(Lucía)
Nos encontrábamos camino al partido. Yo manejaba mi bugi, ya que tenía que ir, iría a mi manera.
Alberto no nos iba a acompañar ya que tenía un asunto personal que atender. Me suponía que podría tratarse de su perro, ya que no se preocupaba tanto por nadie, a excepción de mi, como de los perros. Lo que provocaba que no tuviera ninguna excusa para no asistir al partido.
-¿Cómo se supone que se anima a un árbitro? ¿Tengo que decir cosas como: ¡Muy buena esa expulsión!, ¡Que bien que has visto esa falta!, ¡Que fuerte soplas el silbato!? ¿O con pegar a quien te insulte, desde las gradas, te sirve?
-Por favor, no pegues a nadie y no grites eso. Simplemente disfruta el partido y no alejes los ojos de mi.
-Igual te animaré. No voy a ser la única que no grite ánimos.
-Elige un equipo y animalé -me sugirió.
-¿Para qué voy a animar a alguien que no conozco? Bueno por lo menos me dejaras cambiarte el vestuario ¿no? Déjame ponerte el uniforme.
-No, seguro que nos acabamos entreteniendo por cualquier otra cosa. No quiero llegar tarde al partido.
-Entonces te lo quitaré -respondí refiriéndome a su uniforme tras el partido.
-Lo podemos hablar luego -contestó con media sonrisa en la cara.
Estábamos los dos de acuerdo que eso significaba que, tras el partido, los vestuarios iban a echar humo. Le iba a quitar el uniforme y todo lo que llevará hasta vaciarlo. Hasta que lo echara todo.
Caminamos de la mano desde el aparcamiento hasta las instalaciones. Donde nos tuvimos que separar. Sergio camino a los vestuarios y yo hacia las gradas.
Antes pase por el servicio para prepararle la sorpresa que tenía preparada para el partido. Saque la ropa de recambio que traía en la mochila. Llevaba la típica ropa de animadora, el uniforme universal de animadora, incluyendo los pompones.
Llegue a las gradas bajo las miradas curiosas y sorprendidas de los demás espectadores. Sentía una vergüenza abrumadora, pero tire a un lado los nervios y actúe como si esto fuera lo más natural del mundo para mi.
El partido comenzó un cuarto de hora después. Primero presentaron a los que corrían por los extremos y luego salió Sergio, vestido con una camiseta naranja fosforito. Me decepcioné un poco, yo esperaba una camiseta amarilla y negra a rayas. Este era mi momento.
-¡Ese arbitro, como mola, se merece una ola! -Me levanté del asiento gritando a todo pulmón.
Por la gracia que hacía al resto de espectadores hicieron la ola conmigo. Sergio se puso rojo de la vergüenza. Me miraba sorprendido por el atuendo.
Después de eso todos rieron, e incluso soltaron una broma por la megafonía, antes de presentar a los jugadores.
Comenzó el partido y, tal como Sergio había pedido, no le quitaba el ojo de encima. no podía parar de mirar como se le marcaba la polla al correr y el culito que le hacía esos pantaloncitos. Le compraría mil pantalones iguales para poder disfrutar más de esa vista.
-Perdona ¿Con qué equipo va? -preguntó una señora que estaba sentada a mi lado.
Entendía la pregunta, pero ¿a ella que le importa? Imagino que es porque llevo los colores del equipo contrario al que ella misma, y su marido que la acompaña, están animando.
-Con el de naranja -conteste.
-¿Con el árbitro? -preguntó el hombre sorprendido, no se lo creían.
-Si ¿Por qué? ¿Qué tiene de malo?
-Nada, pero es muy raro -intervino la mujer.
-Si tu no animas a tu marido, ese es vuestro problema.
Justo cuando me iba a responder con indignación, sonó el silbato de Sergio que indicaba el fin del primer tiempo. Lo siguiente me salió de forma instintiva, no lo pensé mucho la verdad.
-¡Ojalá sea yo árbitro para soplarte el pito! -grité señalando a Sergio con el pon pon.
Los que me rodeaban exclamaron sobresaltados por la grosería que acababa de gritar. La pareja de al lado confirmó que lo que había dicho antes era cierto. Y Sergio negaba con la cabeza aunque sonreía, en el fondo estaba encantado.
En mitad del descanso activaron la Kiss Cam que consiste en que si te enfocan, que sales en las pantallas gigantes, tienes que besarte con tu acompañante.
Muchos se reían y señalaban la pantalla antes de besarse, otros se hacían los difíciles pero acaban besándose, y de repente me vi a mi misma en la pantalla. Salude y me puse en pie. Baje corriendo las gradas para llegar a la valla que separa las gradas del campo de juego. La cámara me había seguido y Sergio también se acercó corriendo.
Nos besamos con pasión, no como los demás que solo se habían dado un pico. Lo nuestro si era un beso digno de ver. Nos estábamos comiendo. Otra vez los de la megafonía soltaron una broma y terminamos con el beso.
-Parece que estás disfrutando del partido -comentó Sergio sonriendo.
-Claro. Sino no tendría gracia venir aquí. Además, parece que se me da bastante bien animar al árbitro.
-Ya lo he notado. Pero la próxima vez, con que me vayas lanzando besitos, ya me conformo.
-Un besito para tu pito -susurre.
-Eso no era lo que quería decir -se quejo sonrojándose- Nos vemos luego que va a empezar de nuevo el partido.
-Hasta luego -me despedí antes de ponerme en camino a mi puesto en las gradas.
Me tenía que recordar de preguntar a Sergio de qué color pensaba vestirse para su próximo partido. Así podía dejar claro a quien estaba animando.
El resto del partido fue igual que la primera parte. Con mi vista y atención a los shorts de Sergio. También me fui distrayendo revisando el teléfono, pero no recibí nada a parte de un mensaje de Alberto, que decía que esta noche dormiría fuera porque quería descansar ya que esta noche nosotros no le habíamos dado tregua.
No pensaba comentarlo con Sergio o capaz de negarse a hacerlo en la casa cuando haya alguien. Y en mi casa siempre había alguien.
Por supuesto, tras el partido espere un poco y fui a encontrarme con Sergio en el vestuario. No me cambié para que me pudiera ver bien con el uniforme.
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La cruel pasión
RomantikBatallar por ser la mejor y esquivando a los de la investigación EME. Lucía Arilla es independiente y tiene las cosas muy claras, lo tenía todo controlado. Es implacable y muy imprevisible. Así que lo último que Lucía podría imaginar era que tuviera...