31. Bienvenido a la mansión Nott

3.3K 358 3
                                    


<<No le temas al fracaso, es inevitable...>>



•°•—·—∞—♦—∞—·—•°•



Lord Nott y Lady Zabini esperaban ansiosos la llegada de los tres niños. Ambos habían recibido con alegría la noticia de las vacaciones adelantadas, ya que estaban deseosos de ver a sus hijos, así como también conocer mejor al niño que tanto querían y protegían sus hijos.

Tan solo una semana después de la reselección de sus hijos, el profesor Flitwick les había escrito a ambos poniéndoles al corriente de las lamentables condiciones en que había sido criado Harry Potter.
Tanto el mago como la bruja, quienes siempre habían sido fuertes defensores de los niños, se habían enfurecido al saber dónde y cómo se había abandonado a un bebé mágico a su suerte.

Se habían reunido unos días después, en Hogsmeade, con el jefe de casa de Ravenclaw, para que éste les informase mejor y poder así buscar una solución.
Filius había hablado durante gran parte de la reunión sobre lo increíble y especial que era Harry, y cómo él y Severus estaban dispuestos a todo para ayudarlo a salir de esa casa infernal.

Tras la reunión, Thadeus e Isabella habían comenzado una relación tentativa con el ojiverde a través de un par de cartas semanales.
El niño era muy tímido y formal cuando les contestaba a sus misivas, pero Theo y Blaise les habían escrito revelando lo feliz que se había sentido Harry cada vez que recibía sus cartas, lo que los había animado a escribirle más a menudo.

El mago y la bruja sangre pura mantuvieron firmes sus máscaras cuando vieron el espreso entrar en la estación, pero por dentro estaban ansiosos y felices.
En cuanto los tres niños bajaron del tren, Thadeus sacó un medallón de su bolsillo y les pidió que lo tocaran.

Harry sintió como si hubiese sido absorbido por un embudo antes de poder sentir el suelo de nuevo bajo sus pies.
Sintió como todo se tambaleaba y sus rodillas cedían, pero antes de que su cara aterrizase en el duro suelo unas fuertes manos lo sujetaron por sus hombros, apoyándolo contra un pecho firme.

— Está bien, pequeño, te tengo... — susurró Thadeus en su oído mientras lo ayudaba a estabilizarse.

— G-gracias... — tartamudeó el ojiverde con las mejillas enrojecidas por la vergüenza de haber estado a punto de dar con su rostro en el suelo.

— ¿Estás bien, Harry? — preguntó Theo, mirándolo preocupado, antes de dirigirse a los adultos para explicarles — Es su primer vez con un traslador.

— Pues lo ha hecho realmente bien — lo felicitó Isabella acercándose para acariciar la mejilla del menor.

— ¿Por qué no le enseñais tú y Blaise a Harry donde dormirá? Los tres pueden asearse antes de bajar a cenar — propuso Lord Nott señalando la escaleras que conducían al primer piso, dónde se encontraba las habitaciones familiares.

— Vamos, Harry. Tu dormitorio está justo al lado del mío... — habló Theo, tomándolo de la mano mientras dirigía el camino.

Media hora más tarde, los chicos bajaron de nuevo las escaleras y se dirigieron al comedor, dónde Isabella y Thadeus ya los esperaban.
Harry se siento cohibido cuando se sentó en la elegante mesa repleta de sabrosos manjares que jamás había probado en su vida.
Los adultos, notando su incomodidad, lo animaron a probar todo, para saber así lo que le gustaba y lo que no.

Tras la cena, Thadeus envió a los niños a dormir, ya que estos parecían estar compitiendo para ver quién conseguía bostezar más y más rápido, mientras Isabella y él se mudaban al salón familiar.

Tan solo una hora más tarde, Theo y Blaise, en pijama, entraron en el salón con rostros graves.

— ¿Qué ha pasado? ¿Está Harry bien?— preguntó Lord Nott con tono de alarma.

— Sí, está durmiendo. Esperamos a que se durmiera para venir a hablar con vosotros — asintió su hijo con gesto serio.

— ¿Y qué eso tan importante que no podéis esperar a mañana? — cuestionó el patriarca mirando a ambos niños con sospecha.

— Es sobre Harry... — respondió con un suspiro frustrado el heredero Zabini.

— Les estábamos contando lo qué haríamos en Yule y Blaise... — continuó Theo, deteniéndose para mirar a su amigo sin saber cómo continuar sin lastimarlo.

— ¡Yo no lo sabía! — sollozó el moreno mirando a los adultos con ojos culpables.

— Tranquilo, caro mío... ¿Qué pasó? — lo consoló Isabella envolviéndolo en su pecho amoroso.

— Le pregunté a Harry que hacía él en Navidad — confesó Blaise sintiéndose mejor entre los brazos de su madre.

— Él pasaba la Navidad encerrado en su alacena, sin regalos y sin comida — reveló el ojiazul con la voz entrecortada.

— ¡¡Esos horribles muggles!! — gimió horrorizada Lady Zabini haciendo que los tres magos hicieran una mueca por el agudo grito.

— Está bien — intervino Thadeus tratando de poner un poco de orden antes de que la italiana fuese a buscar venganza — Blaise, tú no tienes la culpa de lo que esos muggles le hicieron a tu amigo.

— ¡Claro que no! Pero... ¿Qué te parece si hacemos algo para compensarlo? — propuso la bruja en cuanto pudo dominar sus emociones de nuevo.

— ¿Algún plan? — preguntó Lord Nott mirándola con una mezcla de diversión y anticipación.

— Haremos que Harry disfrute este año de Yule y Navidad — respondió Isabella con naturalidad dejando con la boca abierta al resto.

— ¿Qué sabes tú de la Navidad muggle? — cuestionó Thadeus mirándola con una ceja alzada.

— Lo suficiente, e investigaré lo que no sé — replicó la matriarca frunciendo el ceño con terquedad.

— Bien, cuenta conmigo entonces — se apuntó el mago, al menos así podría detenerla si iba demasiado lejos.

— ¡Nosotros también queremos ayudar! — exclamó Blaise con gesto emocionado.

— Vosotros os iréis a dormir ahora mismo, y mantendreis la boca cerrada — los despidió Thadeus con gesto serio haciendo un gesto hacia las escaleras.

— Pero... — protestó el moreno frunciendo el ceño con frustración.

— Vamos, Blaise — lo interrumpió Theo empujándolo hacia las escaleras, él sabía mejor que nadie que nadie podía hacer cambiar de opinión a su padre cuando ponía esa cara.

— Buona notte, bambini — se despidió con voz cariñosa Lady Zabini enviándoles besos al aire.

Los dos adultos observaron con una sonrisa benevolente a sus hijos mientras salían del salón camino a sus dormitorios.
Poco después, Isabella y Thadeus se dieron las buenas noches y se fueron a sus dormitorios.



•°•—·—∞—♦—∞—·—•°•



Gracias por leer...

¿Por qué no podemos ser amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora