Capitulo 36

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Aún no podía creerlo...

Las calles estallaban en anuncios que invadían alrededor de miles y miles de kilómetros a la redonda. No había casi nada de espacio en las paredes para otro volante más. Los televisores de las tiendas, casas, grandes empresas, pantallas de edificios de todos los tamaños marcaban como principal tema de conversación la desaparición del chico <<El Alba>>; el joven cantante de dieciséis años de edad que había desaparecido de la noche a la mañana, sembrando en sus fieles seguidores un profundo vacío.

Ya habían transcurrido exactamente tres días desde que se publicó la impactante noticia, sin ningún informe acerca del paradero del chico. Simplemente no había nada con respecto a él; se lo había tragado la tierra.

Toda la comunidad japonesa (y gran parte del planeta), se hallaba en duelo a causa de esto.

Cada segundo, minuto u hora, el llanto y desespero de la multitud crecía de forma descomunal, plasmando en sus rostros la imposibilidad de sonreír. Realmente les había caído muy bajo a todos y cada uno de sus fanáticos, quienes ahora vestían ropajes negros en su honor.

Era algo que la misma comunidad de fans planificó hacer; y aunque en un principio fue rechazada la idea de que fueran ropas oscuras debido a que daría un mensaje el cual preferían no contarlo como posiblidad, al final terminaron aceptando la idea mientras se llevara algo de color amarillo o cualquier cosa que representara al chico.

Era tanta la conmoción generada que hasta mitad de la población (tanto chicos como chicas), se había teñido el cabello de rubio, imitando el estilo tan único del joven. Entre ellos, se hallaba su amiga la castaña.

Aizumi, que venía casi arrastrando los pies, había estado dolida todo el fin de semana. No había salido de su habitación siquiera a comer o ducharse. Había llegado a un punto tan alto de depresión que había considerado incluso abandonar la escuela, más ésto no se le cumplió. La reprimenda que le dio su madre a muy tempranas horas de la mañana no le permitió darse ese gusto; y es exactamente por ello que prácticamente iba arrastrando los pies a pasos tan desganados que se ahogaban y morían entre las paredes del instituto.

Vestía completamente de negro desde los pies hasta la cabeza, luciendo ahora una melena teñida a semejanza de la del causante de su tristeza. Ciertamente, este último detalle también fue uno de los temas de la reprimenda de su madre, ya que -aparte de no saber cómo consiguió los productos para hacerlo-, lo hizo sin autorización suya.

En pocas palabras, Aizumi andaba castigada. Sin embargo, no parecía inmutarse mucho a esto; estaba tan ida del mundo que el quedarse encerrada en casa sin celular no era nada. Para ella esto era exactamente lo que estaba pasando. Para ella ya nada tenía sentido ahora.

Era tanto el cambio que había experimentado la chica de un día para otro, que cualquiera que la mirara pensaría que se trataba de una estudiante de intercambio. Ya no parecía ser la misma Aizumi brillante y alegre de siempre.

Mya largó un suspiro pesaroso, pensando furtivamente en su otra amiga y en la posibilidad por la que se había ausentado ese día, aunque suponía ya las razones.

Haruka -al igual que la castaña-, estaba muy sentimental. Incluso recordó haberla acompañado a uno de los tantos eventos que se presentaron en varios puntos de la ciudad por petición suya.

Siendo sincera, ella no hubiera asistido por cuenta propia a alguno de ellos, sin embargo, lo hacía por acompañar la causa y a su dolida compañera.

Aquel evento al que habían asistido consistía en amontonar cosas referentes al chico de manera organizada sobre un altar que crecía conforme los minutos pasaban. Pines, fotos, figuras, dedicatorias hechas a mano, entre otras era lo que conformaban dichosas instalaciones. Algunos incluso escribían palabras de esperanza en globos inflados que luego terminaban siendo parte del altar o que dejaban ir.

Una Mirada ||Zac El Alba Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora