25. Un troll en Hogwarts

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<<Si no tienes nada bueno que decir, entonces cállate la boca ya que no tienes nada para aportar.>>



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Tras su ritual renovador, los tres niños se quedaron en su dormitorio, todavía apoyados unos contra otros en un pequeño paraíso de paz y confort.
No pasó mucho tiempo antes de que escucharan ruidos en la sala común, lo que les sorprendió mucho ya que era demasiado temprano para que el banquete hubiese terminado.

Sacudiendo la pereza de sus cuerpos, se pusieron en pie y bajaron a la sala común para averiguar por qué estaban regresando tan pronto.
Aún no habían bajado por favor completo las escaleras cuando Will los asaltó en medio de ellas, y los revisó en busca de heridas.

— ¿Qué está pasando? ¿Por qué todos parecen tan asustados? — cuestionó Harry a su tutor al ver los rostros asustados de sus compañeros.

— Hay un troll suelto en Hogwarts — reveló Will con gesto serio y preocupado, algo muy poco característico en él.

— ¿UN TROLL? — gritaron Theo y Blaise, ambos con los ojos a punto de salir de sus órbitas, hablando a la vez.

— ¿Los de los puentes? ¿Existen? — preguntó el ojiverde, olvidando su miedo por un momento a causa de su inmensa curiosidad.

— No, Harry. No son como los trolls muggles — explicó Lionel, un cuarto año nacido de muggle, mientras le daba un libro de la biblioteca en el que mostraba una imagen de un gigantesco y mortífero troll — Esto te será útil.

— ¡¡¡Oh!!! — murmuró el ojiverde palideciendo al ver la imagen de la horrible bestia que caminaba por los pasillos de Hogwarts en busca de algún estudiante que comer.

— No te preocupes, polluelo. El troll no podrá entrar aquí — intentó tranquilizarlo Roger Davis acercándose a él para acariciar su mejilla.

— ¡Es demasiado tonto para resolver el acertijo! — exclamó con gesto de burla un alumno de sexto año logrando que algunos de sus amigos se rieran.

— Ese garrote parece suficiente para romper la puerta y entrar... — lo contradijo Harry, haciendo que todos dejaran de reír al instante y miraran la puerta con aprensión.

— Te prometo que no podrá entrar aquí. ¿Confías en mí? — aseguró el prefecto de quinto año, agachándose para ponerse a la altura del menor, a quien sus dos amigos tenían rodeado con sus brazos protectoramente.

— Lo hago, Roger. Pero... ¿cómo pudo entrar un troll al castillo? ¿Ocurre a menudo? — interrogó el heredero Potter, poniendo un adorable puchero antes de fruncir su ceño con frustración.

— Esa es una muy buena pregunta... — respondió Roger mirándolo con gesto de orgullo por su inteligencia — Y no, no es algo que ocurra a menudo.

— No debería haber podido pasar las protecciones... — comentó un séptimo año desde uno de los sofás recibiendo asentimientos  de acuerdo de sus amigos.

— ¿Y si éstas están en mal estado? — preguntó Penélope uniéndose al debate después de haberse asegurado que todos los más pequeños estaban bien.

— Entonces el director debería saberlo — contestó Charlus, el estudiante de séptimo año, mirándola con una ceja alzada.

— Y tendría que haber hecho algo para arreglarlas — añadió Roger con gesto de enfado. Estaba harto de las ideas locas del director ya que éstas ponían en peligro a todos los estudiantes.

— Además de informar a la Junta de Gobernadores — apuntó Penélope con gesto pensativo, escribiendo mentalmente la carta que enviaría a primera hora del día siguiente.

— ¿Y qué va a pasar ahora? — preguntó Harry todavía muy nervioso y preocupado con la idea de un troll suelto por Hogwarts.

— Los profesores están buscándolo y lo sacarán del castillo — explicó Will usando un tono suave y cariñoso al notar la preocupación del ojiverde.

— Quirrell dijo que estaba en las mazmorras así que no tardarán en derribarlo — agregó Roger creyendo que eso calmaría al menor, pero se equivocaba.

— ¿En las mazmorras? ¡La casa de Slytherin está allí! ¡Marcus está allí! — exclamó aterrorizado el pequeño Potter teniendo dificultades para respirar con normalidad.

— La casa Hufflepuff también está cerca de las mazmorras... — asintió pensativo Charlus, uniéndose a la preocupación del menor ya que le gustaba una chica de dicha casa.

— El director ordenó que todos los estudiantes se dirigieran a sus salas comunes... — recordó Will dándose cuenta ahora de la despreocupación de Dumbledore por la mitad de sus estudiantes.

— A ese viejo loco solo le importan sus dorados y adorados Gryffindor — masculló Lionel, quién había sufrido muchos inconvenientes a causa de la preferencia del director por sus leones

Mientras el resto de los Ravenclaw seguían debatiendo, Harry estaba cada vez más preocupado por Marcus, se moriría si algo malo le pasase al chico mayor.

Theo, que estaba sentado a su lado, notó su angustia y pasó un brazo por sus hombros, acercándolo más a su cuerpo para darle un poco de calor y consuelo.

— Él estará bien — aseguró el ojigrís en su oído.

— ¿Y si se encuentra con el troll? — gimió el ojiverde aterrorizado con la idea de perder al que se había convertido en su hermano mayor.

— Entonces tendrías que preocuparte por el troll, porque Marcus acabará con él — replicó el heredero Nott con seguridad, puede que estuviera algo celoso del mayor pero eso no quería decir que no lo admirase.

— Sí, ¿verdad? Marcus es muy fuerte y sabe muchos hechizos... — estuvo de acuerdo Harry sintiéndose un poco más tranquilo.

— Créeme, no quedará nada de ese sucio y maloliente troll después de un encuentro con Flint — afirmó con rotundidad Theo, logrando por fin convencer al ojiverde.

— Bien — asintió el azabache con gesto de fiereza, él mismo mataría a ese troll si se atrevía a tocar a Marcus.

Los dos niños volvieron a poner su atención de nuevo en la conversación del resto de los águilas, quienes seguían discutiendo teorías de cómo un troll había podido pasar las barreras.
Una hora más tarde, los prefectos enviaron a todos a sus dormitorios, y poco a poco, la sala común se fue quedando vacía.


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¿Por qué no podemos ser amigos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora