13. Bajo el sombrero seleccionador de nuevo

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<<Las grandes locuras dejan los mejores recuerdos...>>


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Blaise fue el primero en volver a ponerse el sombrero seleccionador, quién lo felicitó por su idea y le deseó suerte en Ravenclaw. El moreno no se dirigió a la mesa de su nueva casa de inmediato, se quedó a un lado esperando que sus amigos fuesen sorteados.

Harry fue el segundo, y el sombrero le pidió disculpas por haberlo enviado a Gryffindor, una casa con demasiada inclinación a juzgar sin saber o conocer antes los hechos. El ojiverde lo disculpó diciéndole que tampoco habría encajado en Slytherin, pero que esperaba que le fuera mucho mejor con las águilas ya que le había gustado su comportamiento y actitud en sus clases compartidas.
Con una enorme sonrisa, el heredero Potter se unió a Blaise, quién pasó un brazo por sus hombros con gesto orgulloso.

Theo también tuvo su pequeña charla con el sombrero antes de unirse a sus amigos en Ravenclaw. Éste le pidió un favor personal al pelinegro, que cuidara del pequeño león y le mostrara que la vida era mucho más que sacrificio y dolor.
Theo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por Harry, así que no fue difícil prometerle al sombrero que ayudaría a su amigo a ser feliz, así como a dejar los miedos atrás.
Tras su firme promesa, se unió a sus dos amigos, quienes lo recibieron con un abrazo grupal.

Filius Flitwick estaba muy orgulloso de sus tres nuevos polluelos, los chicos habían dado una gran lección a todos sobre amistad y compañerismo, además de eso, habían usado su inteligencia para resolver su problema.

El profesor de Encantamientos se acercó a los tres niños, y después de darles una calurosa bienvenida, los acompañó a la mesa de las águilas.

— Chicos y chicas, os presento a los tres miembros más recientes de nuestra familia. Espero que sean recibidos con el cariño y apoyo que se merecen — informó el Jefe de la Casa Ravenclaw, mirando a sus águilas con seriedad.

— Eso haremos, profesor — se oyó a lo largo de la mesa, junto a decenas de asentimientos.

— Les daremos la bienvenida a su nueva casa — aseguró Penélope Cleartweater, una prefecta de quinto año.

— Muy bien. Disfruten su cena, polluelos — les sonrió con cariño Filius, antes de volver a la mesa alta.

— ¿Polluelos? — preguntó Blaise con el ceño fruncido.

— Así nos llama nuestro jefe de casa — informó Roger Davis, otro de los prefectos de quinto año.

— Él es el águila y nosotros somos sus polluelos — explicó Padma Patil, una bruja de su mismo curso.

— En realidad, seríamos sus aguiluchos... — puntualizó Terry Boot, otro de los chicos de su mismo año y con el que Harry había hablado un par de veces.

— Pero suena mucho peor — replicó Penélope con una sonrisa divertida.

— Él nos cuida y se preocupa por nosotros como si fuéramos sus propios polluelos — reveló una chica rubia de sexto año.

— Bienvenidos a Ravenclaw, espero que estéis contentos de ser seleccionados en la casa que ama el conocimiento y la sabiduría — los saludó formalmente Kevin McLaren, un prefecto de séptimo año, acercándose a ellos para darles la mano

— Por supuesto, elegimos estar aquí — replicó Blaise con gesto orgulloso.

— Nos gusta aprender... — murmuró con timidez el ojiverde, intentando suavizar la brusquedad de su amigo.

¿Por qué no podemos ser amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora