5. De vuelta a Privet Drive

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<<¿Por qué tengo que caer bien?
No soy una paracaidista.>>



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Cuando el ojiverde salió de la tienda de ingredientes, el rostro de Hagrid  lucía muy impaciente, algo que hizo que un terrible escalofrío recorriese todo el cuerpo del menor.
En cuanto vio a Harry, el guardián de las llaves de Hogwarts lo tomó del brazo bruscamente, haciendo que el niño se estremeciese de miedo, y lo arrastró hasta la tienda de libros sin darse cuenta del pánico que estaba infundiendo en el heredero Potter.
Lo empujó hacia la puerta diciéndole que se diera prisa ya que estaban muy atrasados y él debía volver a Hogwarts cuanto antes ya que el director Dumbledore lo estaba esperando.

El ojiverde no pudo evitar girar sus ojos al escuchar los balbuceos del semigigante, tanta adoración a Dumbledore era empalagosa y algo enfermiza.
Entró en Florish&Botts, aliviado por la distancia con el gigante, y se acercó al mostrador para entregarle al librero tanto la lista de libros de Hogwarts como la que Blaise le había dado.

El librero fue muy amable con él, y con unos cuantos movimientos de su varita, una enorme cantidad de libros aparecieron apilados sobre el mostrador.
Harry estaba preocupado por cómo iba a ser capaz de cargar con todo ese peso extra, pero el librero metió todos sus libros en una bolsa que tenía un hechizo para que no pesase casi nada,  además de que dicha bolsa no tenía fondo.

El ojiverde se despidió con una enorme sonrisa del mago adulto, agradeciéndole toda su ayuda y se encaminó a la salida.
Una vez fuera de la tienda, el semigigante lo arrastró una vez más por las calles hasta el Caldero Chorreante.

Tras dejar el Callejón Diagon, Hagrid y Harry regresaron al metro de Londres. Harry estaba metiendo sus últimas compras en su baúl cuando levanto la vista y se dio cuenta de que estaba solo.

Maldiciendo su suerte, agarró con fuerza su baúl y comenzó a caminar mientras lo arrastraba por las calles de Londres.
No quería maldecir al semigigante por dejarlo abandonado a su suerte en el medio de Londres, pero le estaba costando mucho no hacerlo mientras el sudor corría por su cara.

Tres horas más tarde llegó a Privet Drive, se sentía cansado, sudoroso, hambriento y sediento, pero su miseria aún no había terminado, el número cuatro estaba completamente vacío.
Se sentó en la parte de atrás del jardín, ocultándose de los vecinos, mientras pensaba en todo lo que había pasado desde que se despertó esa mañana.

Había sido muy emocionante el viaje en carrito por las profundidades de Gringgots. Le habían gustado los gobblins, aunque estaba claro que no eran gentiles con quienes les querían robar o engañar.
Frunció el ceño al recordar el comportamiento extraño de Hagrid debido el encargo que le había hecho el director.

Harry detuvo sus pensamientos y se levantó de un salto cuando se dio cuenta que los Dursley volverían pronto, y antes de que llegasen tenía que esconder todos sus libros si no quería que el tío Vernon los destruyese.
Recorrió el jardín con la mirada, buscando un buen escondite para sus preciados tesoros, pero no podía dejar los libros a la intemperie, que fueran mágicos no quería decir que estuviesen diseñados para resistir las condiciones atmosféricas.
Tendría que esconderlos dentro de la casa, lo que implicaba que debía encontrar una manera de entrar.
Aprovechando que el sol se había puesto, aprovechó la falta de luz para dar una vuelta alrededor de la casa.

Tras media hora dando vueltas al número cuatro llegó a la conclusión que la única manera de poder entrar era a través de la pequeña ventana del baño de la segunda planta.
Escaló como pudo la fachada del número cuatro, y se coló por la pequeña ventana del baño de invitados.
No estaba seguro de si los Dursley volverían a meterlo en la alacena debajo de las escaleras o si mantendría el dormitorio que le habían dado días atrás. 
Se arriesgó a esconderlos bajo un tablón suelto en el suelo del que había sido el segundo dormitorio de Dudley. Lo había descubierto por casualidad antes de que el tío Vernon se volviese loco y los arrastrase a su loca huída de los magos. Bajo el tablón había un hueco muy amplio, perfecto para esconder sus tesoros.
Además, la alacena era tan pequeña que era casi imposible ocultar tantos libros.

Era casi medianoche cuando los Dursley regresaron, y Harry estaba esperándolos en la puerta sentado en su nuevo baúl, que tan solo contenía sus túnicas.
Vernon fue el primero de salir del coche, y se acercó a él con gesto de desagrado.

— Encierrate en tu cuarto, chico — fue lo único que dijo mientras lo apartaba para abrir la puerta.

El ojiverde se encogió de hombros y entró a la casa arrastrando su baúl. No fue fácil subir las escaleras, pero Harry era un niño y muy tenaz y consiguió llegar a su habitación. Entró, y dejando salir un suspiro de alivio, cerró la puerta tras él.

Mientras empujaba el baúl a un rincón para no tropezar, escuchó como los Dursley entraban a la casa y se instalaban.

Espero durante horas a que alguno de ellos irrumpiera en su habitación, pero parecía que los Dursley habían decidido ignorarlo.
Esto se confirmó cuando a la mañana siguiente su tía no lo despertó para hacer el desayuno.
Los Dursley parecían haber decidido salir temprano ese día, y Harry aprovechó que no había nadie en casa para salir de su habitación e intentar encontrar algo de comer. No había comido nada desde la mañana anterior y su estómago, aunque estaba acostumbrado al hambre, empezaba a revelarse.

Se sorprendió una vez más cuando no encontró ninguna lista de tareas sobre la mesa de la cocina.
Cogió toda la comida que pudo,y por supuesto sin que se notara su ausencia, y se la llevó a su cuarto.
Escondió sus provisiones, preocupado de que sus tíos lo encerrasen en algún momento.

Los Dursley regresaron por la noche, y una vez más, ignoraron la presencia del cuarto habitante de la casa.
Los días siguientes continuaron con esa rutina, los Dursley se iban por la mañana temprano y regresaban a última hora de la noche.

Harry trazó un plan. No sabía cuánto duraría esto de que lo dejaran en paz , pero estaba decidido a aprovecharlo al máximo.
Faltaban menos de un mes para ir a Hogwarts e iba a usar ese tiempo para aprender lo máximo posible.

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Gracias por leer...

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