~ Nova
A medida que los días fueron pasando intenté lidiar con el vacío que sentía, reprendiéndome a mí misma por dejar que dependiera de terceras personas que me sintiera 'plena'. Más de una vez dejé que mi fuerza de voluntad tomara las riendas para no hablarle a Jimin. Más de una vez, escribí mensajes para él que acabé borrando unas décimas de segundo antes de darle al botón 'Enviar'.
No estaba siendo fácil, pero supuse que las cosas no se podían complicar más, y que en el fondo había hecho la mejor elección. Aunque debía reconocer que, en alguna ocasión, sentía que estaba hablando mi orgullo por mí.
Sentí que lo que había pasado habría hecho cambiar algo en mí para siempre, sentí que había levantado un muro en mi corazón para el resto de las personas que tuvieran la desdicha de cruzarse en mi camino a partir de ese momento, y lamenté tener que ofrecer la peor versión de mí.
Esa tarde no estaba siendo muy distinta de las anteriores hasta que sonó el timbre de casa. Mentiría si dijera que no pensé en la posibilidad de que pudiera tratarse de Jimin, y mentiría todavía más si dijera que no me había ilusionado cuando esa idea pasó fugaz por mi mente.
Abrí la puerta principal de casa y aunque también me alegré al ver que se trataba de Jungkook, me sentí ligeramente decepcionada tras comprobar que mis deducciones habían estado muy apartadas de la realidad.
- Sé que soy la última persona en este mundo a la que te gustaría ver ahora mismo -arrancó él, a modo de saludo.
- La penúltima -precisé.
- Eso es esperanzador -sonrió por lo bajo.
- ¿Vienes a pedirme azúcar o algo así? -enarqué una ceja, hablando con una dureza impropia de mí y que tenía más que ver con la emoción que se me hacía un nudo en la garganta que con antipatía real.
- Te he echado de menos -manifestó, haciendo que me diera un vuelco el corazón-. Pero no vengo a hablar de eso. Me gustaría hablarlo, por supuesto, pero he venido a traerte algo.
Antes de que pudiera replicar, mi hermano sacó de uno de los bolsillos interiores de su abrigo una carta que me tendió inmediatamente después. Yo fruncí el ceño, pero la fragancia que me llegó del papel me hizo saber que se trataba de Jimin, y la sola idea de leer sus palabras y recaer en sus encantos me hizo sentir que se me encogía el estómago.
- No la necesito -rechacé yo-. Te la puedes llevar.
- Está bien, yo solamente he venido a traértela -hizo una pausa-. La dejaré aquí, y si quieres destrozarla sin leerla será tu decisión.
Su actitud me dejó tan atónita que ni siquiera fui capaz de articular palabra, pero dejé que cumpliera con el motivo de esa extraña visita cuando dejó la carta sobre el mueble del recibidor.
- Te espero en casa -manifestó para girarse sobre sí mismo y volver por donde había venido.
Y a pesar de que intenté contenerme, comprendí que cualquiera sucumbiría a las tentaciones de la curiosidad y que yo no era diferente. Volví al recibidor, me llevé la carta conmigo de vuelta al sofá y tomé asiento, tragando saliva con dificultad al abrir el sobre y distinguir su letra en el contenido.
Hola, Nova.
Sé que esta es una forma extraña de hablarte, pero tengo tantas cosas que decir que no quiero dejarme nada en el tintero, y ya sabes que me expreso mucho mejor por escrito. De hecho, esa es una de las cosas de las que te quería hablar, y he dado tantos rodeos a lo largo de nuestra extraña relación que mereces que te hable directamente por una vez, así que te lo diré sin dar más vueltas: me voy a Londres una buena temporada. Es más, si tu hermano ha respetado mis instrucciones, como mínimo estaré de camino a Europa para cuando tú estés leyendo.
ESTÁS LEYENDO
[PJM] Si tú no fueras tú
RomantizmNova, si tú no hubieras sido tú, nunca habría sentido el dolor más profundo que uno puede sentir en sus entrañas. Si tú no hubieras sido tú, nada de esto habría pasado, y tal vez nuestros corazones -o al menos el tuyo- seguirían de una pieza, tenien...