Capítulo 35

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(Andy)


Me encontraba en el campo de golf que recién había adquirido Kain. Mi superior en la banda. Es aficionado a comprar este tipo de negocios. Lugares de entretenimiento para ricos o, por lo menos, de gente muy acomodada. Gente que necesita demostrar su nivel adquisitivo.

Ese estilo no iba conmigo, pero por aparentar me encontraba en pie en medio del campo.

-Andy, golpealo hasta postrarlo -me ordenó Kain.

Con el mismo palo de hierro, con el que había estado jugando toda la tarde, le golpee la espalda al hombre. Cayo de rodillas, tal como Kain quería que quedara el hombre.

-Ahora que te has postrado ante mí, podremos hablar de lo que comentabas -declaró Kain con sorna.

Tenía claro que daba igual lo que hablaran, Kain siempre acabará la conversación con lo que quería de antemano. No iba a aceptar menos de lo que quiere.

Sabía que esta reunión, o más bien, advertencia no iba a durar mucho a no ser que le ofreciera algo mejor. Y no parecía que este fuera el caso.

Además Kain era de la vieja escuela. Se conoce casi todos los entresijos que rodean este negocio. Por consiguiente yo también. Tenemos muy presentes las alianzas, las uniones, los pactos, los conflictos, los desacuerdos... Todo lo que pasa con cada banda.

Obviamente hay tres bandas que destacan: la más imprudente y egoísta la de Nicolas Arilla, la más lógica y cruel la de Lucia Arilla, y la más ambiciosa y sanguinaria la nuestra. Aunque yo sabía de una potencia más fuerte y grande que cualquiera de esas tres. Pero era tan anónima que no parecía real.

Este pobre diablo no iba a convencer a Kain en este tema. Ni iban a dejar que se uniera a cambio de un porcentaje, por muy bajito que sea, de los beneficios. Y mucho menos cuando Kain puede encontrar a otro que lo haga gratis.

El mundo de los estupefacientes y las armas sin registro es muy atrayente aunque no lo parezca. Por lo que encontrar a otro que quiera seguir recibiendo los cargamentos iba a ser fácil para Kain. Solo tenía que amenazar a otro incauto que le deba dinero. Pero antes se desharía de este para que no quedara ningún cabo suelto.

Justo cuando Kain me iba a ordenar que llamara a los chicos, para que se lo llevaran para encargarse de este hombre, sonó su teléfono. Por lo que se alejó un poco, para poder tener privacidad.

-Tengo que escapar. No puedo morir así -comenzó a murmurar y a mirar a todos lados, buscando una escapatoria.

-No lo hagas -le advertí al ver sus intenciones de huir.

Pero haciendo caso omiso a mis palabras, se levantó y echó a correr campo a través. Por su culpa me tuve que obligar a girarme a ver a Kain, que hizo un gesto obvio de matarlo. Así que siguiendo sus órdenes saqué la pistola y disparé al hombre.

Dí un tiro certero en la pierna, que no era un disparo mortal. De este tiro podía salir con vida. Pero cuando cayó al suelo lo rematé con un segundo disparo. Esta vez con un tiro certero, cruzandole el pecho y el corazón.

Por mi experiencia sabia que no hacia falta ir a revisar su pulso, ya que le había reventado órganos vitales, pero para que Kain se quedara tranquilo me acerque a comprobar.

-Si no te hubieses levantado... -murmure al cadáver, antes de verificar a Kain que efectivamente lo había matado con el segundo tiro.

Como ya no había nada más que hacer nos fuimos del campo de golf. Kain se fue a una reunión y, a mí me encargó que buscara un reemplazo para este tío.

Estaba solo de camino a casa cuando sonó mi teléfono. Como era costumbre en mí respondí sin mirar quien era.

-¿Si?

-Nos han encargado dar un susto al señor Arilla -me explico la voz al otro lado del teléfono.

-¿Quien?

-El jefe ¿Quien sino? Da gracias a que te estoy llamando yo y no él directamente. Ya ha caído el chaparrón sobre mí.

-Merecido lo tenias -conteste.

-¿Y tu no? -se quejó.

-Yo ya le advertí, si no me hizo caso ¿Qué querías que hiciera? ¿Te tengo que recordar mi papel bajo el yugo de Kain o el tuyo?

-Qué dramas eres. No te he pedido una autobiografía. Solo quiero saber como te quieres encargar de esto.

-Decide tu. A ti te afecta más. Pero recuerda que tiene que complacer al jefe.

-Le haré sufrir como a un cabrón -dijo con maldad en la voz- Por cierto, también ha dicho que Kain iba a tener una sorpresa, así que ándate con ojo.

-De acuerdo. Intentaré hacerme el sorprendido -comente ya que me esperaba que lo que ha hecho Kain no quedará sin castigo.

-Lo que no sé, es quién se va a encargar de Kain, ni cuando.

-No te preocupes por mí, yo siempre estoy preparado.

-Arrogante -murmuró.

-¿Qué plan tienes para Arilla? -pregunte con curiosidad ignorando sus murmullos.

-Tranquilo, solo será algo que nunca olvidará y que tendrá mucha repercusión.

-Mientras el jefe esté de acuerdo, a mi no me importa.

-Casi pensé que preguntabas porque estabas preocupado por mi.

-¿Por qué me tendría que preocupar cuando nunca vas solo?

-No, nunca voy con nadie.

-Cierto, solo llevas a sus fieras. Ya les confió a ellas tu seguridad -bromeé, aunque en cierta medida había algo de verdad.

-Pues esta vez, no pienso tomar yo la venganza por mi mano. Pero pienso estar presente.

-Si Arilla te ve va ha saber quien eres y va a ir a por ti y vas a delatar tu puesto.

-Tranquilo, él no me va a ver, pero yo a él si. Usaré cámaras y micrófonos.

-Entonces espero que disfrutes el espectáculo -le desee.

-Muchas gracias -agradeció animado- y tú cuídate.

-Nos vemos -me despedí, antes de colgar.

Había durado tanto la conversación que ya estaba llegando a casa cuando terminó la llamada.

-Ya estoy en casa -dije en cuanto abrí la puerta.

Un ladrido como saludo fue lo que obtuve de respuesta.

-Mira que eres perro -me queje acariciando su enorme cabeza con pelaje blanco. Mientras, él estaba tirado en el sofá.

La cruel pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora