36. ¿Qué no haría yo por esa sonrisa?

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Lady Zabini miraba maravillada como el pequeño ojiverde se manejaba con eficiencia y seguridad entre fogones.
Mientras cocinaban, Harry confesó lo poco que le gustaba la cocina al principio.

— Cuando empecé a cocinar me resultaba muy complicado, y siempre me quemaba — explicó el niño mientras salteaba algunas verduras con mucho cuidado, pero aún así unas pequeñas gotas de aceite llegaron a su mano derecha mientras las revolvía.

— Déjame ver... — exigió con urgencia Isabella sacando su varita para curarlo.

— Estoy bien... Siempre me curo — se encogió de hombros el ojiverde mientras veía como las pequeñas ampollas desaparecían por si solas ante sus ojos.

— Tu magia ha hecho un buen trabajo con las cicatrices — apreció la italiana, ocultando su sorpresa al ver como la magia del niño lo curaba automáticamente.

— Mi magia es genial — asintió con una sonrisa orgullosa el azabache.

— Como tú — replicó la bruja dejando un beso sobre su cabeza.

— Cuando crecí un poco más, y dejé de quemarme a mí y a la comida, se convirtió en mi tarea doméstica favorita — reveló Harry mientras vertía las verduras sobre el asado con destreza.

— Puedo entender por qué — asintió Isabella acariciando su cabello con cariño mientras veía con mucha admiración los movimientos seguros y certeros del niño — Tienes un don para esto...

— He echado de menos no poder hacerlo en Hogwarts, aunque no sabía que lo hacía tanto — confesó el ojiverde sin mirarla, pero inclinándose hacia su toque.

— Podemos hacerlo cada vez que quieras en vacaciones — propuso Lady Zabini sonriendo triunfalmente al ver que el pequeño empezaba a abrirse con ella.

— ¿De verdad? — preguntó el pequeño Potter levantando su cabeza para mirarla con ojos ilusionados.

— ¡Por supuesto! ¡Y serás mi profesor! — exclamó muy emocionada la italiana levantando al niño en sus brazos y estrechándolo contra su pecho mientras danzaba elegantemente por la cocina.

— ¡Genial! — celebró el azabache, sintiéndose muy amado y seguro en los brazos de la mamá de su amigo Blaise. El moreno le había confesado semanas atrás que su lugar favorito del mundo eran los brazos de su mamma, y ahora Harry entendía por qué.

La cena de nochebuena transcurrió entre numerosas felicitaciones a los cocineros y planes para el día de Navidad.
Poco después, los niños empezaron a bostezar y fueron enviados a sus camas. Ninguno de ellos protestó demasiado, sabiendo que estarían muy atareados al día siguiente.

La mañana de Navidad llegó demasiado temprano en opinión de los adultos. Fueron despertados poco después de las seis por los elfos domésticos anunciando que los más jóvenes los esperaban ansiosos para abrir los regalos.

La ceremonia de apertura de presentes fue bastante ruidosa, pero no fue algo que le molestara a ninguno de los adultos mientras veían las enormes sonrisas de los tres niños.
Harry estaba sin palabras cuando recibió los regalos de Thadeus, había abrazado sus útiles de arte mientras acariciaba el palo de su nueva escoba.

Tras el desayuno fueron a bañarse y a prepararse para el día. Por supuesto, los tres estrenarían ropa ese día, dándole uso a parte de los regalos de Lady Zabini.
Cuando se vio en el espejo, Harry no puede evitar que las lágrimas corrieran por sus mejillas. Era la primera vez, sin contar las túnicas de Hogwarts, que vestía ropa de su talla.
Fue sorprendido en ese momento por Isabella, quién había ido a buscarlo por si necesitaba algún ajuste en su ropa. La bruja se arrodilló ante el niño y lo abrazó maternalmente mientras le decía lo guapo que estaba y lo buen niño que era.

El resto del día lo pasaron estrenando alguno de sus nuevos regalos y jugando a algunos juegos de mesa mágicos, una tradición de la familia Zabini que todos disfrutaron mucho.

Cuando los niños se fueron a dormir esa noche, Isabella y Thadeus lo tenían claro: conseguirían la custodia de Harry.
Habían tenido el enorme privilegio de poder ver la sonrisa brillante del ojiverde durante todo el día, y eso provocó el deseo de que esa sonriese permaneciese en el rostro del niño permanentemente.

Al día siguiente, Thadeus se fue muy temprano al Ministerio de Magia y pasó allí casi todo el día.
Mientras, en la mansión Nott, Isabella intentaba entretener a los niños, que estaban más bulliciosos que de costumbre.

Tras la cena, Theo pidió hablar a solas con su padre. Había visto como él e Isabella se habían mirado cuando él llegó a casa antes de la cena. El pelinegro sospechaba que los adultos estaban tramando algo y tenía que ver con Harry.

— ¿De qué querías hablarme, hijo?

— ¿Qué está pasando? — preguntó bruscamente el pequeño pelinegro.

— ¿Perdón? — cuestionó sorprendido su padre sin entender por qué su hijo se veía tan serio y lo miraba con ojos acusadores.

— Sé que está pasando algo con Harry — replicó el ojiazul con tono alterado— Tengo derecho a saberlo, él es...

— Respira, Theo. Está bien, te contaré lo que está pasando. Siéntate — ordenó Lord Nott con voz firme sabiendo que solo eso haría reaccionar a su hijo — Isabella y yo hemos decidido presentar una solicitud para adoptar a Harry.

— ¡Oh!

— No queremos que Harry vuelva con esos muggles — continuó explicando el mago adulto, arrodillándose ante su hijo.

— ¿Puede ser la tía Isabella quién lo adopte? — solicitó el menor mirándolo con ojos suplicantes.

— ¿Perdona? Pensé que querrías... 

— Papá, yo no veo a Harry como un hermano — lo interrumpió Theo con un adorable rubor cubriendo sus mejillas.

— ¡Vaya! — Thadeus se sorprendió por los sentimientos de su hijo, pero ahora que lo pensaba no debería sorprenderse tanto. Él mismo había sido testigo de como Theo y Harry no podían evitar gravitar uno hacia el otro.

— ¿Estás molesto? — preguntó el niño al ver que su padre se había quedado callado.

— ¡Por supuesto que no! Me has sorprendido, eso es todo — negó Lord Nott, acariciando las rodillas del menor.

— Entonces... ¿Cuándo tardará la adopción? — cuestionó el ojiazul esperando que fuese antes del verano para que Harry no tuviese que volver con los muggles.

— No lo sé. Hoy presenté las solicitudes, ahora tienen que estudiarlas, después nos entrevistarán... — informó Thadeus antes de darle una orden — No puedes decirle nada a Harry.

— ¿Por qué?

— Porque no quiero ilusionar a Harry hasta que podamos conseguirlo — confesó el mago adulto con una sonrisa triste.

— ¿Crees que no lo conseguiréis? — preguntó Theo con gesto preocupado.

— No será fácil, pero haremos lo imposible para que Harry sea parte de la familia de manera oficial — prometió el patriarca Nott, levantándose para abrazar a su hijo.




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¿Por qué no podemos ser amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora