Chapitre Deux

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Anya Mason

—¡Eso es todavía peor! —gritó Nicholas.

Ahora viéndolos de frente puedo darme cuenta de que esto era realmente malo, ahora entendía porque Elijah me había pedido que leyera todo lo concerniente a sus hijos; ellos sobre pasaban el carácter de su padre.

—¡Esa niña debe tener la edad de nuestros hijos! —espetó Lucían.

Toda la familia no paraba de hablar y de cuestionar las mismas tontas teorías, tanto así que Elijah tuvo el tiempo suficiente para hacer que el elfo colocara una silla a su lado.

Desde donde estaba sentada pude percatarme que Armand, Cole y Jack solo estaban escuchando al resto de la familia en completo silencio. Por un largo rato he observado con cautela como Armand se ha estado debatiendo entre apoyar a sus hermanos o encontrar escuchar a su padre.

El primogénito de los Mason era el que más parecido tenía con su padre, su cabello corto era de un castaño oscuro como el de sus hermanos, pero su distintivo era las acentuaciones grisaceas en su barba estilizada, un color que se le asemejan al color de cabello de Elijah.

De repente entre la discusión eterna pude percibir cómo la mirada de Armand recayó en mí; sus ojos eran de un gris tan oscuro que intimidaban ya que su profundidad te hacía intuir que se trataba de un hombre severo, tal como sus hermanos o incluso peor que su padre.

—Armand, ¿no piensas decir algo? —Nicholas estaba impaciente porque el mayor de los tres los apoyara.

El hombre que aún me sostenía la mirada abrió la boca, pero la cerró enseguida, claramente estaba pensando en qué decir o posiblemente cómo reaccionar.

—¡Ella no es una Mason! —Lucían se levantó de golpe de su asiento.

—Siéntate ahora mismo, Lucían Mason —Elijah ordenó enojado—. ¡Todos se callan!

La severidad del Mason mayor me sobresaltó dado que nunca lo había visto reaccionar de ese modo, sin embargo, todos en la mesa guardaron absoluto silencio tras varios minutos de gritos chocantes.

—Legalmente Anya es mi hija y porta el apellido —comunicó Elijah.

—¿Una bastarda que reconociste al fin? —espetó Lucían con desprecio.

Empuñe mis manos solo de escuchar esa palabra: bastarda. Me hervía la sangre, pero me mantenía en mi papel omitiendo la idea de golpearle el rostro por su ofensa.

—¡Cállate! —la mano de Elijah golpeó la mesa tan fuerte que sobresaltó a todos—. Las razones son irrelevantes para todos ustedes. Ella es una Mason más y les guste o no, es su hermana.

—No —Armand se impuso provocando que sus hermanos le brindaran una mirada llena de orgullo—. No es nuestra hermana, quiero creer que no fuiste capaz de engañar a nuestra madre para concebir a esta...

—Mucho cuidado, Armand —amenazó Elijah—. Ustedes pueden pensar lo que les venga en gana, no tengo que explicar mis razones.

—Me largo, es una estupidez seguir aquí —Nicholas fue el siguiente en ponerse de pie.

—Ni lo pienses —Elijah miró a sus hijos antes de mover su mano para volver a sentarlos gracias a un hechizo silencioso—. No hemos terminado y nadie se levanta de la mesa sin que yo lo ordene, ¿entendieron?

Para este punto podía sentir que todos los presentes a excepción de Elijah, me estaban odiando. Sus miradas iban entre ellos y luego me escrutaban como si quisieran matarme.

Por mi parte prefería permanecer callada y con un semblante tranquilo.

Si me lo preguntaran, no, no estaba nada tranquila, pues desde el momento en que comenzaron a insinuar barbaridades me dio ganas de gritarles lo degenerados que estaban siendo, Elijah era demasiado mayor como para que creyeran que me casaría con él.

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