Capítulo 50

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(Lucía)


Había enviado un mensaje, que me había costado un rato enviar por lo duro y frío que me parecía, con toda la intención de calmar a Sergio y hacerle saber que aun pensaba en él y que volvería. Pero al mismo tiempo quería provocar a Alberto, porque sabía que Sergio le enseñaría el mensaje, para comprobar una cosa. Ya que la noche anterior Andy había reclamado por su nombre cuando tuvo la pesadilla.

Necesitaba descubrir que pasaba entre ellos y saber exactamente qué tipo de relación mantenían estos dos.

Era por la tarde cuando decidí enviar el mensaje y a los pocos segundos Sergio intentó ponerse en contacto, pero me parecía muy duro escuchar su voz por lo que no contesté. Tenía que mantener la compostura por ahora.

-¿No lo vas a responder? -pregunto de nuevo Andy.

-Estoy esperando otra llamada -conteste mirándolo a los ojos.

Cómo esperaba, Alberto llamó a los pocos minutos. No pude evitar sonreír por dentro, al tener razón.

-Hola Alberto -respondí la llamada.

Andy enseguida se puso alerta. Para poder escuchar aunque intento que no se notara su sorpresa no lo logró. Fue un buen intento, hay que reconocerlo.

-¡QUE COJONES HAS HECHO, LUCÍA! -exclamó con evidente enfado.

Sabía que Andy estaba escuchando la conversación, porque había subido el volumen al máximo a propósito y que Alberto gritara ayudaba mucho más.

-¿Por qué me estás levantando la voz? No me trates como a tu perro -ordené sin ponerme histérica aunque quería matarle por casi petar el tímpano.

-¡Joder, Lucía! ¿Qué es lo que has hecho? -pregunto aun con evidente enfado pero con un tono más normal.

-Lo que tenía que hacer ¿Acaso esperabas otra cosa?

-Esta no es la manera ¿Por que lo has tenido que hacer, joder? Podía haberme encargado yo mismo.

-¿Qué más dará si ya he terminado yo con el problema? una cosa menos de la que preocuparte ¿O como lo hubieses resuelto tu? -pregunté con toda la intención de que confesara.

-No lo sé, pero seguro que no le habría matado. Podría haberse quedado bajo mi cuidado. ¡Yo debía protegerlo!

-¿Protegerlo? -ya era muy obvio que hablábamos de Andy, por lo que le miraba fijamente mientras hablaba con Alberto.

-¡Para que no lo mataran! -acabó por confesar- ¡Yo lo necesito! ¿Qué voy a hacer ahora? ¡Has matado a mi Andy!

-¡No estoy muerto, Alberto! ¡No me ha matado! -exclamó Andy, al escuchar la angustia de Alberto, a gritos para que le escuchara, mientras se acercaba corriendo a mi lado e intentaba arrebatarme el teléfono. Cosa que no consiguió.

-¿Andy? ¿Estás vivo? -preguntó a gritos, muy emocionado.

-¡Si, estoy vivo! ¡Estoy bien, de verdad! -respondió Andy, cuando puse el manos libres.

-Joder... -murmuró de alivio- ¿Qué significa esto, Lucía?

-¿Soy yo la que tiene que dar explicaciones? No soy yo la que oculta secretos en esta ocasión, me parece a mi ¿no? -respondí antes de colgar.

-¿Cómo te has enterado? -preguntó Andy sin disimular que tenían algo entre manos.

-Te delataste tu sólito, guapo -dije mirándole y dando a entender que sabía al cien por ciento de que se trataba cuando no era así, pero eso quería pretender -anoche tuviste una pesadilla y estabas hablando mientras dormías. Por eso lo sé. Ahora ¿Me quieres explicar mejor todo o me quedo con mi versión y actuó en consecuencia?

Me miró fijamente, como si evaluara mis palabras y que tanto decir o sopesando cuanto podría llegar a saber yo. Era muy listo y eso solo hacía que aumentara mis sospechas. Su actitud era muy sospechosa.

-¿Qué piensas tú al respecto de lo que hay entre Alberto y yo? -pregunto evadiendo mi pregunta a propósito, para ganar tiempo y sonsacarme información mientras.

-Pienso que ha cometido una grave traición contra mi y no dudes que le castigaré en consecuencia. Por supuesto tu tampoco te librarás, serás torturado sino te abandonado aquí directamente -le amenace sin elevar la voz ni ponerme nerviosa, como si fuera algo que realmente fuera a hacer.

-No te atreves a hacer eso -dijo sonriendo con superioridad, como si me conociera.

-¿Quieres retarme? -pregunte en su mismo tono.

Esta vez sí que le hice dudar ya que tardo un poco más en responder y su tono cambió ligeramente.

-No elegimos de quien nos enamoramos. Ocurrió y ya está. Pero hemos sido fieles a vosotros, Alberto a ti y yo a Kain. ¿Cuál es el problema? -confesó algo que realmente no esperaba.

-Perdona ¿Qué has dicho? ¿enamorado? -pregunte desvelando que era mentira que supiera de qué se trataba su relación.

-¿No lo sabías? entonces... ¿En qué pensabas que se basaba la relación? -pregunto totalmente sorprendido.

-Qué sé yo, pero eso ya te digo yo que no. Esperaba algo como que intentabas escapar de Kain y unirte a nosotros, algo así. Cuando estuve en manos de Kain pude ver la preocupación en tus ojos por mi. Además después me entere que tu me habías salvado y dado la dirección a Alberto para venir por mi.

Hubo un silencio muy incómodo en el cual ninguno de los dos nos queríamos mirar y cada uno pensando en las declaraciones que acabamos de hacer.

-¿Son pareja desde hace mucho? -pregunte rompiendo el silencio.

-Ya llevábamos juntos unos cuantos años -confesó- Yo aun no trabajaba en serio para Kain. Si que me mantenía bajo su protección, pero solo como aprendiz.

-Eso son muchos años. Entiendo que lo hayáis mantenido en secreto por el conflicto entre el idiota de Kain y yo, pero aun no entiendo como pudisteis mantener una relación en esa situación.

-Nos ha costado mucho pero hemos sabido diferenciar el trabajo de lo personal.

Así que Alberto me consideraba solo una jefa. No sabía si sentirme dolida o indiferente por eso, ya que lo esperaba pero en verdad pensaba que me consideraba, de alguna manera, parte de la familia. Al menos por mi parte si era así, igual que cualquier persona de la mansión y de mis hombres.

-Ahora que sabes la verdad ¿Qué vas a hacer? -pregunto curioso.

La cruel pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora