12. El inicio de una pequeña revolución

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<< Ser como todos es no ser nadie.>>


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Mientras el Maestro de Pociones estaba ocupado con sus pensamientos culpables, las dos serpientes que menos lo admiraban en ese momento, buscaban desesperadamente a su amigo.

Después de veinte minutos lo encontraron escondido en un rincón de la biblioteca.
Después de asegurarse que el ojiverde estuviese bien, y no estuviese en medio de un ataque de pánico, lo sacaron de la biblioteca y lo llevaron a los jardines cerca del Lago Negro.

Las protectoras serpientes sentaron al pequeño león entre ellos, y pasaron sus brazos por los hombros del ojiverde para darle calor y seguridad.
Apoyados en el tronco de un viejo sauce, los tres se mantuvieron en silencio por varios minutos, muy ocupados poniendo en orden sus pensamientos y emociones. Los tres estaban hartos del acoso y de las críticas, y estaban a nada de perder la paciencia.

— Es un idiota — murmuró furioso Blaise, rompiendo el silencio.

— ¿Snape o Malfoy? — preguntó Theo, alzando una ceja con curiosidad.

— Ambos — escupió el ojigrís, abrazando protectoramente al más pequeño de los tres.

— ¿Por qué me odian? — preguntó el ojiverde, sin entender por qué esos dos la habían tomado con él.

— Porque son idiotas — respondió Blaise entredientes, masticando su furia hacia su jefe de casa y también hacia el idiota engreído de Malfoy.

— No te preocupes, pequeño. No puedo hacer mucho con Snape, pero maldeciré a Malfoy hasta que no recuerde su nombre — lo tranquilizó el ojiazul, dándole un apretón tranquilizador en su hombro.

— ¡No! No quiero que te metas en problemas por mí culpa — protestó el azabache, mirándolo con preocupación.

— No es tu culpa, Harry — le aseguró Theo, odiando el hecho de que su amigo se sintiese culpable por cosas de las que era víctima.

— Se acabó — interrumpió el momento Blaise, luciendo un gesto muy decidido.

— ¿El qué? — preguntó el ojiverde, sin entender a qué se refería el moreno.

— Todo — respondió enigmáticamente el ojigrís, dejando a un más confuso a Harry.

— ¿Puedes ser más específico? — exigió Theo, demasiado impaciente para aguantar los misterios del moreno.

— Hay un solución a nuestros problemas — anunció alegremente el heredero Zabini.

— ¿Y esa solución sería...? — presionó el ojiazul, a punto de perder la paciencia.

— Una reselección — respondió Blaise con una enorme sonrisa triunfal.

— ¿Eso se puede? — preguntó Harry mirando a Theo en busca de confirmación.

— Sí, pero solo si se dan ciertas circunstancias — asintió pensativo el heredero Nott.

— ¿Cómo que tu casa te rechace? — cuestionó el ojigrís con una sonrisa satisfecha.

— ¡¡Sí!! — asintió el ojiazul llenándose de entusiasmo al darse cuenta de que tenían la solución a sus problemas.

— Entonces... ¿Podemos hacerlo? — interrogó con esperanza el ojiverde.

— Podemos y lo haremos — afirmó Theo con gesto triunfal.

— ¿Cuando? — preguntó Harry contangiándose del entusiasmo de los otros dos.

¿Por qué no podemos ser amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora