11. La clase de Pociones

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<<Somos una especie en peligro de extinguirlo todo.>>


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La clase de pociones empezó con un portazo. Por su cara de pocos amigos, el profesor Severus Snape no parecía muy feliz de estar allí.

— Estáis aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones — comenzó en un susurro bajo pero bien audible, mientras todos los estudiantes lo miraban con una mezcla de miedo y fascinación — Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos... Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, y hasta detener la muerte, eso si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.

En opinión de Harry, había sido un excelente y apasionado discurso, aunque quizás si no mirara a los alumnos como si quisiera cortarlos en trocitos para ingredientes habría sido incluso mucho mejor.

Como el resto de profesores, Snape pasó lista. Cuando llegó a Potter no ocultó su desdén y su burla tanto por su apellido como por el ridículo mote que el mundo mágico le había puesto, lo que hizo que Malfoy y su grupito se riera, mientras Harry intentaba hacerse pequeñito entre Theo y Blaise.

Pero el pocionista todavía no estaba conforme con ver a un Potter encogerse ante él; necesitaba más, mucho más.

— ¡¡Potter!! ¿Qué obtendría si añadiera polvo de raíces de asfódelo en una infusión de ajenjo?

— Una poción muy potente para dormir llamada Filtro de muertos en vida — respondió en apenas un susurro el ojiverde.

— ¿Dónde buscaría si le pido que encuentre un bezoar? — volvió a preguntar Snape fulminándolo con la mirada.

— En el estómago de una cabra, p-profesor — contestó el pequeño Potter, intentando ignorar el odio de destilaba el adulto hacia él.

— ¿Para qué sirve? — insistió el slytherin queriendo pillarlo.

— E-es un antídoto para la mayoría de los venenos, profesor.

— ¿Cuál es la diferencia entre acónito y luparia?

— Es la misma planta, profesor  — continuó respondiendo correctamente el ojiverde, aunque cada vez se sentía más ansioso.

— Malfoy... ¿Para que poción se usa? — preguntó esta vez a uno de sus Slytherin.

— Poción Matalobos, profesor Snape — contestó el rubio con una sonrisa arrogante.

— Correcto, diez puntos para Slytherin — concedió el Jefe de Slytherin causando un coro de protestas viniendo de la zona de los leones.

— ¡Silencio! Dividanse en grupos de dos y comiencen a trabajar. En la pizarra están las instrucciones para preparar una poción para los forúnculos — llamó al orden el Maestro de Pociones, ignorando la injusticia que acababa de cometer.

Los estudiantes se levantaron rápidamente para asaltar el armario de pociones en busca de los ingredientes para realizar su poción.

Harry y Blaise tenían los suyos, así que se dirigieron a una de las mesas de trabajo para empezar a preparar su poción de forúnculos.

— Potter, siéntese en otra mesa — ordenó Snape con tono seco.

— ¿Por qué? — cuestionó Blaise muy molesto con su jefe de casa.

¿Por qué no podemos ser amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora