Capítulo 61

43 3 1
                                    

(Andy)


Alberto y yo nos dirigíamos a casa después de dejar el sofá sangriento en un local a nombre de Sofía, donde lo quemarían para quitar pruebas.

Me encontraba inquieto. El reencuentro con Kain era lo último que me esperaba el día de hoy. Su mirada me ha perturbado mucho. Esa intensidad. Sabía que si no fuera porque Sofía estaba sobre mí él mismo me hubiese matado en ese momento con sus propias manos.

-Estás temblando -dijo Alberto sacándome de mis pensamientos- ¿Tienes frío? ¿Te encuentras mal?

-Estoy bien. Solo un poco cansado -decidí contestar.

No quería preocuparle de más con mis paranoias. No le quería decir que temblaba por los nervios de haber visto a Kain. Seguro que Alberto se lo tomaría de la manera equivocada y sería peor. Esperaba que ahora no tuviera que ir con mil ojos por la calle con tal de no recibir un balazo en su nombre.

Alberto no se lo había creído, lo podía notar tenso a mi lado. Seguro que ya estaba malinterpretando las cosas. Alberto siempre ha sabido cuando mentía y cuando no. Así que cuando miento lo sabe pero muchas veces prefiere dejarme espacio y tiempo para contar lo que me estaba callando. Aunque en el fondo se muriera de ganas por seguir insistiendo.

Decidimos ir a la mansión. Ya que el dogo de Alberto estaba allí y así también podríamos ver como estaban los perros de Lucía y Sergio. Los habíamos tenido que traer antes para que Manuel los lavara.

Solo tuve fuerza para llegar al salón y dejarme caer en el sofá. Alberto se sentó a mi lado y colocó una de sus manos en mi rodilla mientras que disimulaba que miraba el teléfono. Puse mi mano sobre la suya. En verdad me daba rabia ocultarle mis sentimientos o lo que me ocurre. Pero a mi me cuesta mucho expresar esas cosas. Gajes de haber estado bajo el yugo de Kain.

-Tiemblo porque estoy nervioso -terminé por confesar.

-¿Por qué? -preguntó mientras entrelazaba sus dedos sus dedos con los míos y me miraba a los ojos directamente- ¿Es por algo que he hecho?

-No, tu no has hecho nada mal. Me ha puesto nervioso el volver a ver a Kain. De todo lo que ha pasado creo que eso es lo último que me podía esperar.

-¿Tienes miedo de que tome medidas contra ti? -preguntó soltando su mano de la mía para pasarla por detrás de mí y moverme suavemente para que apoyara mi espalda contra él. Quedando en un semi abrazo- No pienso dejar que se acerque a ti. Por encima de mi cadáver.

-No quiero que hagas nada. Se que me tiene ganas pero... no es tan tonto como para ir a por mi sabiendo quien nos respalda. El imperio de la jefa es extenso y ahora que Kain se ha enterado no se atreverá a ir a por nosotros o Lucía. Además la propia Lucía le ha sacado de la cárcel. Así que en verdad debería de estar agradecido con ella.

-Pero eso no te quita a ti el nerviosismo -puntualizó.

-Tienes razón. He estado tanto tiempo a su lado que se lo que pasa cuando se siente traicionado. El cómo trata a los traidores... Pensar que pueda enloquecer y torturarme a mi...

-No pienses en eso. Si te vas a quedar más tranquilo, nos podemos mudar -dijo sorprendiéndome tanto que me erguí un poco y me gire para quedar cara a cara- Nos podemos ir a otra ciudad o otro país, si lo prefieres.

Alberto era magnífico. Así que le abracé fuerte, cayendo sobre el sofá. Dejando a Alberto estirado en el sofá conmigo encima.

-Estás diciendo tonterías. No nos podemos ir así como así -le replique- Además tenemos nuestros trabajos.

-Creo que hemos hecho más que suficiente por la familia Arilla -me interrumpió poniendo sus manos en mi cintura- Sabes de sobras que podemos trabajar en otros lugares. Siempre puedo montar una empresa de seguridad o...

-¿Pero y Lucía? ¿Que pasara con ella? -le interrumpí yo ahora.

-¿Qué pasa con ella? no creo que se oponga o que no nos deje marchar.

-¿Pero no le tienes mucho aprecio? no te remueve nada el dejarla aquí sin protección. Si nos vamos no vas a poder verla seguido ni ayudarle con cualquier problema que se le presente. Tampoco podrás...

Alberto me beso para callar todas mis quejas. Con una mano en mi nuca impedía que pudiera romper el beso. Un beso que comenzaba a derretir mi celebro y conseguía que dejara de pensar con claridad.

-Lucía es como una hermana para mí, claro que la extrañaré. Siempre va a tener mi apoyo, pase lo que pase. Pero no voy a vivir para ella siempre. Tu eres más importante que cualquier cosa. Tu eres quien ocupa todo mi corazón. Siempre te voy a anteponer a cualquier cosa. Por Lucía no te agobies ahora, ya sabe quien es su madre y como se las gasta. A malas conozco buenos hombres que la pueden cuidar por nosotros. Además ahora también está Sergio, que no es tan inútil como pensé al principio -comentó para disipar mis dudas- ¿Te sentirías mejor si nos fuéramos?

Me habría gustado decir que sí sin dudarlo pero era huir de los problemas. Teníamos nuestras vidas aquí. Lo seguía viendo demasiado precipitado. Pero no le podía negar el hecho de que me sentiría mucho más seguro lejos de aquí.

-Si, me sentiría más seguro. Pero siento que no es lo correcto. Es como huir de los problemas -admití.

-A mí me da igual que piensen que es huir de los problemas. Yo lo veo diferente. Para mi es como buscar un lugar para avanzar y sentirse cómodo. No pienso estar en ningún lugar donde tengas que vivir con miedo. También te digo que a estas alturas y con lo que acabas de decir, la decisión está tomada ¿Tienes algún lugar en mente o me encargo yo? -intervino con un temple muy serio.

-Confió en ti -acabe por responder con total sinceridad mientras le miraba fijamente a los ojos antes de volver a besarle.

La cruel pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora