Daemon Mason
He pasado tres largas horas en el Enclave, esperando a que Anya apareciera. Según su secretaria, ella debería haber llegado, ya que el ministro solicitó su presencia. No quiero inquietarme pensando que algo le ha sucedido, aunque admito que he considerado la posibilidad de que haya cambiado de opinión después de nuestra última discusión en su oficina.
En mi interior, maldigo una y otra vez lo que ocurrió esa noche, reconociendo que no debí reaccionar de la manera en que lo hice. Debería haber sido más controlado. Cuando vi la nota que Anya me entregó, me di cuenta de que la insistencia de Aliza en hablar conmigo era parte de una trampa.
La ira que sentí por su artimaña me hizo desear un enfrentamiento con ella, pero primero necesitaba hablar con Anya y explicarle cómo sucedieron las cosas. No le ocultaría nada, ya que no veía la necesidad de hacerlo. Si ya estaba en una situación complicada, ¿qué más podía empeorar?
Tenía que compartir mi verdad con ella, la misma que había intentado negar y disfrazar bajo la apariencia de un fugaz romance, pero en realidad se trataba de que estaba profundamente enamorado de ella. A pesar de lo insólito de cómo todo comenzó, no podía seguir engañando a mi propio corazón. Sentía que ella me pertenecía tanto como yo le pertenecía a ella.
Al llegar a casa, mi única tarea era buscarla y hablar sinceramente sobre mis sentimientos, esperando que ella tomara una decisión. Sea cual fuera su elección, sabía que debía aceptarla. En ese momento, rogaba en silencio para que me diera la oportunidad de demostrarle que lo que había iniciado en Helsinki era tan genuino como lo que estábamos viviendo ahora.
Cuando llegué a la mansión, una opresión en el pecho me invadió. Estaba ansioso por enfrentar este problema y afrontar lo que pudiera suceder. Apenas cruzé el umbral de mi hogar, mi queridísimo primo Nate me recibió con un brusco tirón.
—¡¿Qué le hiciste?! —me reclamó Nate, con furia y amenazante, clavando sus ojos en mí.
—Eso no es de tu incumbencia. —Empujé con brusquedad para que me soltara—. Los problemas que tenga con mi novia no son asunto tuyo.
—¡Novia! —Nate parecía asombrado—. ¿En serio? ¿Cómo es que antes no lo supimos? Ah, claro, porque no lo es. Para ti, Anya es solo una burla.
—Tú no sabes nada. —Cerré mis puños con rabia.
—Daemon, lo sabemos todo. La despreciable Aliza se encargó de eso. —Nate estaba furioso, al igual que yo—. Sabía que eras tóxico para ella, siempre lo has sido con cada persona que termina sintiendo algo por ti. No te le acerques más.
—No me dirás qué hacer en mis asuntos con mi novia.
—¡No es tu maldita novia! —gritó antes de lanzar el primer golpe.
Por supuesto, logré esquivar su ataque, pero mi respuesta fue inmediata, lanzando un puñetazo directo a su estómago. El golpe debería haberlo dejado sin aliento y darme una ventaja temporal, pero sorprendentemente se recuperó casi al instante y me impactó con fuerza en el costado. Ambos éramos conocedores de los movimientos del otro, nada de esto era nuevo para nosotros, ya que no era la primera vez que nos enfrentábamos en una pelea. Intercambiamos una serie de golpes, infligiéndonos daño y provocando que la sangre brotara en el proceso, a pesar de que él era mi primo. En ese momento, no me importaba en absoluto.
—¡Ella es mía! —Lancé un rodillazo cerca de su abdomen, tratando de hacerlo ceder.
—¡No es una maldita propiedad! —Nate paró mi golpe de manera contundente y me derribó al suelo.
Él se posicionó sobre mí y comenzó a golpearme con ferocidad. Lo único que pude hacer en ese momento fue proteger mi rostro y soportar cada golpe cargado de ira.
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Sinners Heart
Fantasy[+21] Mason era uno de los apellidos más respetados y poderosos que se escuchaba alrededor del mundo, pero las decisiones de esta familia no solo provocaron el posible quiebre de su imperio sino el posible exilio del mundo mágico al que pertenecen. ...