(Lucía)
Estaba descubriendo una parte de mi misma que no sabía si me gustaba. Al menos estaba segura que no del todo. Me estaba volviendo súper cursi ¿por que me estaba emocionando tanto por ir agarrados de la mano? ¿Y que es esta sonrisa boba que no desaparece de mi cara? debo de tener fiebre.
Además me he tenido que controlar para no volver a violarlo cuando lo he visto en el baño. Su pelo mojado goteando. Las gotas rodando por el cuerpo que invitan a hacer el mismo recorrido. Terminando en lo que hay bajo la toalla. Verlo así me habría hecho mojar las bragas si las hubiera llevado puestas.
Esperaba ver cuando Sergio descubriera que le faltaban unos boxers y que mis bragas se habían quedado en su cajón. Las había dejado ahí a propósito. Aun no me explico ni el motivo de haber hecho eso.
No sabía cómo iban a acabar esto. Sexo en el trabajo no sonaba mal ¿no?
Interrumpí mis pensamientos cuando Manuel entró en mi campo visual. Estaba cargando a Nala, la perrita de Sergio. Llamé anoche a Albert para que llevara a Nala a la mansión para que Manuel se pasará hoy por el parque y llamara a Sergio diciendo que había encontrado a Nala. Así pude evitar la situación incómoda que habría tenido en casa de Sergio esta mañana.
-¿Te ha dicho cómo iba vestido para encontrarlo? -pregunte fingiendo mirar a mi alrededor.
-No, pero llevará Nala -respondió.
No le hicieron falta muchos pasos más para localizar a Manuel.
-¡Está ahí! ¡Lo veo! -exclamó emocionado tirando de mí, para ir más rápido.
-¡Qué bien! -clamé compartiendo esa emoción.
La cara de Manuel al verme correr hacia él con estas pintas era un cuadro. No se lo esperaba para nada. Al menos supo disimular bastante bien. Comenzó a acercarse hacia nosotros.
-¡Nala! ¡Nala! ¡Mi pobre Nala! -Sergio llamaba a su perra mientras, soltaba mi mano para agarrar en brazos a Nala y la achuchaba contra él, antes de agradecerle a Manuel- Muchas gracias. De verdad que muchas gracias.
Nala baño a babas la cara de Sergio por la emoción de reencontrarse con su dueño. No me imaginaba a ninguno de los míos haciendo eso. Como mucho me tirarían al suelo por saltar contra mí.
-Me alegra que haya podido regresar a esta pequeña con su dueño -dijo Manuel.
Este chico es muy especial. Tiene unos sentimientos de oro. Esperaba que no se echara a llorar ahora.
-¿Cómo la encontraste? -preguntó Sergio.
-Caminaba el exterior del parque y no me di cuenta que me seguía hasta que alguien me dijo que lo atara. Entonces me di cuenta que me perseguía. Llevaba una bolsa de comida y supongo que lo estaba oliendo -se inventó esa historia en un momento. Que orgullosa me hacía sentir- Pero no pude comenzar a buscarte hasta esta mañana. Perdóname por tenerte preocupado.
-No pasa nada. Lo importante es que ya está aquí -contestó Sergio quitándole hierro al asunto- ¿Cómo te lo puedo compensar?
Como estaba un paso por detrás de Sergio no me vio negar con la cabeza a Manuel. No quería que pidiera nada de compensación. Aunque sabía que si no hubiese estado presente tampoco se lo habría pedido. Pero yo me quedaba más tranquila si lo confirmaba.
-No hace falta que compense nada. Esto es lo que se debe hacer.
-Pues muchas gracias -Sergio le volvió a agradecer.
Después de eso nos despedimos de Manuel. Sergio mantuvo en brazos a Nala.
-Bueno, ya debería irme -comente.
-Deja que te acompañe.
-No hace falta. Además tendrás que ponerte al día con Nala. Y yo tengo que buscar algo para ponerme en la gala benéfica -puse como excusa.
A esa gala que le había invitado pero aun no me había respondido si iba o no a venir. Pero sabía de sobras que lo rechazaría. Era una lástima, se iba a perder como mi padre iba a ser humillado, de forma anónima, frente cámaras y reporteros. No es que tuviera especial interés en que Sergio lo viera, pero estaba segura de que eso nos podría unir un poco. Ya que seguro que intentaba consolarme.
Solo lo lamentaba por mi madre. Lo que tenía que aguantar la pobre. A día de hoy aun me arrepiento de no haberla llevado conmigo cuando me fui, pero ella se negaba a venir conmigo.
-Sé que me invitaste pero...
-¿Pero qué? -preguntando fingiendo inocencia segura que diría una estúpida mentira para poder librarse.
-Veras no puedo ir ¿Que pinta un entrenador de un equipo de barrio en una gala con grandes ejecutivos? ¿Qué esperas que me presente en chándal o con el traje de la última vez? Haría el ridículo. Todos vestidos de marcas caras y yo no me lo puedo permitir.
-Sabes que aunque no vistas de marca, yo te desvisto y te dejo marcas -dije por acto reflejo, dejando a Sergio anonadado con mi respuesta.
No podía negar que le he dejado marca. Más de una.
Ahora ya era tarde para morderse la lengua. Esto me pasaba por ser tan mal hablada y fingir ser la princesita de la casa. Durante un rato sí que podía mantener la actuación pero mi carácter tiene la característica de aparecer en escena en cualquier momento.
-Me voy, nos vemos el lunes en el trabajo -me despedí.
Me habría gustado ponerme roja por la vergüenza y poder simular inocencia, pero eso no iba conmigo, así que acabé por echarle una mirada de arriba a abajo.
Según caminaba, alejándome de Sergio, pude escuchar su risa. Se reía a carcajadas. Por lo que se me escapó una sonrisa de medio lado aunque fue muy fugaz, ya que mis pensamientos pasaron de Sergio a lo que iba a pasar esta noche.
Ahora tenía una cita en una tienda de moda muy conocida porque seguro que los hombres de mi padre estarían vigilando y si me veían en una tienda comprando cosas para esta noche no sospecharan de nada. Como odiaba este paripé, pero era necesario solo para ver cómo se descompone la cara de mi padre.
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La cruel pasión
RomanceBatallar por ser la mejor y esquivando a los de la investigación EME. Lucía Arilla es independiente y tiene las cosas muy claras, lo tenía todo controlado. Es implacable y muy imprevisible. Así que lo último que Lucía podría imaginar era que tuviera...