Capítulo 27

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El ruido desesperante de la alarma del despertador a casi dos metros de su cama, la hizo deshacerse de la almohada con la que había estado tratando inútilmente de contrarrestar el molesto sonido apenas empezó a sonar. A casi regañadientes, murmuró una poco entendible oración con respecto a lo poco que había dormido, y lo peor no era eso; lo peor constaba en que nuevamente debía regresar a clases. Otra vez ya era lunes.

Con gran pereza se levantó, sintiendo una sensación extraña en el momento en que sus pies tocaron el suelo alfombrado de su alcoba. De algún modo, a pesar de que el material de aquello era felpa, se sentía bastante duro. Tanto que le provocaba un gran dolor en los pies, del que tuvo que volver un segundo a la cama para que este pasara.

Debido a eso, no reparó en quedar con la vista fija en sus dos extremidades inferiores, con el ceño fruncido en confusión; aunque claramente sabía la causa de la dolencia extraña.

Desde esa tarde no tuvo animos suficientes para siquiera levantarse. Había pasado prácticamente todo el tiempo en la cama; exceptuando por supuesto los tiempos en los que debió hacerlo por necesidad básica. Esos en los que su hermano la llamaba para bajar a cenar o en los que bajara a la cocina por un vaso de agua. Por lo primero, iba solamente para no preocupar demás a Igarashi (quien ya había notado el comportamiento extraño de su hermana y le había hecho una serie de preguntas en la cena del domingo), porque, la verdad, no tenía muchas ganas de comer.

Tomó una bocanada de aire en un intento de alejar un poco la somnolencia que aún le cerraba inconscientemente los párpados, terminando graciosamente por bostezar luego.

Fácilmente Mya podría faltar un día a la escuela y seguir durmiendo otro rato más,  después de todo era la primera vez que lo hacía desde que entró a esa institución -o al menos  era la primera vez que faltaba estando sana-. Pero no era capaz de hacer tal cosa. A lo mejor era ese tan conocido complejo de niña buena lo que la estaba invadiendo tras ese tentativo pensamiento de ausentarse, y en sí podría ser verdadero. Además del hecho de que no haría algo relativamente divertido en su casa aparte de ver una película que seguramente ni le gustaría.

Terminó finalmente por ponerse de pie otra vez, sintiendo aún esa rara sensación en la plantas de sus pies, pero, comparando con el anterior encuentro con el suelo, éste era un poco más llevadero. Más tolerable. Ya estando fuera de la cama, rehizo su rutina al pie de la letra como todos los días.

***

Los golpeteos metálicos de los casilleros siendo golpeados una y otra vez cada vez que eran cerrados, junto con el centenar de voces que inundaban el largo pasillo, entraron de lleno en el sentido auditivo de Mya, indicándole de este modo que recién había entrado al instituto en el que estudiaba. Fue en ese entonces en el que recién se inmutaba de que estaba allí. Había estado tan sumergida en todo el recorrido que ni eso logró sacarla de aquella ensoñación.

Para compensar su estado denigrado del ánimo y hacerlo que incluso baje una raya más, Igarashi ya se había marchado en la mañana, dejando un pequeño pedazo de papel pegado al refrigerador con una disculpa en ella, y un aviso de que esa noche tampoco llegaría a cenar. Genial...

Sabía al menos con ese gesto de que seguía al tanto de ella, sin embargo, le dolía el hecho de no haber compartido -siquiera- el viaje de camino a la escuela como acostumbraban a hacer desde un par de años atrás.

Un suspiro cargado de enojo y tristeza escapó de sus labios cuando recordó el día en que la palabra ascenso llegó a su vida, hace alrededor de dos meses. Recordaba haber estado feliz por él; estaba muy feliz de que hubiera logrado algo que pocos llegaban a tener en dichos ambientes, pero sobre todo estaba muy orgullosa por haberse ganado un lugar así teniendo sólo veintiún años de edad.

Una Mirada ||Zac El Alba Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora