mi boca, ella suelta un fuerte gemido.

Lo está disfrutando, ¡yo estoy ocasionando esto!

Será su primera vez mejor vivida y la única, por que sólo seré yo su hombre, ya dijo que me ama, no hay marcha atrás. No será capaz de mirar a otro. Ella es así, y estoy seguro que siempre será así.

Aunque se que no la conozco bien del todo. Soy capaz de quemarme por ella.
Jamás terminas conociendo a las personas, ella me lo dice, pero…
Daré todo de mi para salvarla de lo que más le aterra.

Me introduje en ella suavemente paso mi lengua por el cuello, la mire a los ojos, ella los tenía cerrados con fuerza, sonreí con ternura y acaricie su mejilla.

—Mírame, Camila— ella medio abre sus ojos —Eso así, mírame. Solo a mí, mírame.

—Te estoy mirando, Dylan. — susurro tiernamente.

—No me dejes de mirar jamás — poco a poco fui ingresando a su cavidad,  hasta sentir que algo se rompe, ella muerde con fuerza su labio, tome estos con los míos. Una lágrima se escapa de sus ojos y niego —¡Todo estará bien! — comencé a moverme, ella poco a poco comienza a disfrutar de nuestro momento.

Me moví con más fuerza, ella no paraba de decir mi nombre y comentar lo mucho que gusta, se vino cuatro veces, hasta que por fin nuestro clímax se vuelve uno solo

Solo ella y yo, nadie más. Solo los dos.

Ambos nos acostamos en la cama. Regulando nuestra respiración, la atraigo hacia mi cuerpo, ella me mira bastante sonrojada.

—No temas, aquí estaré siempre —le sonrió — Te amo Camila. Gracias.

—No tienes que dar las. No es un favor. Es algo que me nació proseguir contigo. Y que me gusto, así que gracias, buen servicio —ambos reímos, cuando ella quiere molestar lo hace, pero por lo menos no me regaña

Toda la noche no la pasamos molestando, hasta acostarnos a dormir. Bueno ella, por que yo solo miraba y acariciaba su hermosa espalda, mientras ella se encontraba en sus sueños.

Las pesadilla que a ella la persiguen no la dejaban dormir, y ahora duerme plácidamente.

Me acosté al lado de Camila, mire el techo y sonreí; jamás en mi vida viví algo como tal, es una locura pensar así, tengo mi edad, pero Camila pudo abrir tantas cosas que yo jamás conocí y ni pensé que las llegaría a explorar.

Una niñera para mis Hijos © ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora