<<Tengo ganas de no tener ganas...>>
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La clase de DCAO había sido una auténtica decepción, pero la había disfrutado igualmente, ya que había estado sentado entre Theo y Blaise, sus amigos.
El resto de los estudiantes los había mirado muy sorprendidos, y algunos de ellos lo miraban con gesto de traición.
Había sido divertido poder hacer muecas y caras entre ellos, también le había gustado mucho la sensación de seguridad y confort que ambos chicos le hacían sentir con sus sonrisas y gestos cariñosos.
Además también lo habían entretenido del insoportable dolor de cabeza que había comenzado desde el inicio de la clase.
Cuando consiguió salir del aula de Defensa, a Harry le estallaba la cabeza, y ya no podía disimularlo más.
Sus dos amigos se preocuparon mucho y se dispusieron a arrastrarlo a la enfermería pese a la negativa del ojiverde.Madame Pomfrey lo revisó y le dio una poción para el dolor de cabeza, que lo hizo sentir mucho mejor al instante.
Como Harry aún se sentía algo mareado, los tres decidieron salir un rato al jardín para tomar un poco de aire fresco.Historia de la Magia resultó otra decepción. En su escuela muggle, Historia había sido una de sus asignaturas favoritas, junto a matemáticas y ciencias.
Por eso había supuesto que también le gustaría Historia de la Magia, y habría sido así si hablaran de la historia de los magos, o de algunos magos y brujas ilustres; pero no, el profesor Bins solo hablaba de las guerras contra los gobblins.Por si fuera poco, Hermione Granger se había sentado a su lado y lo había estado molestando toda la clase, ya fuera dándole codazos si no escribía cuando ella lo hacía o quitándole el pergamino para ver qué había escrito.
Al finalizar la clase, Harry estaba convencido de dos cosas. Uno: que todas esas guerras habían sido muy tontas e inútiles y dos: que esperaría a que Hermione se sentase primero en cada clase, para poder sentarse lo más alejado posible de ella.
La clase había sido con Hufflepuff, y el ojiverde notó que estaban mucho menos animados que en Herbología.
Astronomía fue un gran descubrimiento para él.
La profesor Sinistra era una bruja amable e inteligente que les explicó con sencillez y palabras fáciles todo sobre estrellas y constelaciones.
La clase era los jueves a medianoche con el resto de las casas, por lo que pudo estar con Theo y Blaise, además de Neville, que parecía ser el único Gryffindor que no tenía un problema con ellos.Cuando terminó la clase, todos los estudiantes bajaron las escaleras de la Torre de Astronomía medio dormidos, todos menos Theo, al que su entusiasmo por una de sus materias favoritas tenía muy despierto.
A la mañana siguiente, el viernes, Harry bajó a desayunar con Neville un poco más tarde de lo habitual.
La mesa de Gryffindor estaba bastante vacía, y los pocos estudiantes que había miraban al ojiverde con furia.El heredero Potter todavía no se acostumbraba a esas miradas de odio. Habían comenzado cuando supieron de su amistad con dos slytherin.
Le habían exigido que terminase con dicha amistad, alegando que serpientes y leones no se juntaban. Por supuesto, Harry se había negado rotundamente, y por mucho que esas miradas fulminantes lo hiciesen estremecerse de miedo y angustia, se mantenía inamovible en su decisión.
Jamás rompería su amistad con sus dos primeros amigos.Neville es el único que parecía no juzgarlo, pero era tan tímido cómo él por lo que no hablaban mucho el uno al otro, aunque se hacían compañía silenciosa mientras leían o hacían sus tareas.
Una de sus peores pesadillas en la casa Gryffindor era Hermione Granger.
La niña se había convertido en algo más que una molestia, logrando que el ojiverde se sintiera abrumado e incómodo en su presencia.El pequeño Potter no entendía porque la castaña pensaba que tenía la autoridad para decirle que podía o no hacer.
Su actitud altiva y mandona no la habían hecho muy popular entre el alumnado, ni tampoco entre sus compañeros de casa, quienes solían evitarla cada vez que la veían acercarse.Por suerte, el ojiverde tenía a Marcus y su mirada aterradora para salvarlo de la niña. Esa increíble mirada, que Harry admiraba tanto, lograba hacer que la insufrible castaña saliese corriendo en cuanto lo veía.
El azabache adoraba al Slytherin, y no solo porque cuando él estaba cerca nadie se atrevía a mirarlo siquiera.
Marcus lo hacía sentirse seguro y protegido, y aunque pareciera aterrador para todos, incluso Blaise y Theo, el ojiverde sabía que el prefecto jamás le haría daño.Cuando se sentó para el almuerzo, el ojiverde estaba decidido a no dejarse amargar por unos idiotas sin cerebro. Esa tarde tendría su primera clase de Pociones, lo que llevaba esperando toda la semana, y no dejaría que nada ni nadie ensombreciese eso.
Tan solo quince minutos después de sentarse en la mesa, se levantó y salió del Gran Comedor hacia las mazmorras. Blaise y Theo no estaban en la mesa de Slytherin y esperaba encontrarlos de camino al aula de Pociones.
En cuanto puso un pie en las mazmorras, un grupo de gryffindor arrinconó a Harry en una esquina.
Mientras el grupito de cobardes lo apuntaban con sus varitas, el pequeño ojiverde sintió como su respiración se aceleraba y su mente empezaba a nublarse. Podía oír como le gritaban, pero las palabras sonaban entrecortadas y no podía entenderlas.
Sus rodillas no pudieron resistir la tensión de los músculos y se doblaron, dejándolo caer.
Los estudiantes más mayores lo miraron confusos y desconcertados por el comportamiento del niño.Unos gritos de guerra resonaron en el pasillo, asustando a los gryffindor y haciendo que huyeran.
Theo y Blaise llegaron corriendo con gesto muy preocupado. Habían visto como los leones tenían acorralado a su amigo y lo único que se les ocurrió fue usar un hechizo que duplicaba y triplicaba las voces para asustar a los agresores.Blaise se acercó al azabache y se sentó en el suelo, agarrando su mano para que supiera que estaba allí.
— Estamos aquí, Harry — susurró tranquilizadoramente — Estás a salvo...
Theo se arrodilló detrás de Harry, llevando la espalda del ojiverde a su pecho para que pudiese sentir sus latidos, mientras le susurraba palabras tranquilizadoras para sacarlo de su estado.
—Dime algo que te guste mucho— susurró en su oido cuando notó que su respiración empezaba a normalizarse.
—Tus ojos... — confesó el Gryffindor con las mejillas enrojecidas.
—Bien, probemos algo entonces — murmuró Theo, separándose de Harry para girarlo y ponerlo frente a él.
Blaise tomó su lugar en la espalda del ojiverde, abrazándolo por detrás.
—T-Theo... Y-yoo... — tartamudeó el pequeño Potter intentando que el oxígeno entrase a sus pulmones.
—Mírame a los ojos Harry, refúgiate en ellos — susurró el ojiazul poniendo su rostro a centímetros de la cara del azabache —Siente mis latidos, respira con ellos...
Mientras Theo seguía hablándole, Blaise frotaba círculos en su espalda, tratando de ayudar a calmarlo.
Unos minutos después, gracias al apoyo y cariño de sus amigos, el ojiverde pudo recuperarse lo suficiente para entrar en el aula de Pociones, dónde lo esperaría una clase bastante menos impresionante de lo que había pensado.
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¿Por qué no podemos ser amigos?
Fanfiction¿Qué pasaría si Harry hubiera hecho un amigo antes de iniciar su aventura en Hogwarts? ¿Y si ese amigo trajese otro amigo con él? ¿Y si esos nuevos amigos no estuviesen dispuestos a permitir que el ojiverde volviese con su horrible familia?