4. El primer amigo

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"Quien te quiere de verdad hace que te quieras "



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Ajeno a los pensamientos del heredero Zabini, el pequeño Potter seguía curioseando por la tienda y maravillándose con casi cada cosa que veía.

— ¿Has visto eso?— preguntó con ojos asombrados, señalando algun tipo de gusanos vivos desprendiéndose de su piel.

— A la mayoría de la gente le parecería asqueroso, pero tú pareces fascinado — murmuró Blaise, mirando al otro niño con más curiosidad aún.

— Bueno, no te sorprendas — se encogió de hombros el ojiverde, fingiendo una indiferencia que no sentía — Siempre he sido un freak, y siempre lo seré...

— Eso suena despectivo, y está bastante lejos de lo que yo quería decir — replicó el ojigrís muy molesto, y también preocupado, él había querido halagarlo no menospreciarlo.

— Está bien. Creo que ahí están las balanzas — zanjó el tema Harry, señalando a una estantería repleta de instrumentos para pesar y medir.

— Recogeré tus ingredientes mientras escoges una — ofreció el moreno, deseando hablar un poco más con el otro niño.

— ¿Puedo acompañarte? Me gusta como huelen esas hierbas... — solicitó con timidez el ojiverde, mientras un adorable rubor cubría sus mejillas.

— A mí también me encanta oler sus diferentes aromas — confesó en voz baja Blaise, guiñándole el ojo con complicidad.

— El mundo mágico es realmente genial — declaró con tono solemne el heredero Potter, mirando a su alrededor con reverencia.

— Lo dices como si fuese la primera vez que estuvieses aquí — replicó el ojigrís, sin entender porque Harry parecía tan fascinado por todo.

— Lo es. Hoy me enteré que era un mago, el mejor regalo de cumpleaños que alguien pueda soñar — anunció el ojiverde con una pequeña sonrisa

— ¿Hoy es tu cumpleaños?— preguntó el moreno deteniendo su andar y haciendo que el azabache chocara con él.

— Bueno, sí... Yo... — tartamudeó Harry, volviendo a su timidez habitual. Ni siquiera sabía porque había dicho que era su cumpleaños, nunca había sido importante antes.

— ¡Felicidades, Harry! Los once es la mejor edad, porque es justo cuando te vas a Hogwarts — lo felicitó Blaise, dándole un abrazo rápido que sorprendió al ojiverde, pero que extrañamente no lo hizo sentir incómodo.

— Bueno, eso si no se equivocaron — susurró el pequeño Potter, sintiendo como el miedo y la desesperanza volvían a apoderarse de él.

— ¿Equivocarse? ¿En qué? — preguntó Blaise, sin entender a qué se refería el otro niño.

— Bueno, hice algunas cosas mágicas, pero a lo mejor no tengo la suficiente magia para estar en Hogwarts con magos de verdad — confesó Harry, agachando la cabeza con gesto de derrota.

— ¿Magos de verdad? — preguntó, cada vez más confuso, el ojigrís.

— Sí, como tú, que sabes todo de la magia — explicó el ojiverde, esperando el rechazo del otro en cualquier momento.

— Yo no sé todo... — negó el moreno, empezando a entender la preocupación de su nuevo amigo.

— Bueno, pero sabes mucho. En cambio yo no sé nada — replicó el pequeño Potter, mirándolo con los ojos brillantes por las lágrimas retenidas en ellos.

¿Por qué no podemos ser amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora