Capítulo 41

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~ Nova

Esa tarde montamos el árbol de Navidad más bonito que habíamos montado jamás. Tal vez, esa impresión en mí se debiera a que estaba disfrutando enormemente de la compañía, de estar en casa de nuevo y, por qué no, de Jimin. Disfrutaba ver a mi familia reunida, a Jungkook y Jimin haciéndose bromas pesadas y jugando como si tuvieran seis años de nuevo, o evadir la mirada de Jimin de súbito cuando me pillaba mirándolo. En esos momentos, me recordaba a mí misma que debía ser más cuidadosa.

Desde luego, en eso de tener cuidado debía aprender de él, que conseguía disimular perfectamente su relación conmigo tanto que ya empezaba a echarlo de menos e, inconscientemente, buscaba las excusas más absurdas para pasar tiempo a su lado. Sin embargo, viendo en primera persona cómo se llevaba con mi familia, comprendía perfectamente que, para él, conservarlos en su vida fuera algo tan sumamente importante.

Unos minutos más tarde, todos pusimos la mesa para cenar. Siempre buscaba la proximidad física con Jimin, así que me puse a su lado, enfrentando a papá, mamá y Jungkook. Esbocé una tímida sonrisa reparando en el detalle de que casi parecíamos una pareja, dispuestos de esa manera.

- No queda mucho para que empiecen las clases de nuevo -comentó mamá.

- No me lo recuerdes -bufé yo.

- ¿No estás emocionada? Vas a empezar a entrenar para el próximo campeonato -intentó animarme Jungkook.

- Sí, supongo -me encogí de hombros-. Me emociona, pero también es una gran responsabilidad.

- ¿Y tú qué, Jimin? ¿Tienes las mismas ganas de empezar que Nova? -preguntó papá.

- Tengo que empezar a pensar en algo para el proyecto de final de curso, así que tampoco tengo demasiada prisa por comenzar -resopló él.

- Estas son las personas que van a levantar el país -ironizó Jungkook.

La cena estaba siendo de lo más amena. Yo permanecía, más bien, como una mera espectadora de un escenario que me parecía el más bonito del mundo, aunque ver a Jimin sentirse como uno más y comprobar cómo le brillaban los ojos cada vez que mis padres se interesaban por algún aspecto de su vida me hacía preguntar cómo de solo se había sentido todo este tiempo.

En mitad de la velada, visualicé de soslayo la mandíbula afilada de Jimin y mi mente perversa y traidora me hizo recordar cómo de atractiva se veía cuando besaba mi cuello o cualquier parte de mi cuerpo. Un impulso irrefrenable se apoderó de mí y, mientras Jimin hablaba con mis padres y Jungkook, deslicé mi mano sin que nadie lo notara hacia la rodilla de Jimin. Pretendía acariciarla suavemente y comenzar una especie de juego que esperaba que él me siguiera, pero bastó un simple roce para sobresaltarlo y que su pierna colisionara con fuerza con una de las patas de la mesa, haciéndome apartar con brusquedad la mano.

- ¿Estás bien? -pregunté, con una sonrisa burlona.

- S-sí -carraspeó Jimin, acariciando con su mano la zona donde se había golpeado.

Sus mejillas comenzaron a enrojecer y se volvió incapaz de mirarme. Por mi parte, yo agaché la mirada ligeramente para que nadie descubriera mi sonrisa.

- ¿Qué te ha pasado? -preguntó mi madre, y fue cuando reparé en que todos lo miraban atónitos.

- Nada, nada -respondió Jimin, restando importancia-. Últimamente llevo una vida un poco sedentaria y me dan calambres por la falta de deporte.

[PJM] Si tú no fueras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora