Capítulo 19

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_¿Mya? _en su voz podía palparse, un poco, la agitación causada por las tres horas de baile; al igual que un tono de impresión y duda impregnado en el mismo.

Mya, alias <<la cangrejo gruñón>> estaba ahí, parada justo tras su madre, sin que ésta la llegase a cubrir por completo. Eso lo confundió. Es decir; Mya, la chica pelioscuro a la que no le caía bien, había venido por su propia cuenta, y no porque él la hubiera traído. Ósea, ¡estaba ahí! ¡En su casa! ¡Buscándolo a él!

¡A él!

O tal vez no...

El asunto es que estaba ahí.

_¿Qué haces aquí? _indagó, aún pareciendo un poco intrigado a la inesperada visita. Poco después, fue que notó la manera en que estaba vestida. Eso lo hizo sonreír divertido_. ¿Ya me extrañabas, titilante? _y sonrió aún más cuando llegó a su mente el pensamiento de que no había pasado a cambiarse a su casa por querer verlo antes.

<<Eres más idiota de lo que pensé>>, fue lo que pasó por la mente de la referida, apenas sus oídos fueron capaces de acatar sus palabras. ¿De verdad iba a suponer eso cuando tenía su teléfono? Seguramente lo había hecho a propósito para poder encontrarse luego, o para llegar a esa situación de ahora y se hacía el inocente. Justo ahora, tenía ciertas ganas incontrolables de responder fríamente a esa pregunta del rubio e ir directamente al punto por el que había llegado. Pero se contuvo, solo para no ser grosera.

Fue en ese entonces que habló la madre del chico, debido al claro silencio que se estancó en el ambiente.

_Bueno, si me disculpan. Iré a terminar unas cuantas cosas allá arriba. ¿Esta bien? _indicó y luego salió, cuando el rubio asintió como respuesta.

El sonido de la puerta cerrándose se oyó un segundo luego, para ahora dejar a ambos adolescentes solos, entre tres paredes y un enorme espejo de dimensiones bastante grandes. El primero en hablar fue Zac.

_Aún no me has dicho la razón por la que estas aquí, titilante _murmuró, divertido_. A ver. ¿En serio me extrañabas tanto?

La chica desapartó los ojos del suelo, el cual observó por al menos quince segundos, y encaró a Zac con una mirada que congelaría a cualquiera a quien mirara.

_Ya deberías saberlo _soltó, dando a entender lo obvio. Al menos lo que era obvio para ella.

El rubio solo dio como respuesta una expresión confusa, para, un segundo después, elevar sus comisuras en una sonrisa burlona.

_¿Entonces es un sí? _intentó atinar, posando uno de sus codos sobre el hombro de la chica.

_Ya deja de hacerte el desentendido y devuélveme mi celular, Zac. Sé que te lo quedaste la otra vez _ ahora si fue directa_. Así que, o me regresas mi celular, o me veré en circunstancias de decirle a la prensa que eres un ladrón _sentenció, con molestia.

Su contrario no hizo más que mirarla con confusión mezclada con su sonrisa ladeada. Ahora ya sabía porque había venido. Sin embargo, no recordaba haberse quedado con su preciado aparato.

_¿De qué hablas? Yo no me quedé con tu celular. Tu lo dejaste en mi cama _replicó, siguiendo lo que a tal punto había llegado a convertirse en una batalla de miradas.

_¡Como sea! Sólo quiero que me lo regreses ahora _exigió, ahora rompiendo el contacto visual que mantenía con él. Se suponía que quien tendría que intimidar con la mirada era ella, no al contrario_. Y si no te molesta, me gustaría que dejaras de mirarme así.

_¿Por qué? _inquirió con tono inocente_. ¿Te pongo nerviosa, titilante?

_Solo no lo hagas y ya.

Una Mirada ||Zac El Alba Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora