Capítulo 13

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<<El sol ya había comenzado a hacer su rutinaria desaparición por el horizonte, dejando ese distintivo color anaranjuzco teñir de extravagante manera el cielo de Japón. La brisa comenzaba a tornarse más fría y los parques cada vez más solitarios a medida que el reloj avanzaba; esos panoramas eran hermosos a la vista del adolescente de verdosos ojos luminosos que ahora caminaba despreocupadamente por el sendero del más grande parque de la ciudad.

El rubio lucía su vestimenta usual, la única prenda distinta en su conjunto acostumbrado, era una casual sudadera negra de un talle un poco más grande de la que solía usar. Más o menos, dos o tres tallas más grande que su típica chaqueta, la cual en esos momentos seguro estaría siendo refriegada por las manos de su madre, intentando fervientemente sacar el pegote de chicle que tenía en una de las mangas. No tenía idea de como había llegado allí, ya que no tendía a masticar dicha cosa, pero agradecía que eso hubiera parado ahí y no en su cabello. Eso sería del horror.

Con el color de la prenda, se notaba que ni había intentado cambiarlo. Y la respuesta era sencilla: el negro era el color que más resaltaba sus encantos, cosa que para él, sería un desperdicio no hacer.

Además de ello, demostraba también que recién había salido de su cafetería favorita; La plaza de Tsunie. Un pequeño café al que había ido desde su inauguración hacía ya unos cuantos años. No era por nada que era su preferida de todas en los inmensos lugares del territorio; ahí podía comer el postre que más amaba desde su infancia, que curiosamente no era producido en las demás cafeterías. Ese era un punto a su favor. Sin mencionar que tenían gran variedad de postres apetecibles apenas les echabas el ojo. Era imposible no romper dieta.

Exactamente lo que hacía en ese instante.

En su mano derecha llevaba un pequeño panecillo naranja punteado, que ya iba por la mitad de los tantos mordiscos que le había dado desde que salió del establecimiento un par de minutos atrás. Ese era sinceramente el que más pedía a causa de su delicado sabor tan interesante; un suave y susceptible tono de calabaza, combinado por las escandalosas apariciones dulces de las pasas. Era una combinación bastante adictiva para él. Aunque a veces no se comparara con el exquisito sabor de los panecillos de limón.

Dándole la última probada a su preciado bocadillo, siguió andando sin intenciones de cambiar de ritmo. Ese paseo se lo tenía bien merecido por todo lo que había trabajado la semana anterior; tantos bailes y ensayos le habían desgastado un poco. Algo de descanso no le vendría para nada mal.

Aunque ya hubiese pasado cerca de un mes, aún llevaba consigo el gorro que supuestamente le pertenecía a la pelioscuro de ojos púrpuras. Lo tenía por si llegaba a encontrarla y devolverle dicho objeto para no proclamarlo como algo suyo, puesto que no lo era y no había sido educado de esa forma. Su padre muchas veces se había encargado de inculcarle ese valor cuando era más pequeño, por lo que desobedecer ello sería ir contra sus principios.

Pero hacer esa buena acción era más que difícil de hacer contando a quien debía regresarlo. Esa chica era una fortaleza andante -o al menos así la veía-. Era muy difícil tratar con ella. E intentar de regresarle esa cosa de lana ya era otro reto más.

El chico seguía andando con una sonrisa dulce en sus labios, totalmente relajado y tranquilo... aunque en ciertos momentos le picara la duda de porqué nadie lo había reconocido aún. Ya llevaba alrededor de una hora que había salido y no había sido detenido por ningún fan.

Todo parecía confuso a veces; cuando en realidad quería ocultarse, alguien lo tenía que reconocer. En cambio, cuando era al contrario nada sucedía. ¿Podía ser que el mundo solo quisiese hacerle jugarretas? Porque si era de ese modo, no le veía completa la gracia.

Una Mirada ||Zac El Alba Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora