56. Exámenes y ataques de pánico

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<<Amar bien es el acto más desinteresado.>>






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Tras la emocionante final de quidditch el fin de semana, llegó el lunes, y con él, vino el anuncio oficial de los tan temidos exámenes, y los chicos como buenos ravenclaw que eran, no pudieron evitar perder un poco la cabeza.

Comenzó con pequeños nervios hormigueando por sus estómagos, pero pronto se convirtió en angustia y ansiedad.

Cuando llegó el fin de semana, Harry estaba en un estado permanente de miedo y angustia, lo que desembocó en un terrible ataque de pánico la noche del sábado.

Theo y Blaise, al no conseguir calmar a su amigo, decidieron ir en busca de su jefe de casa, quién acudió al rescate enseguida enviando a Blaise, quién también había ido a buscarlo a él mientras Theo se quedaba con Harry, a buscar al profesor Snape.

Tan solo unos minutos después, Severus entró al dormitorio de su hijo, arrebatándolo de los brazos de Filius y acunándolo suavemente entre los suyos mientras murmuraba palabras cariñosas y tranquilizadoras en el oído del niño.
Casi veinte minutos más tarde, el ojiverde por fin había empezado a respirar con normalidad, aunque aún tenía un agarre mortal sobre su padre, como si temiese que al soltarlo lo perdería para siempre.

— Lo estás haciendo muy bien, principito. Sigue respirando profunda y lentamente — susurró el pocionista en su oído mientras caminaba por la habitación con él en sus brazos.

— L-lo sien-nto... — se disculpó Harry con voz temblorosa, temiendo que su padre decidiese que era demasiado molesto para tenerlo en su vida.

— No has hecho nada malo — lo tranquilizó el pocionista mientras acariciaba su espalda y lo abrazaba más fuerte — ¿Quieres contarme qué fue lo que te alteró tanto?

— L-los exámenes... — suspiró el ojiverde escondiéndose en el cuello del adulto.

— Tenemos miedo de fallar... — confesó Theo, deseando que su padre también estuviese allí para abrazarlo.

— Escuchenme bien los tres — llamó su atención el profesor Flitwick, sintiéndose culpable por haber dejado que sus polluelos llegasen a tal estadio de angustia — Habéis sido unos alumnos muy aplicados y laboriosos durante todo el curso, y eso tiene su recompensa.

— ¿No tendremos que hacer exámenes? — preguntó esperanzado Blaise, mirándolo con ojos brillantes por la felicidad.

— Buen intento, Zabini — siseó con burla Severus, aunque en su interior no podía evitar aplaudir la mente rápida del pequeño italiano.

— No lo culpo por intentarlo — lo defendió Filius, mirando a su alumno con una sonrisa cómplice.

— ¿Cuál es la recompensa, profesor? — preguntó Theo, olvidando su angustia debido a su insaciable curiosidad.

— La recompensa es que solo tendréis que repasar lo aprendido durante el curso — respondió su jefe de casa — Será como volver a leer un libro que hayáis leído antes.

— Harry, mírame — pidió Snape, separando al niño de su cuerpo para poder mirarlo — ¿Recuerdas todo lo que has aprendido en tu clases?

— ¡Por supuesto! Y también nuestras clases especiales de Pociones y Encantamientos — aseguró el pequeño cuervo mucho más seguro de sí mismo.

— Entonces estás más que preparado para tus exámenes, hijo — replicó con una sonrisa el ojinegro, acariciando su mejilla.

— Al igual que ustedes, mis astutos polluelos — asintió el medio gobblin sonriendo a Blaise y a Theo, quienes parecían mucho más tranquilos y relajados ahora.

¿Por qué no podemos ser amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora