(Lucía)
La reunión con mis hombres se había alargado más de lo que debería. Por lo que me encontraba caminando de vuelta a casa. Alberto se había llevado el coche para ir a mi casa y dar de comer a mis niños y darles un paseo.
Ni el cigarro me ayudaba con el estrés de hoy. El día había comenzado increíble, cerrando el trato con Néstor, iniciando mi nuevo negocio de gestoría deportiva, pero después de esa reunión recibí una llamada que me obligo a volver a la mansión para idear un plan.
Mis hombres, los que vigilan a los guardas de mi padre, me han comunicado que tiene pensado celebrar una gala benéfica. Eso significaba hacer el papel de hija ideal, angelical y virginal. Aun no me lo había notificado a mí para que no me diera tiempo a idear alguna manera de ridiculizarlo o ponerlo en un aprieto en plena escena.
Mi relación con mis padres es muy contradictoria. Ellos me invitan a estos actos aunque luego buscan la manera de frenar mis negocios, de alguna manera que no los puedan relacionar con ellos. Pero si me pillan a mí sus nombres saldrán en pantalla. Por lo que siempre intentan joder a mis socios y no a mí directamente.
La reunión con mis hombres era para idear ese plan para joder a mi padre más que un negro en prisión. Hasta que dimos con una idea no me pude ir. No planee ningún plan que terminara con él entre rejas pero si uno que deseara estarlo.
-Hasta la polla del moño –dije susurrando para mí misma, quitándome todos los elásticos y horquillas del cabello para dejarlo libre- Y hasta la puta del traje.
Me pare en medio de la calle y agarre el bajo del pantalón, por la parte de la costura, y tire. Rajando la costura. Abriendo el lado del pantalón hasta la altura de un short. Luego hice lo mismo con el lado contrario. Tire la chaqueta del traje a una papelera cercana. Me desabroche todos los botones de la camisa y anude las esquinas para hacerme un top.
Ahora parecía que tenía menos criterio de vestimenta que antes. Parecía una choni intentando ser una pija. Odiaba estos estilos. Lo mío es el negro y el cuero. La típica imagen de chica mala sexy, eso me gustaba. Aunque por ocasiones me vestía como una mujer que persigue las marcas y salir con los más IN de la temporada.
Mañana iría con algo menos formal. ¿Secretaria sexy mejoraría? Ya veríamos que me apetecía cuando amaneciera.
Tome una gran calada como si, en vez de ser tabaco, fuera un porro. Lo disfruté igualmente, como si me acabara de correr. Cerrando los ojos e inclinando la cabeza hacia atrás.
-Desvergonzada –escuche que alguien decía.
Como ya era de noche y no había visto a nadie, suponía que me lo decían a mí. Por lo que volví a abrir los ojos y fijar mi mirada en la persona que tenía enfrente y tirándole todo el humo a la cara.
Se trataba de un hombre que literalmente, por edad, podría ser mi padre. Vestido de traje con un maletín de cuero marrón.
-Salga de mi camino, vejestorio –conteste molesta por el simple hecho que me recordó a mi padre.
-¿Cuánto por una noche? –se atrevió a preguntar el hombre.
-Mil euros –respondí con total seguridad.
-No vales tanto.
-No pienso cobrar menos por meterte mi puño por tu culo. Imagina que se me rompe una uña.
La cara de horror que se le puso hizo que no me pudiera aguantar la risa y acabará a carcajadas.
-Eres una puta –me insultó indignado.
-Y mi coño lo disfruta, gilipollas –dije para acabar de horrorizarlo.
Para cuando volví a casa todo estaba a oscuras. Eso significaba que Alberto no estaba, regresó a su casa. No me gustaba estar sola en esta casa. No me gusta el silencio que crea.
Pero enseguida comencé a escuchar pisadas suaves por el parque. Aunque estaban viniendo despacio, sabía que eran mis niños. Siempre caminaban igual hasta que descubrían quién era. Eran muy protectores con la casa y conmigo. Pero también podían llegar a ser muy crueles con mis enemigos.
En cuanto me vieron vinieron corriendo hacia mí para saludarme. Siempre venían despacio por si era alguien a quien enfrentarse.
-¡Hola chicos! ¿Qué hacéis en pie? –Me agache para acariciarlos a todos- Me voy a dar una ducha y a la cama. Hoy dormimos juntos.
Solía dormir sola y cada uno en su camita. Pero cuando estamos solos, como ahora, les dejaba acompañarme y que se subieran a la cama conmigo.
Como cada uno tiene un carácter diferente se acomodan de manera estratégica. Koen, que es líder de los tres, es el más serio y protector por lo que se tumba a los pies de la cama mirando hacia la puerta. Por otra parte esta Zyon, que es muy independiente pero siempre está en medio de la manada, se tumba a mi derecha porque está en el lado de la ventana. Y Siak es el más divertido y sociable de los tres, duerme a mi izquierda porque es el único sitio que le queda y así me tienen rodeada. Yo duermo en el medio protegida, por mis niños, de los monstruos que puedan salir de debajo de la cama.
-Mañana saldremos temprano a correr. Así estaremos tiempo juntos antes de que venga Alberto. Pero ahora a la cama.
Mañana temprano saldría a correr con los perros. Había visto un parque enorme cerca de casa. Luego tenía que volver para una duchita e ir a trabajar.
Tenía mucho que hablar con Sergio. Me tenía que poner al día con él. Tenía planeado quedar después del trabajo para tomar unas cervezas o algo. Para crear un ambiente más tranquilo y que no sea laboral.
Tenía que averiguar cosas de la vida personal de Sergio para saber de qué pie cojeaba. Saber cada detalle de los que están a mi lado es imprescindible para saber cómo y por dónde puedo apretar si me la juegan.
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La cruel pasión
RomanceBatallar por ser la mejor y esquivando a los de la investigación EME. Lucía Arilla es independiente y tiene las cosas muy claras, lo tenía todo controlado. Es implacable y muy imprevisible. Así que lo último que Lucía podría imaginar era que tuviera...