Una Mirada ||Zac El Alba Y Tú

Parte final

Las vueltas transcurrieron en refunfuños y risas entre ambos, siendo los primeros de parte de Mya antes de sumirse también a las carcajadas al contemplar como el rubio, en un momento de esquizofrenia, subió sobre el lomo del animal en movimiento simulando ser un mosquetero.

En la última vuelta, el chico se bajó de un salto del animal (que iba ya deteniéndose), dando un pequeño giro y finalmente caer sobre sus pies. Inesperadamente, cayó de buena forma ésta vez, cosa que enalteció Mya, puesto que esperaba que saliera mal tal como era ya costumbre. Antes de siquiera poder hacer el comentario burlón que se estaba fabricando en sus labios, se acercó a su corcel de mentira y le tendió la mano, invitándola a bajar como todo un caballero.

_Creo que la pirueta te ha revuelto un poco el cerebro _comentó burlona.

_¿De que hablas, tontina? Me siento maravilloso hoy. Estoy en mi más máxima expresión esta noche _expuso de una forma tan energética mientras se daba la espalda para enfatizar esto levantando sus brazos al cielo. Tan típico de Zac.

Mya giró lo ojos en diversión. En definitiva así era Zac... Más había algo que la tenía muy confusa; y es que no comprendía las razones por las que hacía esto.

Zac era una persona muy famosa a nivel nacional, casi se atrevía a decir que a nivel mundial, podía literalmente adueñarse de ese parque a plena luz del día sí el quería, puesto que no ha visto a nadie (hasta el momento) decirle que no cuando él quería algo. Quizás no era caprichoso de una manera extremista, pero podía lograr muchas cosas sin necesidad de pedir demasiado. Realmente no entendía por qué quería entrar de manera ilegal en ese lugar. Le daba vueltas al asunto, encontrando en el camino unas tres posibilidades, más no sabía si considerarlas o hacerlas a un lado. En todo caso, lo único que podía pensar era que se estaba comportando bastante temerario.

_Zac... _le llamó, entrándole nuevamente aquella sensación de intranquilidad_. Yo creo que ya deberíamos irnos.

El chico giró sobre su eje, encontrándose de lleno con su mirada y, en respuesta a lo anterior, solo comentó burlonamente.

_¿Qué pasa Mya? ¿Te da miedo?

_Obviamente no _refunfuñó con sus brazos cruzados al pecho_. Es solo que nos meteremos en un gran aprieto si nos descubren aquí. Tanto tú con la empresa, como yo con mi hermano _esto último por alguna razón tuvo un deje de preocupación, y es que acababa de caer en cuenta de que ambos tendrían líos con el pelirrojo.

Zac solo río por su expresión.

En medio de carcajadas, Zac rodeó el brazo sobre los hombros de su novia, limpiándose una pequeña lágrima de mentira debajo de su ojo.

_Mya, deja de preocuparte tanto por eso _acarició los rebeldes cabellos morados de su coronilla, haciendo un ligero desastre en él_. En la vida, se deben tomar algunos riesgos para ser feliz. Si te sigues preocupando no disfrutarás nada.

_Solo digo que mejor nos evitemos las molestias _culminó, girando un poco su cuerpo al lado contrario

_Tranquila, no pasará nada.

Mya no quedó tranquila ante su afirmación

La susodicha guardó silencio, enarcando una ceja ante su intento de consolarla; no duró mucho, sin embargo, ya que poco después bajó los hombros en rendición. No le quedaba de otra que seguirle el juego, de todos modos, era una oportunidad que quizás no volverían a repetir. Es decir; quizás no pasaría nada tal como decía él, por lo que seguro se iría de ahí arrepintiéndose de no haberlo disfrutado más. En fin, era algo que no sabía.

Entre su resignación, la expresión del rubio empezó a cambiar, sin percatarse de ello. No cayó en cuenta hasta que su pausada voz hizo que sus ojos abrieran y pararan en él.