Capítulo 02

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(Lucía)


Esta mañana había encargado a los sirvientes cambiar las sábanas de mi dormitorio y limpiar la habitación donde había estado con los chicos. Les advertí que hasta las paredes les podían embarazar. A mis hombres les encargué la misión de sacar a los chicos y llevarlos de vuelta a sus respectivas casas, de una manera que no pudieran reconocer el camino de vuelta.

En cuanto aparqué el coche en el aparcamiento de los invitados VIP, baje del coche. Para esta ocasión había elegido un short negro que simulaba ser de cuero y una camisa blanca, que dejaba transparentarse mi negro sujetador. Combine mi look con una mochila negra, unos tacones negros y un collar de cadena fina dorado. Las armas, aunque las llevaba encima, no eran visibles.

Me dirigí a la parte trasera del coche para abrir la puerta a mis niños. Tres dobermans adultos.

-Abajo –les ordene.

Los tenía entrenados para que solo me hicieran caso a mí. Cuando los dejaba con Albert, les tenía que ordenar que le hicieran caso o se volvían unos rebeldes. A mí me bastaba con una mirada para que supieran que les ordenaba.

Según bajaban les iba poniendo la correa. Odiaba atarlos, pero aquí era obligatorio. No iba a ser yo la que se saltara las normas.

Esperamos a que Alberto se reuniera con nosotros y entramos juntos al hipódromo. Habíamos quedado en el palco más alto. Por suerte había un elevador para llegar desde el aparcamiento.

-Recuerda no decir nada –le advertí a Alberto- Aunque me mande indirectas asquerosas. Cuando te diga que te lleves a los perros a mear bájate a la parte de atrás y fíjate en los coches que han traído.

-¿Cómo sabes que están ahí? –pregunto.

-Lo conozco. Es de la vieja usanza. Aún no concibe que una mujer pueda ser la empoderada de un negocio. Es de los que piensa que sus huevos mandan. ¿Por qué la gente dice: ten un par de huevos? Los huevos son débiles y sensibles. Si quieres ser duro ten una vagina.

Alberto ya estaba acostumbrado a escucharme despotricar de esta manera por lo que no le sorprendió nada y ni siquiera añadió un comentario.

En cuanto se abrieron las puertas del elevador nos recibió un grupo de hombres trajeados de negro ¿Qué son los Men in black? ¿O qué onda? Nos guiaron hasta el fondo del palco, donde se encontraban Kain y Andy.

-Por fin llegaste, niña –me saludo sin levantarse del asiento- ¿Cómo andas Alberto?

-Estamos encantados de que nos invitaras –respondí sentándome a su lado y pasando las correas a Alberto- hoy hace un día ideal para estar al aire libre. He apostado por el número tres. Creo que el caballo se llama Trueno.

-Son sabes nada de caballos, niña –se rió por lo bajo- Va a ganar Venganza, el número dos. Lleva mejor trayectoria que ningún otro. Pero estoy dispuesto a enseñarte todo lo que sé.

-Se lo agradezco pero dudo que llegara a recordar tantos datos –dijo haciéndome la tonta.

Había estudiado a cada uno de esos caballos. Kain no había tenido en cuenta nada de las estadísticas de los corredores. Simplemente ha apostado por el que lleva más puntos es la temporada. Pero Trueno tenía ventajas en este terreno, era el más adecuado para ganar.

-Tienes razón esto no es para chicas –dijo con superioridad- Pero no estoy aquí para esto. Te ofrecería un puro pero no es para débiles.

-Tampoco lo aceptaría, amarillean los dientes –dije mirando al frente. Los jinetes estaban llevando a los caballos a la salida- Alberto baja a los perros a mear.

Cuando se levantó para seguir mi orden les dije a los perros que se comportaran, así me aseguraba que hicieran caso a Alberto. Se fueron guiados por los hombres de Kain.

-Entonces cual es el verdadero motivo de esta reunión –dije poniéndome seria y mirándole fijamente a los ojos.

-Las cosas no son así, niña. Sabes lo que quiero. Eres demasiado directa. No ha empezado ni la carrera –dijo señalando la pista.

-Tu y yo sabemos que tengo cosas de que ocuparme. Me has estropeado el plan de irme al centro comercial a por bolsos nuevos –lo dije en ironía aunque sabía que él no lo entendería.

-Me he enterado que ese policía te está persiguiendo y te ha cerrado tu negocio de blanqueo –se estaba riendo de mis desgracias.

-Sí, yo le di pistas falsas para que llegara a ese bar. Pero yo ya me había movido. Solo ha quedado mal en las noticias ¿No lo has visto? Yo sigo funcionando a la perfección.

-Sabes lo que quiero. Si me lo das –dijo mirándome de arriba abajo sin disimular su lascivia en la mirada- yo me podría encargar de ti, niña. Sabes que mi imperio se extiende más allá que el tuyo.

Era una oferta tentadora, el tener un sugar daddy. Pero no me atraía para nada un hombre casi tan viejo como mi abuelo, canoso, medio calvo y con una barriga que le hacen confundir a papa Noel. Andy en cambio me haría dudar... es broma... ¿O no?

-De momento me puedo cuidar por mí misma. Pero gracias por la oferta.

-Solo te quería ofrecer seguridad.

-Eso me sobra –le respondí poniéndome en pie en cuanto dieron el pistoletazo de salida- seguridad y confianza, son dos virtudes mías.

-Te falta aprender mucho. Llevo más años que tú en esto. Lo he visto todo, lo sé todo, tú no me vas a superar y lo sabes.

-Tienes razón –dije justo cuando Trueno llego primero a la meta, sorprendiendo a Kain- Eres el más viejo. Pero yo vengo pisando fuerte. Así que te ofrezco salirte de mi camino. Te ofrezco intercambiar la información que tengamos sobre la investigación del caso EME. ¿Lo tomas o lo dejas?

El caso EME era una investigación policial que nos afectaba a los dos. Le ofrecía información para poder protegernos mutuamente y, quien sabe, en un futuro poder unirnos para derribarles. Marcando un frente unido.

-Siéntate. Tenemos cosas que hablar, Lucía –dijo usando mi nombre por primera vez en todo el rato.

La cruel pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora